Tras años de una metódica diplomacia con estados del Tercer Mundo, La Habana se convierte en su chupóptero.
A diferencia de lo que sucede en la diplomacia de otros países de nuestra área, es raro el mes que no aparece en Granma una nota sobre la visita a La Habana del gobernante de algún país, reino o archipiélago de nombre impronunciable, que apenas figura en las noticias y que resulta difícil de ubicar en el mapamundi.
Por mucho tiempo este tratamiento de alfombra roja a líderes de países o territorios pequeños y con pocos habitantes le reportó al gobierno castrista jugosos dividendos diplomáticos. Aunque se tratara esencialmente de un sultanato, un realengo tribal o un atolón perdido en el Pacífico, tenía en los foros internacionales un voto equivalente al de los pesos pesados globales, países como Estados Unidos, China o la difunta Unión Soviética.
Fui testigo de ello cuando cubría para Radio Martí a principios de los años 90 los períodos de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Era común encontrarse en los pasillos o la cafetería del Palacio de las Naciones a miembros de la representación permanente de Cuba cabildeando con delegados de países del Tercer Mundo a los que más nadie prestaba atención.
Luego, detrás de las promesas de los diplomáticos del MINREX, eran enviados a esos países los médicos y otros profesionales de la isla, en ayuda de políticas populistas; y en caso necesario, los militares.
Ahora esos cálidos lazos pacientemente cultivados con gobiernos a menudo autoritarios o monárquicos --muchos de ellos corruptos-- no sólo le producen al castrismo votos: también le producen divisas. Tal vez no muchas en cada caso, pero como decían nuestros viejos, quilito a quilito se llega a un peso. Y pe$ito a pe$ito…
Esta semana la Alianza para un Gobierno Responsable, un grupo de la sociedad civil de Ghana, denunció en una conferencia de prensa el elevado costo de enviar a 250 nacionales a estudiar medicina en Cuba.
El programa implica un desembolso para el país africano de 160 millones de cedis ghaneses, equivalentes a unos 85 millones de dólares estadounidenses, que la Alianza califica de “cifra astronómica”. El acuerdo fue suscrito por el vicepresidente de ese país, John Mahama, durante un viaje a la isla en abril del 2011.
La entidad señala que el costo de la formación de esa cantidad de médicos en Ghana, con una infraestructura y entrenamiento superiores a los que ofrece Cuba, sería de sólo cinco millones de cedis, (el equivalente a dos millones 650 mil dólares).
El dinero así ahorrado --apunta la organización vigilante de la gestión del gobierno-- podría canalizarse para ampliar las facultades de medicina de cuatro universidades públicas locales.
Asimismo, el grupo se quejó de lo que llamó "flagrante discriminación" ya que de las 250 becas en Cuba, sólo 122 se asignaron a las 10 regiones del país, mientras que las restantes 178 se distribuyeron entre las oficinas de la presidencia, la vicepresidencia y la seguridad nacional, y no aparece entre los seleccionados ni un solo nombre vinculado a la oposición.
En Sudáfrica, donde el gobernante Partido del Congreso Nacional Africano no cesa de agradecer el apoyo político y material del PCC cubano y la intervención militar cubana en Angola y Namibia durante la guerra contra el apartheid, se han suscitado varios escándalos relacionados con “botellas” otorgadas a Cuba.
En febrero del presente año el partido de oposición Alianza Democrática exigió en el Parlamento al ministro de Comercio e Industria, Rob Davies, que explicara el propósito de un paquete de ayuda a la isla por valor de 600 millones de rands, unos 8 millones de dólares.
Una nota de prensa firmada por el viceministro opositor del ramo, Geordin Hill Lewis, recordaba que en diciembre del 2010 el presidente Jacob Zuma autorizó una asistencia a Cuba de mil 400 millones de rands, o 18 millones de dólares.
Hill Lewis señalaba que su partido deseaba saber cómo estos subsidios podrían ayudar a los millones de sudafricanos pobres, considerando que Cuba tiene poco que ofrecer en materia comercial y que La Habana acostumbra no pagar los préstamos de Sudáfrica.
Precisaba el vicetitular que Pretoria había perdonado desde 2010 hasta entonces deudas cubanas por valor de mil 350 millones de rands, o unos 17 millones de dólares.
Los 600 millones de rands autorizados para Cuba por el ministro Davies consistían en amortizaciones de préstamos, nuevas líneas de crédito, y pagos en efectivo, así como un "donativo de solidaridad" no reembolsable, valorado en 100 millones de rands.
Antes, en octubre de 2011, se conoció que los organizadores del Décimoséptimo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado en diciembre de 2010 en Sudáfrica gastaron más de 750 mil dólares en fondos públicos para asegurar la presencia en el evento de una delegación cubana.
