Mientras las leyes de Cuba retengan a cubanos extraordinarios, estos tendrán que superar extraordinarios retos para cumplir sus sueños. El estelar jardinero de los Atléticos lo logró. O casi.
La familia de Yoenis Céspedes está finalmente a salvo luego de una odisea que la llevó de Cuba a la República Dominicana, Turcos y Caicos, Miami y finalmente California, donde se reunieron todos.
Su llegada le sacó un gran peso de encima al jardinero izquierdo de los Atléticos de Oakland, quien se siente en deuda con la novena por su desempeño este año y espera saldarla en los playoffs.
"Estoy muy contento de tener a mi familia aquí conmigo", dijo el cubano durante una entrevista reciente. "Con ella aquí me siento más tranquilo y eso ayuda. Las cosas no salieron como esperábamos esta temporada".
En un reportaje sobre la estrella cubana de los Atléticos de Oakland, Yoenis Céspedes, y su familia, el diario The San Francisco Chronicle señala que “al final, la historia de la familia Céspedes refleja los extraordinarios desafíos que enfrentan los jugadores cubanos que vienen a los EE.UU, el estrés que padecen sus familiares, y la oportunidad que les espera a todos”.
Luego de estar atrapados dos días en una islita del Caribe, bajo un sol abrasador y sin sombra, comida, agua y ya casi ni esperanzas, los familiares de Céspedes no corrieron el destino de muchos otros cubanos, incluidos artistas y deportistas, cuyos sueños de libertad, prosperidad y reunificación familiar no llegaron al final de la odisea. Una odisea que promete seguir repitiéndose, pese a los cambios anunciados en Cuba.
Y EL DINOSAURIO SIGUE AHÍ
El anuncio por parte del Consejo de Ministros de Cuba la semana pasada de que permitiría a los deportistas isleños “la posibilidad de contratarse en otros equipos en el exterior" no promete acabar con esa pesadilla para los atletas cubanos que desean jugar al más alto nivel y ser remunerados por sus aptitudes como sus pares de otros países.
Para empezar, “la posibilidad” va convoyada con una condicionante: "se tendrá en cuenta que estén presentes en Cuba para las competencias fundamentales del año”.
Además, el anuncio fue tan carente de precisiones que propició la siguiente reacción del comisionado de las Ligas Mayores de Béisbol de EE.UU., donde esta temporada ha brillado el talento cubano: "En vista de que no hemos visto los detalles de este cambio en la política, sería prematuro que especuláramos sobre sus efectos".
Los posibles destinos de la contratación no se han precisado. En algunas declaraciones previas al anuncio el Presidente de la Federación Cubana de Béisbol, Higinio Vélez, dio a entender, entre consignas políticas, que Estados Unidos no estaría incluido. Y aunque la máxima aspiración de muchos peloteros es jugar en la MLB de EE.UU., para hacerlo legalmente tendrían que acatar las leyes estadounidenses y cubanas.
El embargo de Washington requiere como primer paso establecer residencia en otro país, un trámite que los peloteros cubanos suelen completar en unos meses. Pero la reforma migratoria que entró en vigor en Cuba en enero podría aplazar los sueños de un beisbolista de primer nivel hasta que hayan pasado los mejores días del atleta.
EXCEPCIONES PREVENTIVAS
Según el decreto complementario No. 306 de la Ley migratoria, titulado “Sobre el tratamiento hacia los cuadros, profesionales y atletas que requieren autorización para viajar al exterior”, (Artículo 1, inciso d), “los atletas de alto rendimiento, técnicos y entrenadores vitales para el movimiento deportivo cubano”, son “sujetos de tratamiento regulado”
El artículo 2, inciso a, precisa que “pueden ser autorizados, previo análisis de cada caso, a viajar al exterior por asuntos particulares”. Pero “cuando la solicitud es para residir en el exterior, son autorizados en un plazo que no exceda de cinco años naturales, desde la fecha en que se solicita”. Técnicamente, eso puede ocurrir hasta a los cuatro años y 364 días.
De manera que la pesadilla promete continuar: para llevar a cabo su proyecto de vida al máximo nivel los beisbolistas de la isla tendrán que seguir transitando por los trillos más espinosos. Como los que recorrieron Yoenis Céspedes y su familia.
