El diario canadiense The Toronto Star dice en un editorial que aunque el gobierno cubano lo niega acostarse con prostitutas menores de edad en la isla solo cuesta $30 dólares.
Un editorial del diario The Toronto Star elogia este miércoles que el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, haya anunciado que su gobierno se propone promulgar una ley contra los abusadores sexuales canadienses que viajan a cometer atrocidades entre otros países, entre ellos Cuba.
El diario subraya que “aunque el gobierno cubano niega que el problema exista, tener sexo con jovencitas (en la isla) cuesta tan poco como $30 dólares, y Ottawa no ha hecho mucho para frenar este desagradable tráfico”.
Sin embargo, señala, todo eso “ahora felizmente está a punto de cambiar” con la nueva ley que exigirá a los canadienses que figuran en el registro de depredadores sexuales de su país (unos 30 mil) notificar a las autoridades su destino antes de viajar al extranjero.
Hasta ahora, dice, las leyes que protegen la privacidad impedían a la policía compartir la información en su poder sobre abusadores sexuales con los agentes fronterizos, lo que ha hecho posible que estos sujetos viajen libremente a otros países.
El asunto cobró atención nacional por el caso de James McTurk, un jubilado canadiense de 78 años, enjuiciado dos veces por pornografía infantil en su país y que fue centro de un escándalo de prostitución de menores en Cuba, adonde viajó en 31 ocasiones entre 2009 y 2012 para tener relaciones sexuales con jovencitas.
El editorial cita a Harper diciendo que “al igual que debemos proteger a los niños canadienses, debemos hacer lo que podamos para proteger a menores inocentes más allá de nuestras fronteras”. Cuán efectiva pueda ser esta medida, apunta el diario, aún está por ver.
También señala que mientras está bien que pueda notificarse a otros países cuándo un depredador sexual viaja con destino a ellos aun debe ser sometido a escrutinio entre los canadienses la creación de un registro nacional de abusadores al que tenga acceso la población en general.
Como ejemplo cita el caso de EE.UU. donde ese registro existe y ofrece los nombres, fotos, direcciones e incluso el peso y la talla de abusadores convictos, lo que a la par de obligarlos a vivir en las sombras ha ocasionado que algunos hayan sido perseguidos y asesinados.
El diario subraya que “aunque el gobierno cubano niega que el problema exista, tener sexo con jovencitas (en la isla) cuesta tan poco como $30 dólares, y Ottawa no ha hecho mucho para frenar este desagradable tráfico”.
Sin embargo, señala, todo eso “ahora felizmente está a punto de cambiar” con la nueva ley que exigirá a los canadienses que figuran en el registro de depredadores sexuales de su país (unos 30 mil) notificar a las autoridades su destino antes de viajar al extranjero.
Hasta ahora, dice, las leyes que protegen la privacidad impedían a la policía compartir la información en su poder sobre abusadores sexuales con los agentes fronterizos, lo que ha hecho posible que estos sujetos viajen libremente a otros países.
El asunto cobró atención nacional por el caso de James McTurk, un jubilado canadiense de 78 años, enjuiciado dos veces por pornografía infantil en su país y que fue centro de un escándalo de prostitución de menores en Cuba, adonde viajó en 31 ocasiones entre 2009 y 2012 para tener relaciones sexuales con jovencitas.
El editorial cita a Harper diciendo que “al igual que debemos proteger a los niños canadienses, debemos hacer lo que podamos para proteger a menores inocentes más allá de nuestras fronteras”. Cuán efectiva pueda ser esta medida, apunta el diario, aún está por ver.
También señala que mientras está bien que pueda notificarse a otros países cuándo un depredador sexual viaja con destino a ellos aun debe ser sometido a escrutinio entre los canadienses la creación de un registro nacional de abusadores al que tenga acceso la población en general.
Como ejemplo cita el caso de EE.UU. donde ese registro existe y ofrece los nombres, fotos, direcciones e incluso el peso y la talla de abusadores convictos, lo que a la par de obligarlos a vivir en las sombras ha ocasionado que algunos hayan sido perseguidos y asesinados.