Cada vez más cubanos se niegan a colaborar con la represión: reportan más de 6 protestas diarias en abril

Informe de abril del Observatorio Cubano de Conflictos. (Captura de imagen/OCC)

Solo en abril ocurrieron en Cuba 203 protestas públicas, un 10% más que en marzo, y la cifra más elevada desde septiembre de 2020, mientras cada vez más cubanos se niegan a colaborar con las fuerzas represivas, revela el informe mensual del Observatorio Cubano de Conflictos (OCC).

Del total de protestas que recoge el reporte, 156 estuvieron relacionadas con los derechos políticos y civiles, y las otras 47 con el respeto a los derechos económicos, sociales y culturales.

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El informe subraya que durante el mes de abril, por la celebración del 8vo Congreso del PCC, "se recrudeció el estado de sitio en el país con medidas extremas de seguridad y aislamiento a activistas".

Entre esas medidas extremas, el OCC menciona, entre otras, los "actos de repudio, golpizas, arrestos arbitrarios, prisión domiciliaria, amenazas de muerte, corte de las comunicaciones, destrucción de sus celulares, asesinato de la reputación en medios de comunicación masiva, vigilancia ilegal y amenazas contra los hijos".

La respuesta de la sociedad civil al incremento de la represión fue más manifestaciones de descontento, señala el informe: "El 57% (117) de las protestas fueron en rechazo a la represión. Eso confirma que reprimiendo solo se logra multiplicar las protestas".

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La organización defensora de los derechos humanos insiste en que "el capital simbólico de la nueva disidencia se incrementa a medida que disminuye el del gobierno cubano".

El OCC destaca las "10 lecciones" que ha dejado este mes de abril

  1. El régimen nunca ha tolerado la disidencia, pero es evidente que es incapaz de extinguirla.
  2. Una vez más se confirma que la represión genera más protestas.
  3. Las protestas por motivos económicos y sociales estuvieron vinculadas fundamentalmente a con la imposición abusiva de multas.
  4. Los observadores pasivos se transforman en participantes de las protestas.
  5. Los mensajes de esta nueva disidencia tienen gran alcance y eficiencia comunicativa que trascienden las fronteras.
  6. El 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba reflejó la enajenación de esa organización y sus líderes respecto a la realidad.
  7. Nuevos sectores sociales suman su voz a los que demandan cambios y respeto a la opinión ajena.
  8. Se quiebra la capacidad movilizativa para tareas represivas y algunos elementos del propio aparato coercitivo comienzan a tomar distancia de aquel.
  9. La escalada represiva refleja el temor del gobierno a una disidencia que no sabe cómo controlar.
  10. Raúl Castro juega con fuego al subestimar la creciente ingobernabilidad.

Según el OCC, la insumisión crece en el país, no disminuye. La organización pone el ejemplo de las manifestaciones en apoyo al artista Luis Manuel Otero Alcántara por su huelga de hambre y sed en los últimos días de abril.

En la isla, no solo se multiplican las protestas políticas, también crecen las manifestaciones públicas por motivos económicos y sociales, en su mayoría relacionadas con la imposición abusiva de multas, la falta de medicamentos, la expansión de la pandemia del COVID-19, la falta de viviendas y el encarecimiento de la vida por la unificación monetaria, indica el reporte mensual.

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La organización subraya que los ciudadanos que antes observaban de forma pasiva las manifestaciones, ahora "comienzan a solidarizarse verbal y físicamente con los agredidos por las autoridades, transformándose de ese modo en participantes de las protestas".

El informe afirma que los códigos simbólicos y comunicativos de la nueva ola disidente, impulsada por grupos como el Movimiento San Isidro y el 27N, "conectan mejor con la totalidad de la población y el resto del mundo". La influencia de artistas e intelectuales ha hecho que las protestas alcancen "un lenguaje universal" que trasciende las fronteras de la isla, afirma.

El Observatorio añade que "un nuevo fenómeno se empieza a percibir" en Cuba: la ciudadanía comienza a negarse a colaborar con la represión, lo que refleja la "quiebra del control ideológico sobre la sociedad".

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El reporté concluye que la situación actual en el país "es mucho más grave e incierta" que la del llamado “periodo especial” en la década del 90.

"Esta vez no es solo una crisis económica sino ideológica y política. Cualquier incidente menor puede generar una cadena incontrolable de sucesos que harían posible un cambio radical, sea de forma pacífica o incluso violenta", advierte el OCC.