LA MARGINACIÓN COMO CASTIGO
Luego de ocho temporadas en la serie nacional cubana y una memorable actuación en el Clásico Mundial de Béisbol 2009, donde bateó .458 en seis juegos, Céspedes, por alguna razón, cayó en desgracia en 2011.
Según le contó el toletero al San Francisco Chronicle, después que fue asignado al tercer equipo Cuba para un torneo en Venezuela, les dijo a los dirigentes que, o jugaba en uno de los dos primeros equipos, o no jugaba. Su madre,Estela Milanés, le aconsejó en cambio que fuera a Venezuela. Después, si él quería, todos se irían juntos de Cuba en una embarcación.
Aunque ella lo dijo sólo para que su hijo no dejara de jugar, él se lo tomó en serio.
Después del desaire de su exclusión del equipo nacional, pronto contactó a Edgar Mercedes, un agente deportivo muy conocido en la República Dominicana.
VIGILADOS
En el verano de 2011 la familia preparó las condiciones para la huída alquilando una casa en la costa, pero Milanés y otros familiares fueron detenidos en una playa. Céspedes,desde otro carro, presenció los arrestos. Pasó aquella noche en el auto. Su madre permanecería cuatro días detenida.
"Me preguntaban por él", le detalló al Chronicle. "Supuestamente, yo no sabía que estaba haciendo. Les dije que se había ido a entrenar" .
Dos días después, en un accidente de tránsito, Céspedes atropelló a un ciclista. El hombre murió horas después de un ataque al corazón, pero la policía dictaminó que no había sido culpa del pelotero.
Eso le proporcionó una excusa para no reportarse a los entrenamientos. Una semana después él y otras seis personas emprendieron un viaje por mar de 23 horas rumbo a República Dominicana.
La partida desencadenó en Cuba interrogatorios a otros parientes .Uno estuvo detenido tres días. Más adelante, tres de ellos también abandonaron la isla en un bote.
EL LARGO CAMINO A LA REUNIFICACIÓN
Céspedes estableció su residencia en la República Dominicana en enero de 2012, primer paso para convertirse en agente libre. Un mes más tarde, los Atléticos lo firmaron por cuatro años y $36 millones, el mayor contrato de la historia hasta entonces para un desertor cubano . Como atleta, le fue expedido el visado estadounidense y pudo estar en Arizona en marzo para los entrenamientos de primavera.
Pero no consiguió que les extendieran visas a sus familiares, quienes tendrían que solicitarlas y esperar. Para complicar las cosas,Céspedes y Mercedes se enfrascaron en una agria disputa sobre el porcentaje del contrato que debía recibir el agente. Este año un tribunal dominicano ordenó al cubano pagarle a Mercedes el 22 por ciento de sus ingresos con los Atléticos.
Mientras tanto, como Milanés le explicó al diario de San Francisco, después que se establecieron en La Romana ella recibió una carta de inmigración, aparentemente falsa, que amenazaba con deportarlos a todos a Cuba. De nuevo la familia optó por echarse al mar.
La odisea abarcó en total casi dos años, cuatro países, seis viajes por mar, dos estadías en la cárcel, una redada de inmigración, y acusaciones de tráfico de seres humanos.
También vieron la muerte de cerca, en una isleta de las Turcos y Caicos no más grande que un estadio de béisbol.
SIN ESPERANZAS
Allí, bajo un sol abrasador, en una franja de arena sin sombra, sin comida y sin agua, las diez personas,entre ellas una bebé, pasaron dos días deshidratándose y desesperando por una promesa de rescate.
Para evitar la insolación, se metían en el mar. Para paliar el frío en la noche, encendían una fogata y dormían apiñados. Para sobrevivir, cazaron y comieron una iguana,una gaviota y dos cangrejos.
A medida que pasaba el tiempo y avanzaban la deshidratación y la desesperanza, hubo abrazos y despedidas. Milanés, la madre de Céspedes, se alejó de sus seres queridos y se acostó en el suelo, sola y desesperada.
Por fin la salvación llegó en un yate. Y tras una estancia no menos accidentada en Turcos y Caicos llegaron por mar a Miami.
