La periodista argentina Belén Marty viajó el pasado 23 de septiembre a Cuba, a realizar una serie de trabajos sobre la isla por encargo de la publicación Panam Post. Al regresar a su país, encontró huellas que dejaron desconocidos, en franca intromisión en su vida personal y que denuncia como amenazas por sus informaciones sobre el sistema de salud cubano.
Belén Marty decidió ofrecer una entrevista a Martí Noticias en la que habló de su encuentro con disidentes, de su visita a un hospital en el municipio habanero de San Miguel del Padrón y los pormenores de su regreso a Argentina.
Marty tiene 29 años, es graduada en Comunicación Social por la Universidad Austral (BsAs) y concluyó un Máster en Economía y Ciencia Política, del que actualmente trabaja en la tesis de grado.
¿Cómo y cuándo ocurre tu viaje a Cuba?
Viajé a Cuba el miércoles 23 de septiembre, un día después que se había ido el papa Francisco de Cuba. Fui un poco también a monitorear cómo había sido la visita, como se sentían los cubanos con el Papa; me fui a entrevistar con los disidentes: con Berta Soler y María Cristina Labrada, de las Damas de Blanco, y con José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU). Tuve la oportunidad de encontrarme con otros disidentes independientes y quería monitorear el hecho de que el Papa no se hubiera reunido con los disidentes. Fui cuatro días, al quinto día ya me estaba volviendo.
Me ocurrieron dos cosas interesantes antes de volverme a Buenos Aires, yo viajé desde Costa Rica a Panamá y de Panamá a La Habana. En Costa Rica dos oficiales me entrevistaron sobre mi viaje a Cuba, me hicieron la pregunta de a qué me dedicaba y le dije que era periodista, yo estoy muy orgullosa de serlo, no lo oculto. Me preguntaron cuál era el último artículo que había escrito y dónde me iba a quedar, cuantos días me iba a quedar en Cuba y qué iba a hacer allí.
La verdad es que me puse muy nerviosa porque no es el tipo de pregunta que uno espera que le hagan cuando se está subiendo a un avión.
Y menos en un país democrático como Costa Rica…
Exacto, no entendía muy bien, porque me quedaba todavía la parada en Panamá, me dejaron un poco con sorpresa. De verdad que me asusté y lo puse en mi cuenta de Facebook.
Después cuando llegué a Cuba me dio un poco de trabajo encontrar tarjetas de Wi-Fi, me fui por el Parque Central a ver si las encontraba.
¿Tú te identificaste como periodista al llegar a Cuba?
No me hicieron ningún tipo de pregunta, así que yo tampoco lo dije.
Entonces, te evitaste el trámite con el Centro Internacional de Prensa, ¿verdad?
Sí, porque la verdad es que tampoco sabía si iba a poder hacer algún tipo de trabajo. Fui con mucha cautela porque no sabía con qué me iba a encontrar. Me dije, si no puedo hacer ningún tipo de entrevista, no importa, voy a conocer, a charlar con los cubanos, a tomarme un cafecito y un ron con cola. Me fui a una casa de familia y me hospedé allí. La verdad que todo lo que a uno le cuentan de Cuba, a mi impresión es mucho peor. La verdad que la pobreza me "choqueó" muchísimo. Estuve dos días hasta que conseguí una tarjeta de Wi-Fi, y me pude conectar y avisar a mi familia que había llegado bien porque estaban preocupados.
Yo sabía que me estarían monitoreando de la Seguridad del Estado, no puedo dar fe porque ninguno de ellos se me aproximó, pero sentía que me estaban siguiendo. Me lo confirmó José Daniel Ferrer cuando lo entrevisté, y me dice: "ahí nos están siguiendo". Sentía el miedo constante que viven los cubanos que viven allá dentro. Hasta yo que andaba con un pasaporte argentino ya andaba con miedo.
¿Miedo a qué?
Miedo a no poder hacer una entrevista, es algo tan normal para nosotros. Miedo a que me detengan arbitrariamente y que no me dejen hacer una simple entrevista.
Háblanos de tu encuentro con los disidentes.
Fue muy interesante. Una fue con Berta Soler, que yo la venía siguiendo desde 2009, sus actividades y al Movimiento Damas de Blanco. Me contó cosas que en la Argentina la gente no tiene ni idea... que tiene todos los domingos a la Seguridad del Estado en la puerta de su casa para intimidarla para que no vaya a marchar a pedir por la libertad de los presos políticos. Me contó que han sido brutalmente agredidas por lo menos 22 domingos consecutivos y que le hubiera encantado tenerme el domingo en la marcha, pero me tuve que ir el domingo en la mañana.
José Daniel me contó que estaban muy preocupados por tres compañeros que estaban en huelga de hambre que habían sido arrestados por acercarse al papa Francisco cuando estuvo ahí. Que estaban armando una campaña en UNPACU con octavillas pidiendo por la liberación de ellos. Me contó eso, me mostró videos, yo sentía que hay mucha sed por contar lo que sucede en Cuba.
¿Y con respecto al hospital?
Me habían hablado maravillas del sistema de educación y salud cubanos, como los mejores de la región, que no hay desnutrición y yo quería comprobarlo con mis propios ojos. Había visto la película de Michael Moore, que llevan estadounidenses a la isla y decidí preguntarle a un disidente si me podía llevar, así que me llevó a un hospital por San Miguel (del Padrón).
Había tres cubanos entrando con sábanas, almohadas, uno con una bolsa llena de cosas, medicamentos, y me dice, es que adentro de los hospitales no les dan nada. Me encontré con una o dos enfermeras a lo largo de dos horas que estuve allí.
Me senté en la sala de esperar para saber lo que dicen los cubanos. Escuché mucha crítica, una señora que estuvo como cuatro horas esperando una ambulancia, quise ir al baño y tenía un olor nauseabundo. Había un solo baño habilitado, no tenía puerta, tuve que hacer mis necesidades a la vista de todos, le pedí a mi amigo cubano que le dijera a la gente que nadie se acercara. Los carteles de los consultorios estaban escritos a mano, los médicos parecía que tenían lo máximo 25 años. Había restos biológicos al aire libre, restos tóxicos que deberían estar guardados.
A tu regreso a Buenos Aires, ¿cómo fue que notaste esta intromisión en tu vida privada?
Llegué a mi casa el día 28 de septiembre, una amiga me pasó a buscar al aeropuerto. Abro la puerta y la cerradura no estaba violentada, estaba mi casa patas para arriba, todo revuelto, los cajones de la cocina, el sofá, los almohadones en el piso. Lo primero que uno piensa es "me robaron".
Mi amiga dice, hay una manteca (mantequilla) y está fría. Como diciéndome estuvimos recién. Llegó la policía con un operativo, y el principal que me tomó la denuncia me dice: "la verdad que lo de la manteca tiene un gesto mafioso". Hice un recuento y no me faltaba nada de valor, tenía dos relojes de marca y anteojos que no me los habían llevado.
Yo creo que lo que sucedió fue el viaje a Cuba, porque todo comenzó en ese interrogatorio en Costa Rica. Esto no le sucede a cualquier argentino que viaja a Varadero, esto me sucedió a mí.
El jueves (2 de octubre) tengo una reunión con la gente de CADAL (Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina), el jueves en la tarde regreso a mi casa y ella me dice: "¿Qué esa carta que tienes ahí?". La abro y era una hoja de cuaderno con una frase impresa "Que tengas buen día". Me dije, esto es un tipo de mensaje, ya había sacado mi artículo de salud de Cuba.
Luego amplié la denuncia y el comisario me dijo: "Esto no es un robo, acá hay algo más". No sé quién pudo haber hecho esto, se ve que a alguien le molestó mi viaje a Cuba, alguien no quiere que (se) sepa la verdad del viaje a Cuba y me estaban tratando de intimidar.
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