Cuando se cumple el primer aniversario del 11 J, cuatro condenados por su participación en las masivas protestas populares describen la realidad que enfrentan en el sistema penal cubano.
En la prisión de Kilo Ocho en la ciudad de Camagüey, Yadir Ayala Ibáñez, condenado a 10 años de prisión por los presuntos delitos de “desórdenes públicos” y “atentado”, por su participación en las protestas en el barrio La Vigía, ha sido llevado hasta celdas de castigo por las denuncias que realiza acerca de los maltratos y las malas condiciones en el penal.
“Soy una de las víctimas de la maquinaria represiva del régimen comunista, recientemente fui interrogado por un Teniente Coronel de la Seguridad del Estado, quien me expresó su desagrado por mis denuncias sobre todos los abusos que ocurren en ese centro penitenciario, pero también me propuso que existía la posibilidad que me ajustaran la sanción a seis años, con el propósito de callarme, y mi replica fue tajante, le dije que yo no debería estar ni un día preso”, contó Yadir.
Dixan Gainza Moré, condenado a seis años de prisión por el delito de “atentado”, fue trasladado recientemente desde la prisión de Kilo 9 para el penal de Aguacate, en el municipio de Céspedes, también en el territorio agramontino, donde tiene que hacer trabajo forzado.
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“Aquí estaré sometido a trabajo forzado por la sanción que me fue impuesta por el delito de “atentado”, el cual fue fabricado, sin ningún tipo de pruebas, ni documental, ni gráfica, tampoco testigos, de nada tienen pruebas, nosotros salimos para reclamar libertad y que se estableciera un estado de derecho democrático donde se respete la pluralidad de opiniones y se dejara de imponer una sola idea”, recordó el activista.
El artesano Fernando Guinarte Mora fue condenado a cuatro años por el delito de "atentado" por su participación en las protestas populares en Baire, municipio de Contramaestre, en la provincia de Santiago de Cuba.
Actualmente cumple su condena realizando trabajo forzado sin internamiento en la agricultura.
“Bueno, yo tengo que trabajar chapeando maleza con machete y dando azadón, bueno yo soy hipertenso, también cardiópata y todo eso va junto, es muy difícil, pero hay que asumirlo, de no hacerlo, entonces me revocan y tienes que hacer el mismo trabajo pero con internamiento, esto es el precio que estamos pagando por la democratización y la libertad de Cuba”, aseguró el artesano.
El pasado jueves, el preso político Javier Delgado Torna, que se encontraba en el penal de Guamajal, condenado a tres años y medio de prisión por su participación en las protestas de Caibarién, por los delitos de “desórdenes públicos” y “desacato”, recibió una licencia extra penal temporaria por su delicado estado de salud. El propio médico del penal certificó que el reo no estaba en condiciones de enfrentar una prisión,
“Somos cinco los presos del 11 J que estábamos en Guamajal, pero las autoridades de la cárcel dieron ordenes de mantenernos separados, nunca tuvimos acceso, se nos impidió estar juntos, y las condiciones de la prisión son las peores”, advirtió el activista.