REQUISITOS PARA VER A UN HIJO
Céspedes,quien se descontroló tras perder contacto con sus familiares durante la travesía de éstos, se siente mejor y ha prometido rendir más que en la actual temporada de las Grandes Ligas, en la que ha tenido un rendimiento modesto. Pero todavía le queda en Cuba un hijo de 4 años, también llamado Yoenis.
Preguntado por el San Francisco Chronicle sobre sus deseos de verlo respondió: “¡Imagínate!”. Habla con él a menudo por teléfono y le envía videos de sus hazañas deportivas “Espero reunirme con él algún día”, dice el beisbolista.
El San Francisco Chronicle termina su reportaje recordando que Cuba, como parte de las reformas de Raúl Castro, empezó a permitir en enero las visitas a su país de origen de peloteros y otros desertores.
La condición es que, después de su fuga, tienen que haber pasado ocho años.
Su llegada le sacó un gran peso de encima al jardinero izquierdo de los Atléticos de Oakland, quien se siente en deuda con la novena por su desempeño este año y espera saldarla en los playoffs.
"Estoy muy contento de tener a mi familia aquí conmigo", dijo el cubano durante una entrevista reciente. "Con ella aquí me siento más tranquilo y eso ayuda. Las cosas no salieron como esperábamos esta temporada".
En un reportaje sobre la estrella cubana de los Atléticos de Oakland, Yoenis Céspedes, y su familia, el diario The San Francisco Chronicle señala que “al final, la historia de la familia Céspedes refleja los extraordinarios desafíos que enfrentan los jugadores cubanos que vienen a los EE.UU, el estrés que padecen sus familiares, y la oportunidad que les espera a todos”.
Luego de estar atrapados dos días en una islita del Caribe, bajo un sol abrasador y sin sombra, comida, agua y ya casi ni esperanzas, los familiares de Céspedes no corrieron el destino de muchos otros cubanos, incluidos artistas y deportistas, cuyos sueños de libertad, prosperidad y reunificación familiar no llegaron al final de la odisea. Una odisea que promete seguir repitiéndose, pese a los cambios anunciados en Cuba.
Y EL DINOSAURIO SIGUE AHÍ
El anuncio por parte del Consejo de Ministros de Cuba la semana pasada de que permitiría a los deportistas isleños “la posibilidad de contratarse en otros equipos en el exterior" no promete acabar con esa pesadilla para los atletas cubanos que desean jugar al más alto nivel y ser remunerados por sus aptitudes como sus pares de otros países.
Para empezar, “la posibilidad” va convoyada con una condicionante: "se tendrá en cuenta que estén presentes en Cuba para las competencias fundamentales del año”.
Además, el anuncio fue tan carente de precisiones que propició la siguiente reacción del comisionado de las Ligas Mayores de Béisbol de EE.UU., donde esta temporada ha brillado el talento cubano: "En vista de que no hemos visto los detalles de este cambio en la política, sería prematuro que especuláramos sobre sus efectos".
El embargo de Washington requiere como primer paso establecer residencia en otro país, un trámite que los peloteros cubanos suelen completar en unos meses. Pero la reforma migratoria que entró en vigor en Cuba en enero podría aplazar los sueños de un beisbolista de primer nivel hasta que hayan pasado los mejores días del atleta.
EXCEPCIONES PREVENTIVAS
Según el decreto complementario No. 306 de la Ley migratoria, titulado “Sobre el tratamiento hacia los cuadros, profesionales y atletas que requieren autorización para viajar al exterior”, (Artículo 1, inciso d), “los atletas de alto rendimiento, técnicos y entrenadores vitales para el movimiento deportivo cubano”, son “sujetos de tratamiento regulado”
El artículo 2, inciso a, precisa que “pueden ser autorizados, previo análisis de cada caso, a viajar al exterior por asuntos particulares”. Pero “cuando la solicitud es para residir en el exterior, son autorizados en un plazo que no exceda de cinco años naturales, desde la fecha en que se solicita”. Técnicamente, eso puede ocurrir hasta a los cuatro años y 364 días.
De manera que la pesadilla promete continuar: para llevar a cabo su proyecto de vida al máximo nivel los beisbolistas de la isla tendrán que seguir transitando por los trillos más espinosos. Como los que recorrieron Yoenis Céspedes y su familia.