Una investigación periodística encontró que la Agencia Nacional para el Desarrollo de la Juventud pagó 5 coma 6 millones de rands (unos 712 mil dólares) para contratar un Ilushin-96 de Cubana de Aviación, con el fin de transportar a Sudáfrica a 227 miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba.
Bajo una ley de acceso a la información, el grupo periodístico "Media24 Investigations" tuvo acceso al convenio entre el presidente del organismo juvenil sudafricano y Cubana de Aviación.
Un diario de la provincia de KwaZulu-Natal, “The Witness”, reveló que otros 440 mil rands (alrededor de 56 mil dólares) se dedicaron a pagar el transporte de más de 40 intérpretes cubanos para acompañar a los militantes de la UJC.
A fines de abril pasado el diario Financial Times dedicó un artículo a las gestiones de La Habana para vender en Africa el método desarrollado por los laboratorios cubanos Labiofam para eliminar la malaria o paludismo, que consiste en ublicar en los depósitos de agua bacterias larvicidas que destruyen los huevos del mosquito Anopheles
El diario británico señala que la Organización Mundial de la Salud considera que los larvicidas tienen un papel específico y limitado que desempeñar en la lucha contra el paludismo, pues son útiles cuando los criaderos son pocos, fijos y localizables, lo cual no es el caso de Africa.
Sin embargo, un representante de Labiofam en Ghana confirmó al Financial Times que el gobierno de ese país de Africa Occidental se ha comprometido a pagar 74 millones de dólares en dos años por el programa cubano.
Además hay conversaciones en marcha para contratar el programa cubano de aplicación de larvicidas a Nigeria y Costa de Marfil, y Labiofam también planea construir una fábrica en Tanzania.
Labiofam es la misma compañía cubana que produce el Escozul, un preparado anticanceroso a base del veneno del escorpión azul que inicialmente parecía prometedor y se ofrecía gratuitamente, pero que ahora se vende en divisas pese a que, según ha denunciado un grupo de clientes, contiene una dosis mucho menor del tóxico.
Para la frustración de los especialistas locales africanos en paludismo, los cubanos suelen pasar por alto sus demandas de datos detallados que demuestren el impacto de los larvicidas.
"Ellos van directamente a los jefes de Estado, poniendo en juego la relación diplomática", dijo al Financial Times un funcionario africano que pidió no ser identificado.
Acerca del reportaje del diario británico, el abogado cubanoamericano Mauricio Claver-Carone dice en su blog Capitol Hill Cubans que es una muestra de cómo el régimen castrista utiliza sus contactos políticos en África para vender a los gobiernos del continente sus costosos productos biotecnológicos, a sabiendas de que existen soluciones más eficaces y mucho menos onerosas para sus pueblos.
Por mucho tiempo este tratamiento de alfombra roja a líderes de países o territorios pequeños y con pocos habitantes le reportó al gobierno castrista jugosos dividendos diplomáticos. Aunque se tratara esencialmente de un sultanato, un realengo tribal o un atolón perdido en el Pacífico, tenía en los foros internacionales un voto equivalente al de los pesos pesados globales, países como Estados Unidos, China o la difunta Unión Soviética.
Fui testigo de ello cuando cubría para Radio Martí a principios de los años 90 los períodos de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Era común encontrarse en los pasillos o la cafetería del Palacio de las Naciones a miembros de la representación permanente de Cuba cabildeando con delegados de países del Tercer Mundo a los que más nadie prestaba atención.
Luego, detrás de las promesas de los diplomáticos del MINREX, eran enviados a esos países los médicos y otros profesionales de la isla, en ayuda de políticas populistas; y en caso necesario, los militares.
Ahora esos cálidos lazos pacientemente cultivados con gobiernos a menudo autoritarios o monárquicos --muchos de ellos corruptos-- no sólo le producen al castrismo votos: también le producen divisas. Tal vez no muchas en cada caso, pero como decían nuestros viejos, quilito a quilito se llega a un peso. Y pe$ito a pe$ito…
Esta semana la Alianza para un Gobierno Responsable, un grupo de la sociedad civil de Ghana, denunció en una conferencia de prensa el elevado costo de enviar a 250 nacionales a estudiar medicina en Cuba.
El programa implica un desembolso para el país africano de 160 millones de cedis ghaneses, equivalentes a unos 85 millones de dólares estadounidenses, que la Alianza califica de “cifra astronómica”. El acuerdo fue suscrito por el vicepresidente de ese país, John Mahama, durante un viaje a la isla en abril del 2011.
La entidad señala que el costo de la formación de esa cantidad de médicos en Ghana, con una infraestructura y entrenamiento superiores a los que ofrece Cuba, sería de sólo cinco millones de cedis, (el equivalente a dos millones 650 mil dólares).
El dinero así ahorrado --apunta la organización vigilante de la gestión del gobierno-- podría canalizarse para ampliar las facultades de medicina de cuatro universidades públicas locales.
Asimismo, el grupo se quejó de lo que llamó "flagrante discriminación" ya que de las 250 becas en Cuba, sólo 122 se asignaron a las 10 regiones del país, mientras que las restantes 178 se distribuyeron entre las oficinas de la presidencia, la vicepresidencia y la seguridad nacional, y no aparece entre los seleccionados ni un solo nombre vinculado a la oposición.
En Sudáfrica, donde el gobernante Partido del Congreso Nacional Africano no cesa de agradecer el apoyo político y material del PCC cubano y la intervención militar cubana en Angola y Namibia durante la guerra contra el apartheid, se han suscitado varios escándalos relacionados con “botellas” otorgadas a Cuba.
En febrero del presente año el partido de oposición Alianza Democrática exigió en el Parlamento al ministro de Comercio e Industria, Rob Davies, que explicara el propósito de un paquete de ayuda a la isla por valor de 600 millones de rands, unos 8 millones de dólares.
Una nota de prensa firmada por el viceministro opositor del ramo, Geordin Hill Lewis, recordaba que en diciembre del 2010 el presidente Jacob Zuma autorizó una asistencia a Cuba de mil 400 millones de rands, o 18 millones de dólares.
Hill Lewis señalaba que su partido deseaba saber cómo estos subsidios podrían ayudar a los millones de sudafricanos pobres, considerando que Cuba tiene poco que ofrecer en materia comercial y que La Habana acostumbra no pagar los préstamos de Sudáfrica.
Precisaba el vicetitular que Pretoria había perdonado desde 2010 hasta entonces deudas cubanas por valor de mil 350 millones de rands, o unos 17 millones de dólares.
Los 600 millones de rands autorizados para Cuba por el ministro Davies consistían en amortizaciones de préstamos, nuevas líneas de crédito, y pagos en efectivo, así como un "donativo de solidaridad" no reembolsable, valorado en 100 millones de rands.
Antes, en octubre de 2011, se conoció que los organizadores del Décimoséptimo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado en diciembre de 2010 en Sudáfrica gastaron más de 750 mil dólares en fondos públicos para asegurar la presencia en el evento de una delegación cubana.
Una investigación periodística encontró que la Agencia Nacional para el Desarrollo de la Juventud pagó 5 coma 6 millones de rands (unos 712 mil dólares) para contratar un Ilushin-96 de Cubana de Aviación, con el fin de transportar a Sudáfrica a 227 miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba.
Bajo una ley de acceso a la información, el grupo periodístico "Media24 Investigations" tuvo acceso al convenio entre el presidente del organismo juvenil sudafricano y Cubana de Aviación.
Un diario de la provincia de KwaZulu-Natal, “The Witness”, reveló que otros 440 mil rands (alrededor de 56 mil dólares) se dedicaron a pagar el transporte de más de 40 intérpretes cubanos para acompañar a los militantes de la UJC.
A fines de abril pasado el diario Financial Times dedicó un artículo a las gestiones de La Habana para vender en Africa el método desarrollado por los laboratorios cubanos Labiofam para eliminar la malaria o paludismo, que consiste en ublicar en los depósitos de agua bacterias larvicidas que destruyen los huevos del mosquito Anopheles
El diario británico señala que la Organización Mundial de la Salud considera que los larvicidas tienen un papel específico y limitado que desempeñar en la lucha contra el paludismo, pues son útiles cuando los criaderos son pocos, fijos y localizables, lo cual no es el caso de Africa.
Sin embargo, un representante de Labiofam en Ghana confirmó al Financial Times que el gobierno de ese país de Africa Occidental se ha comprometido a pagar 74 millones de dólares en dos años por el programa cubano.
Además hay conversaciones en marcha para contratar el programa cubano de aplicación de larvicidas a Nigeria y Costa de Marfil, y Labiofam también planea construir una fábrica en Tanzania.
Labiofam es la misma compañía cubana que produce el Escozul, un preparado anticanceroso a base del veneno del escorpión azul que inicialmente parecía prometedor y se ofrecía gratuitamente, pero que ahora se vende en divisas pese a que, según ha denunciado un grupo de clientes, contiene una dosis mucho menor del tóxico.
Para la frustración de los especialistas locales africanos en paludismo, los cubanos suelen pasar por alto sus demandas de datos detallados que demuestren el impacto de los larvicidas.
"Ellos van directamente a los jefes de Estado, poniendo en juego la relación diplomática", dijo al Financial Times un funcionario africano que pidió no ser identificado.
Acerca del reportaje del diario británico, el abogado cubanoamericano Mauricio Claver-Carone dice en su blog Capitol Hill Cubans que es una muestra de cómo el régimen castrista utiliza sus contactos políticos en África para vender a los gobiernos del continente sus costosos productos biotecnológicos, a sabiendas de que existen soluciones más eficaces y mucho menos onerosas para sus pueblos.