MIAMI, FLORIDA - El 14 de febrero de 2017, la vida de Carlos Fernández cambió para siempre. En aquel entonces él era un estudiante con las aspiraciones que cualquier joven de su edad podía tener: soñaba con ir a la universidad y formarse una carrera. Pero todo cambió. De repente. En cuestión de seis minutos.
Sin saberlo, su historia iba a dar la vuelta al mundo. La suya y la de sus compañeros. Él era una de las víctimas de la matanza de la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, que se saldó con 17 muertos.
“Hace tres años sucedió un evento que nadie esperaba en esta comunidad de Parkland y yo fui uno de los estudiantes que estuvo presente durante la masacre”, recuerda aún las dolorosas secuelas que le dejó el tiroteo durante una entrevista con la Voz de América en el sur de la Florida.
Hasta la fecha, había sido un joven preocupado por la situación que vivía Venezuela, su país natal. Pero la matanza en su escuela hizo que se comprometiera por una causa: la de una nueva regulación del uso de armas en Estados Unidos.
“La voz de la juventud tiene que ser escuchada porque nosotros somos los que vamos a llevar el futuro”, comenta el joven.
Francisco Rodríguez, un mexicano residente en El Paso, Texas, perdió a su hijo Javier, de 15 años, en el tiroteo de la tienda Walmart de esa ciudad fronteriza. El tiroteo se saldó con la muerte de 23 personas, la mayoría hispanos, y él se convirtió en la víctima mortal más joven de la matanza.
“Pido justicia, porque después de un año todavía el culpable no ha recibido ni un juicio ni nada”, dijo el progenitor en declaraciones a la VOA.
El lunes un hombre armado entró en un supermercado de la ciudad de Boulder, en Colorado, y empezó a disparar indiscriminadamente a los empleados y clientes que se encontraban en ese momento en el lugar. La pesadilla que se vivió en la tienda de comestible terminó con 10 muertos, incluyendo un oficial de policía.
Es el último tiroteo masivo que se ha registrado en Estados Unidos y que ha dado la vuelta al mundo. Sobre la mesa se ha puesto de nuevo la necesidad de buscar una solución para que este tipo de situaciones no vuelvan a ocurrir.
El presidente Joe Biden, en una comparecencia pública, pidió al Congreso que impulse una legislación para prohibir las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad. También exigió que se aborde el sistema de verificación de antecedentes a la hora de comprar un arma de fuego, especialmente porque en algunas ocasiones se entregan a personas que, en realidad, no deberían poseer una.
“Podemos salvar vidas”, advirtió el jefe del ejecutivo estadounidense durante su intervención televisada esta semana.
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“Nos tienen que escuchar”
Fernández, el joven sobreviviente de la tragedia de Parkland, no se quedó con los brazos cruzados. Tras haberse recuperado de las secuelas físicas y psicológicas que le dejó el tiroteo, se decidió a impulsar su propia organización, “Stories Untold US” (Historias sin explicar), dirigida a las personas que han sido víctimas del uso de armas.
“Después del 14 de febrero de 2018, salimos a Tallahassee, a Washington, hablamos con representantes, con legisladores, con muchas personas que nos estaban escuchando y que nos estaban alimentando nuestra fuerza y nuestro poder”, recuerda el joven.
Su fundación pretende “amplificar las voces”, dar “una oportunidad a las personas que viven esas violencias (con las armas)” y “transformar ese dolor a un mayor propósito”.
El venezolano admite “tener gran confianza” en la administración estadounidense para liderar una reforma que permita un mayor control en el uso de armas.
“Yo sé que el cambio va a venir en estos cuatro años, quizás no ahora por el tema de la pandemia y hay muchas cosas que debemos enfocarnos. Pero estoy seguro sí de que vamos a tener un resultados sobre la violencia de armas”, expone esperanzado.
La “ley Alyssa” en Florida y Nueva Jersey
Una opinión que comparte Lori Alhadeff. Ella perdió a su hija Alyssa, de 14 años, en el tiroteo de la escuela de Florida. Confiesa a la VOA que la desgracia de su hija le dio las “fuerzas” necesarias para impulsar medidas que dotaran de más seguridad en las escuelas del país.
También montó su organización “Make Our Schools Safe” (Hagamos nuestras escuelas seguras) y se presentó a un puesto de la Junta Escolar del Condado de Broward, al norte de Miami.
Lleva tres años ocupando un sillón en la junta y, desde entonces, ha logrado que se aplique la “Ley Alyssa”, que obliga a las escuelas públicas de todo el estado a tener un botón que conecte directamente con la policía en caso de que haya un problema de seguridad. Es la misma legislación que se aprobó en Nueva Jersey y que espera que también se dé en otros estados de EE.UU.
“Estoy orgullosa por ser parte de este cambio a través de mi organización, pero siempre se puede hacer más”, comenta Alhadeff ante la VOA.
La madre de Alyssa está convencida de que el nuevo gobierno tomará la cuestión de la seguridad de las escuelas y el control de las armas “como una prioridad”.
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División en Estados Unidos
Pero esta cuestión, la del uso de armas en Estados Unidos, es un debate que divide a la población de todo el país. A pesar de que hay muchas voces a favor de una nueva legislación que las regule, muchas otras personas consideran que el uso de las armas es algo que está contemplado por la Segunda Enmienda de la Constitución y que no hay espacio para el debate.
Julio Martínez, un veterano de la guerra de Vietnam y acérrimo a las ideas ultraconservadoras, defiende que “un arma no es para matar a gente sino para defenderte”, un argumento que sirve igualmente para decir que “un auto como tal no es peligroso a pesar de que también puede ser utilizado para matar a otras personas”.
“Si alguien viene a atacarme a mí y no se va, yo sí que le voy a dar un plumazo. Pero yo no creo en la cobardía, y las personas que están en contra de esto son personas que suelen estar afiliadas al Partido Demócrata y, hoy en día, a Joe Biden, que es el peor presidente que he conocido desde 1954”, apostilló.
Los datos
No existe una cifra oficial de cuántos estadounidenses poseen un arma de fuego porque la ley federal prohíbe un registro de ciudadanos privados. Según encuestas del Centro de Investigaciones Pew y la Universidad de Harvard, un 40% de los estadounidenses confirman que ellos o alguien en su hogar tiene un arma.
Un informe de Small Arms Survey, con sede en Suiza, señala que los ciudadanos estadounidenses poseen 393 millones de armas, situando al país como el primero de todo el mundo en armas de fuego per cápita.
Otro estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington reveló que el país norteamericano ocupaba el segundo lugar después de Brasil en el número total de muertes por armas de fuego.
“Los números hablan por sí solos. En la vida todo son números, si yo tengo más que tú, la gente dice que valgo más que tú, si no tenemos armas, los delincuentes van a gobernar y yo no me puedo darme el lujo de permitirlo”, justifica Martínez.