LA MARGINACIÓN COMO CASTIGO
Según le contó el toletero al San Francisco Chronicle, después que fue asignado al tercer equipo Cuba para un torneo en Venezuela, les dijo a los dirigentes que, o jugaba en uno de los dos primeros equipos, o no jugaba. Su madre,Estela Milanés, le aconsejó en cambio que fuera a Venezuela. Después, si él quería, todos se irían juntos de Cuba en una embarcación.
Aunque ella lo dijo sólo para que su hijo no dejara de jugar, él se lo tomó en serio.
Después del desaire de su exclusión del equipo nacional, pronto contactó a Edgar Mercedes, un agente deportivo muy conocido en la República Dominicana.
VIGILADOS
En el verano de 2011 la familia preparó las condiciones para la huída alquilando una casa en la costa, pero Milanés y otros familiares fueron detenidos en una playa. Céspedes,desde otro carro, presenció los arrestos. Pasó aquella noche en el auto. Su madre permanecería cuatro días detenida.
"Me preguntaban por él", le detalló al Chronicle. "Supuestamente, yo no sabía que estaba haciendo. Les dije que se había ido a entrenar" .
Dos días después, en un accidente de tránsito, Céspedes atropelló a un ciclista. El hombre murió horas después de un ataque al corazón, pero la policía dictaminó que no había sido culpa del pelotero.
Eso le proporcionó una excusa para no reportarse a los entrenamientos. Una semana después él y otras seis personas emprendieron un viaje por mar de 23 horas rumbo a República Dominicana.
La partida desencadenó en Cuba interrogatorios a otros parientes .Uno estuvo detenido tres días. Más adelante, tres de ellos también abandonaron la isla en un bote.
EL LARGO CAMINO A LA REUNIFICACIÓN
Pero no consiguió que les extendieran visas a sus familiares, quienes tendrían que solicitarlas y esperar. Para complicar las cosas,Céspedes y Mercedes se enfrascaron en una agria disputa sobre el porcentaje del contrato que debía recibir el agente. Este año un tribunal dominicano ordenó al cubano pagarle a Mercedes el 22 por ciento de sus ingresos con los Atléticos.
Mientras tanto, como Milanés le explicó al diario de San Francisco, después que se establecieron en La Romana ella recibió una carta de inmigración, aparentemente falsa, que amenazaba con deportarlos a todos a Cuba. De nuevo la familia optó por echarse al mar.
La odisea abarcó en total casi dos años, cuatro países, seis viajes por mar, dos estadías en la cárcel, una redada de inmigración, y acusaciones de tráfico de seres humanos.
También vieron la muerte de cerca, en una isleta de las Turcos y Caicos no más grande que un estadio de béisbol.
SIN ESPERANZAS
Allí, bajo un sol abrasador, en una franja de arena sin sombra, sin comida y sin agua, las diez personas,entre ellas una bebé, pasaron dos días deshidratándose y desesperando por una promesa de rescate.
Para evitar la insolación, se metían en el mar. Para paliar el frío en la noche, encendían una fogata y dormían apiñados. Para sobrevivir, cazaron y comieron una iguana,una gaviota y dos cangrejos.
A medida que pasaba el tiempo y avanzaban la deshidratación y la desesperanza, hubo abrazos y despedidas. Milanés, la madre de Céspedes, se alejó de sus seres queridos y se acostó en el suelo, sola y desesperada.
Por fin la salvación llegó en un yate. Y tras una estancia no menos accidentada en Turcos y Caicos llegaron por mar a Miami.
REQUISITOS PARA VER A UN HIJO
Céspedes,quien se descontroló tras perder contacto con sus familiares durante la travesía de éstos, se siente mejor y ha prometido rendir más que en la actual temporada de las Grandes Ligas, en la que ha tenido un rendimiento modesto. Pero todavía le queda en Cuba un hijo de 4 años, también llamado Yoenis.
Preguntado por el San Francisco Chronicle sobre sus deseos de verlo respondió: “¡Imagínate!”. Habla con él a menudo por teléfono y le envía videos de sus hazañas deportivas “Espero reunirme con él algún día”, dice el beisbolista.
El San Francisco Chronicle termina su reportaje recordando que Cuba, como parte de las reformas de Raúl Castro, empezó a permitir en enero las visitas a su país de origen de peloteros y otros desertores.
La condición es que, después de su fuga, tienen que haber pasado ocho años.