La escasez de agua está caldeando cada vez más los ánimos en buena parte de Cuba, mientras se incrementan los problemas para cientos de miles de residentes, que sufren ya por la falta de alimentos, combustible, electricidad y otros bienes.
Más de 600.000 personas, o al menos una de cada 20 en la isla caribeña de unos 10 millones de habitantes, tienen problemas con el suministro de agua, dijeron a principios de este mes las autoridades locales.
La Habana es una de las provincias más afectada por la escasez, aunque la mayoría de las ciudades más grandes del país informan que más de 30.000 clientes están siendo perjudicados al no tener agua, dijo el Gobierno.
Funcionarios cubanos atribuyen los crecientes problemas a la infraestructura hidráulica en ruinas y a una persistente falta de combustible, síntomas de una crisis económica que ha afectado el crecimiento y ha dejado al país en medio de una compleja situación.
Rachel Trimiño, de 32 años y residente en La Habana, dijo que las causas fundamentales no son un misterio, incluso en su barrio en El Vedado, un distrito comparativamente considerado lujoso de la capital.
"Tenemos todas las calles que están llenas de tuberías con salideros de agua corriendo (y) es agua limpia (...) pero entonces en la casa no hay agua", señaló irritada.
El problema desafía las soluciones rápidas.
Las piezas y partes de recambio para la infraestructura, como tuberías y bombas, escasean, según las autoridades. Y sin combustible y transporte adecuado, incluso el suministro de agua de emergencia mediante camiones cisterna ha sido limitado, afirman residentes.
Y los frecuentes apagones sólo empeoran las cosas.
"Cuando cortan la electricidad, no podemos dar agua", dijo Pedro Martinó, residente de San Miguel de Padrón, que trabaja con un grupo de la iglesia que ofrece a los residentes pequeñas cantidades del líquido para frenar la escasez. "Todo va en dependencia de una cosa con la otra, y así vamos jugando".
En algunas áreas en la isla han estallado algunas protestas aisladas. Los residentes, abrumados por la creciente lista de temas pendientes, han perdido la paciencia en el calor todavía abrasador del verano tropical.
La economía cubana ha estado diezmada por una combinación de factores, entre ellos la pandemia de COVID-19, el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos y un modelo empresarial dominado por el Estado plagado de burocracia, mala gestión y además de corrupción.