Artistas e intelectuales cubanos piden la libertad de los encarcelados por las protestas del 11 de julio

Agentes de la policía política detienen a un manifestante el 11 de julio, en La Habana. Las condenas posteriores han sido duramente criticadas por la sociedad civil cubana. (AP/Ramón Espinosa).

Un grupo de intelectuales y artistas cubanos demandaron este lunes la excarcelación de los manifestantes del 11 y 12 de julio.

Los signatarios del "Manifiesto contra el silencio, por la justicia", lamentan que el Estado ha respondido "con una violencia política y jurídica desproporcionada y metódica, que rebasa con mucho los episodios puntuales y espontáneos de violencia cometidos durante el estallido por algunos ciudadanos".

Radio Televisión Martí habló sobre la relevancia de este reclamo con cuatro de sus firmantes.

“Es una iniciativa de un grupo de intelectuales residentes en la Isla, a los cuales se han sumado varios artistas e intelectuales que viven fuera de la isla, acompañando el gesto, y pretende llamar al imperio de la justicia y de la transparencia sobre la situación que viven los presos políticos, que viven sus familias”, dijo el profesor e historiador Leonardo Fernández Otaño.

“Sobre todo, teniendo en cuenta que estamos hablando de los sujetos que investigamos, de los sujetos a los cuales van nuestras obras y que tienen como centro de nuestra labor académica, investigativa, sus vidas, sus existencias, sus realidades”, recalcó Fernández Otaño.

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Por su parte, el analista y activista político, Boris González Arenas, explicó que el documento solicita el apoyo de intelectuales y artistas “por la importancia que tienen como hacedores de información”.

“Nosotros tenemos presos políticos en Cuba desde el mismo 1959, cuando el comunismo llegó al poder, porque comunismo y presos políticos parecen tener una relación indisociable. Y lo que estamos viendo es una renovación de las prácticas represivas, de la violencia de Estado, del crimen de Estado bajo el gobierno de Miguel Díaz-Canel”, subrayó.

La declaración indica que “las penas dictadas son escarnios públicos contra toda la sociedad cubana —más allá de simpatías ideológicas o militancias políticas— para impedir cualquier intento de protagonismo activo de las personas en los destinos de su país".

Por lo que estima que es “un deber intelectual general de académicos y artistas, en cualquier época y sociedad, condenar la violencia y la arbitrariedad sin dobles raseros; sin dispensas ideológicas o subterfugios de realpolitik".

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“Creo que el Gobierno ha dado señales de estarse blindando, legalmente más aún, para reprimir al tipo de personas que encarceló en la Primavera Negra. Todos los decretos de los últimos dos años y un poco más allá, son decretos que vienen a cerrar ese blindaje para que nadie pueda disentir sin pensar que va a ir a la cárcel”, subrayó la periodista independiente y feminista Marta María Ramírez.

Un poco después de los juicios de la Primavera Negra, el 19 de abril de 2003, artistas y escritores dentro de la Isla suscribieron una carta respaldando el encarcelamiento de 75 disidentes, el fusilamiento de tres jóvenes y las sentencias a cadena perpetua de otros cuatro por haber secuestrado una lancha con la intención de llegar a Estados Unidos.

“Son otros tiempos; cuando la Primavera Negra, las instituciones, la UNEAC, el Consejo de la Plástica, llamaban a los artistas y eran bastante insistentes para hacer que los artistas y escritores firmaran. Ahora son otras circunstancias. No creo que tengan ningún poder, en este momento, las instituciones culturales cubanas, las instituciones, supuestamente, intelectuales cubanas, para pedirle a nadie que firme una carta a favor de lo que ha hecho el régimen de Díaz-Canel con los manifestantes del 11J”, resaltó la artista Tania Bruguera.

“Creo que estamos viviendo una situación desde la que es imposible mirar hacia atrás y el régimen lo sabe. Y es que estamos viviendo, no ya la Primavera Negra, sino la Primavera Cruel, digamos, porque el nivel de crueldad que ha tenido ese régimen y Díaz-Canel, en específico, que está a la cabeza y está también completamente al tanto de todo lo que está sucediendo, no tiene precedentes”, expresó la multipremiada artista.

“Lo que están haciendo en Cuba es de una atrocidad tal que no hay manera de justificarla; incluso personas que antes no se habían dispuesto a hablar ya no callan. Y como ustedes saben una vez que uno empieza a hablar en libertad, no hay manera que se la vuelvan a quitar. Entonces creo que ahora todos los artistas, todos los intelectuales, estamos junto al pueblo, horrorizados de lo que está sucediendo en Cuba y el nivel de violencia política y el nivel de crueldad con el que está operando el sistema”, señaló.

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En ese sentido Marta María Ramírez considera que “hay una intelectualidad cubana que es mucho más consciente, más variopinta en su ideología, que ha apuntado a que no se puede seguir haciendo silencio y no se puede seguir siendo cómplice de escarmientos en lugar de justicia”.

“Los juicios han sido juicios poco transparentes, amañados, con una represión importante. Entonces, aquí hay una intelectualidad que no quiere ser cómplice de semejante barbarie, y me incluyo. No se puede encarcelar la pobreza y, en cualquier caso, si son personas que incurrieron en actos vandálicos dentro de las protestas, hay otras vías”, puntualizó Ramírez y añadió:

“Yo creo que esto es una respuesta a la violencia que viven esas poblaciones contantemente, que vivimos todos. La violencia del Estado en Cuba está naturalizada, la violencia policial en Cuba está naturalizada. Entonces apunta a dejar la complicidad, más allá de las ideologías, por las firmas que veo que toda persona con sentido de la justicia, debía estar firmando esa carta”.

La proclamación concluye exigiendo la libertad de los participantes en las protestas populares “y la delimitación ulterior, precisa, proporcional y estrictamente apegada a Derecho, de las responsabilidades privadas y públicas ante la violencia asociada al estallido. La forma concreta de iniciar tal proceder —por una Amnistía o fórmula similar— puede ser objeto de debate; su sustancia no. El Derecho no puede subordinar a la Justicia”.