Nací en La Habana en noviembre de 1953, unos seis años antes de que Fidel Castro encabezara una revolución en Cuba. En julio de 1960, mi familia huyó a Estados Unidos en busca de la libertad. Al igual que muchos cubanos, que dejaron atrás parientes cercanos, una empresa, la propiedad y los recuerdos. Perdimos todo. Escribe en The New York Times Carlos Gutiérrez, exsecretario de Comercio de la Administración de George W. Bush.
La decisión de mis padres de buscar el exilio en Estados Unidos ha sido el acontecimiento más importante de mi vida. Gracias a su visión, y la seguridad y la oportunidad de este país, he alcanzado el éxito personal y profesional más allá de lo que podría haber imaginado como refugiado de siete años de edad, en Miami. Me convertí en un ciudadano, abracé mi vida como un nuevo americano y me enamoré de los Yanquis de Nueva York.
Al igual que muchos colegas republicanos y los cubanoamericanos, yo era crítico cuando el presidente Obama anunció en diciembre 2014 que su Gobierno comenzaría a normalizar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Después de años de hostilidad e intentos fallidos de distensión, me pregunté: ¿Acaso el Gobierno cubano realmente quiere mejores lazos con América, o era esto simplemente otro movimiento de ajedrez en un juego cansado? Después de todo, Obama no es el primer presidente en tratar de cambiar la relación con Cuba –la revolución de Castro ha sobrevivido a 10 administraciones norteamericanas, apunta Gutiérrez.
Hoy, soy cautelosamente optimista por primera vez en 56 años. Veo un rayo de esperanza de que con Cuba, que permite incluso una pequeña cantidad de la iniciativa empresarial y muchas empresas estadounidenses, podamos en verdad ayudar al pueblo cubano.
Mi carrera de 30 años en la Compañía Kellogg me enseñó que, en su mejor momento, el negocio puede tener un impacto transformador y edificante en las comunidades y sociedades enteras.
Como Secretario de Comercio en la Administración de George W. Bush, era la voz de las empresas estadounidenses en el extranjero y vi de primera mano que nuestro sector privado podía ser el mejor embajador de los valores estadounidenses, con el poder de la libre empresa para elevar los niveles de vida y la importancia de la libertad de trabajar donde uno elige.
Creo que ahora es el momento para los republicanos y la comunidad empresarial estadounidense más amplia para dejar de fijarse en el pasado y abrazar un nuevo enfoque de Cuba, según cree Gutiérrez.
Han pasado seis meses desde que se anunció el cambio de política de Obama. Ambos Gobiernos han confirmado sus planes de abrir embajadas y las negociaciones han abarcado una variedad de temas, incluyendo la extradición de fugitivos estadounidenses que huyeron a Cuba. Casi todas las semanas una nueva delegación del Congreso aterriza en La Habana. Nunca esperé que las negociaciones llegaran hasta aquí.
Algunos candidatos presidenciales, entre ellos los senadores cubanoamericanos Marco Rubio y Ted Cruz, han argumentado que el señor Obama ha concedido demasiado. Lo cierto es que los cambios hasta el momento han sido graduales y este será un proceso largo y gradual, dice Carlos Gutiérrez en su escrito.