Los apagones que afectan a toda la isla por estos días exacerban la crisis social que viven los cubanos, según testimonios recogidos por Martí Noticias.
La activista María Elena Mir Marrero, quien vive en la localidad costera de Guanabo, al Este de La Habana, habló sobre la repercusión que la falta de servicio eléctrico tiene sobre algunos sectores de la población.
“En los niños, después de esos apagones, mal alimentados, tener que llegar a la escuela, no pueden asimilar absolutamente nada. Lo mismo pasa con los trabajadores y lo mismo pasa con los adolescentes jóvenes: que coinciden apagones con mala alimentación”, apuntó la activista, añadiendo:
“Esto trae como consecuencia también el deterioro de los equipos electrodomésticos que tenemos en casa, que estos apagones son sin previo aviso; lo quitaron (la electricidad) y lo ponen y ya, y nadie se entera de cuándo lo quitan o cuando lo ponen”, dijo.
Esta circunstancia, en opinión de Mir Marrero, afecta “doblemente el trabajo de la mujer, que se pasa toda la noche abanicando al niño, sale para el trabajo mal alimentada también; no puede rendir en su trabajo”.
Según la sindicalista cubana, a consecuencia de la proliferación de los vertederos de basura, se incrementan los mosquitos, mucho más cuando falta la electricidad con lo cual aumenta el riesgo de las “picaduras de mosquitos, que te pueden ocasionar el dengue, se puede infestar una herida que, además, no hay cómo curarla ni con qué curarla”, señaló.
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En Santiago de Cuba reside la opositora Lisandra Rivera, quien asegura que en esa ciudad ha aumentado la actividad delictiva con los apagones.
“Cada día peor: los ladrones, los asaltantes, los ‘arrebatadores’, cada día se aumentan más. ¡Ellos se aprovechan!”, lamentó Rivera.
Desde el mismo Santiago de Cuba, una persona vinculada a Salud Pública que pidió a Martí Noticias no ser identificada, habló del impacto de los apagones en ese sector:
“La cantidad de vectores que hay en una lavandería y cuando se va (la electricidad) no se puede lavar, toda la ropa de cama del Cuerpo de Guardia, toda esa ropa, eso no se puede lavar por falta de corriente; en materno también, las batas, las sábanas y en la Clínica Dental también, que usan batas los médicos”, explicó el hombre.
Desde la localidad de Cabañas, en la provincia Artemisa, el activista Moisés Leonardo Rodríguez se refirió a la interrupción de servicios básicos como el agua.
“Interrupción total del suministro del agua, que da inestabilidad en la producción por ejemplo del pan, hay días aquí que el pan llega al otro día; no se pudo hacer el anterior porque no tenían cómo hacerlo. Ya la gente no siente alegría ni siquiera porque venga la corriente, no la manifiestan”, aseguró Rodríguez.
En opinión de Moisés Rodríguez, “los cubanos han "llegado a un punto que parece ser un punto de no retorno, porque los ‘decisores’ (las autoridades) están como si nada, en sus vidas de multimillonarios, y no les importamos en lo absoluto”, concluyó el activista.
El pasado 8 de mayo, la Unión Eléctrica de Cuba reconoció que cuenta con escasos recursos para dar respuesta a la grave crisis energética que vive el país y alertó sobre más apagones. Además, indicaron que por falta de combustible 34 centrales de generación distribuida se encontraban fuera de servicio.
El estudio "Cuba colapsa y también se apaga", realizado por el investigador Emilio Morales, reconoce que los retos energéticos que enfrenta Cuba no tienen una solución inmediata y que el país "carece de recursos internos de petróleo o gas natural para satisfacer la demanda de la producción eléctrica, lo que obliga a depender de importaciones".
"La infraestructura de generación eléctrica en Cuba es obsoleta y en muchos casos resulta impracticable su reparación. Se requerirán de 6 a 8 años (algunos estiman que diez) y una inversión multimillonaria (10,000 millones de dólares) para reconstruir la capacidad de generación termoeléctrica", indicó el informe publicado por Cuba Siglo 21.
Morales plantea, además, que la única solución posible a los apagones es eliminar el modelo de centralización estatizado (totalitario) de la economía e ir a una economía de libre mercado.