Cuatro papas y un policia al final de la cola

Al parecer Raúl Castro y sus asesores en materia de agricultura tienen también una fe inquebrantable en que sus reformas -tentativas, parciales y a cuentagotas-- les ayudarán a superar la reputación de que la agricultura cubana es como el Vaticano, que sólo ha producido cuatro papas en 50 años.

En el filme sudafricano "Fe como papas", basado en la autobiografía de Angus Buchan, este agricultor de origen escocés convertido al cristianismo siembra papas durante una terrible sequía y, contra todos los pronósticos y los consejos, obtiene una gran cosecha de gigantescas patatas.

Al parecer Raúl Castro y sus asesores en materia de agricultura tienen también una fe inquebrantable en que sus reformas -tentativas, parciales y a cuentagotas-- les ayudarán a superar la reputación de que la agricultura cubana es como el Vaticano, que sólo ha producido cuatro papas en 50 años. Pero al parecer, como los profetas de Baal en la Biblia, le están rogando a un Dios equivocado

Lea si no la crónica que publica en Cubanet Leannes Imbert: en la penúltima semana de octubre, en el mercado habanero de San Rafael y Soledad, la policía tuvo que controlar la venta de papas, debido a que los vecinos estuvieron esperando desde la madrugada como cosa buena el tubérculo desaparecido meses atrás; la cola fue de dos cuadras, y pronto se convirtió en un campo de batalla con agresiones verbales, golpes y la llegada de la policía, que no se marchó hasta las 3 de la tarde, cuando el producto se agotó.

No sé si se trata del mismo lugar, pero la blogger Rosa María Rodríguez Torrado narra por estos días una historia similar en su bitácora La Rosa Descalza. En el puesto de su cuadra estaban vendiendo papas, pero sólo diez libras por persona, y la cola y el orden los estaba controlando la policía.

Dice Rodríguez que a la población adulta cubana le han desaparecido desde hace cinco décadas esta vianda, y la han debilitado haciéndola correr de un lado a otro tras los alimentos. (Sobre todo desde que el gobierno decidió el año pasado ir sacando artículos como la papa de la libreta de racionamiento, y pasarlos a la venta liberada con un precio varias veces mayor).

Y a juzgar por otro post, éste de Regina Coyula en su blog Malaletra, no sólo la papa está perdida de los agros. Cuenta Coyula que ella tenía que ir a la farmacia y su esposo, Rafael Alcides, le pidió que comprara habichuelas, pepino y una mano de plátanos burros verdes.

Pero el poeta y periodista al parecer llevaba tanto tiempo como ella sin pasar por un agro. "Mi primera impresión -dice la autora-- fue que lo estaban desmantelando. De ocho tarimas, sólo dos estaban abiertas y la oferta eran unos mazos enclenques de cebollitas moradas a seis pesos, (baratos -dice-- si se compara con la libra de pepino a cuatro pesos o el macito de habichuelas a seis) y un rastrojo de plátanos que nadie compraría.

"¿Y aquí qué pasó?", le preguntó Coyula a uno de los tarimeros. "Las lluvias", fue su lacónica respuesta. Pero tal como el sol sale para todos, la lluvia también cae para todos. Entonces ¿cómo fue que encontró a cien metros de allí dos carretillas de construcción cargdas de tomates, ají, berzas y habichuelas, todo limpio, fresco y empaquetado? Ah, porque el negocio -dice la blogger-- estaba a cargo de dos emprendedores a los que la lluvia no les resultó un obstáculo.

La escasez de un producto lo encarece, y en el semanario Primavera Digital, Rogelio Fabio Hurtado presenta la siguiente lista de precios incrementados de los productos del agro en la Plaza de Marianao: Cebollas, 24 pesos la libra; frijoles colorados, 15 pesos; frijoles negros, 12 pesos; tomate de ensalada, 9 pesos la libra; plátanos verdes, 3 pesos cada uno.

Han subido tanto de precio las viandas y vegetales en la isla que en una entrevista la semana pasada el periodista independiente tunero Alberto Méndez Castelló atribuía la reciente explosión en la venta clandestina de carne de res a que la libra de ésta es sólo un poco más cara que la de muchos productos agrícolas en los mercados legales.

Y frente a esto, ¿qué hace el gobierno? Pues introducir reformas en la agricultura pidiéndole permiso a un pie para poner el otro. Ahora, tres años después de empezar a distribuir tierras en usufructo, están considerando elevar para los usufructuarios más eficientes el límite de 13 hectáreas originalmente permitido. Ahora serían hasta 67 hectáreas (o 5 caballerías, el mismo límite marcado por la segunda ley de Reforma Agraria de 1961. De modo que donde dije Diego, digo digo, y no se preocupen, compañeros, que ahora sí vamos a construir el socialismo)

El economista independiente Arnaldo Ramos Lauzurique me dijo por vía telefónica que a apenas unos meses del Sexto Congreso del Partido Comunista ya algunos de sus lineamientos son un fracaso, como el de la desaparición gradual de la libreta de racionamiento.

"Han tenido que paralizarlo, porque no han podido satisfacer la demanda de renglones liberados como la papa, que debía aliviar las necesidades alimentarias de la gente más pobre. Lo mismo está ocurriendo con otros artículos des-racionados como los jabones, que sólo se encuentran, muy caros, en las Tiendas de Recaudación de Divisas"

Acerca de la lentitud de las reformas en la agricultura, un sector declarado por el propio gobierno como prioritario y de seguridad nacional, Lauzurique señala que no sólo en la agricultura, sino en todos los sectores el gobierno procede al mismo ritmo desesperante en lo relativo a introducir cambios, por temor a hacer algo que se le pueda escapar de las manos y poner en riesgo su poder.

A este paso, en el próximo quinquenio el general y sus asesores llegarán a la conclusión de que eliminar el monopolio estatal de Acopio --que los propios economistas oficialistas critican-- podría ayudar. Y tal vez dediquen otro quinquenio más a estudiar cómo hacerlo, para empezar a ensayarlo en el siguiente. El periodista cubano Alejandro Armengol ha dicho que, a este ritmo, Raúl Castro tardará 200 años sólo en resolver el problema de los alimentos en Cuba ¿Conocerá el heredero aquel proverbio de que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista?