El artista cubano Armando Mariño esperó once años para exponer un grito contra los genocidios: se trata de su instalación Sweet dreams, en la que exhibe algo más de una docena de colchones expandidos por el piso, pintados con el rostro de dictadores y “hombres malos” como Stalin, Pinochet, Fidel Castro, Hitler, el Che Guevara y otros más.
Mariño (Santiago de Cuba, 1968) es un pintor apegado a las formas más tradicionales de la pintura, su mejor vehículo es el óleo sobre lienzo, pero aprovecha algunas ocasiones para explotar ante el público con otras herramientas. El pasado 22 de mayo expuso en la galería del The Watermill Center, de New York, esta pieza que había pensado en 2005 en una academia en Holanda.
“Al final, cuando se iban a realizar los ‘open studios’, y luego de haber estado trabajando en varios colchones a la vez, no se pudo exhibir por falta de espacio. La idea me gustó siempre, me pareció que era atemporal, especialmente ahora que estamos escuchando todo el tiempo fenómenos de genocidio y de dictadores que han exterminado grandes porciones de la población”, indica Mariño.
Después lo volvió a intentar en una fallida bienal de Portugal, y tampoco pudo, por eso se cumplió la sentencia de que “a la tercera va la vencida”. Y asegura que se sintió muy bien observando la interacción que la gente tuvo con los colchones que eligieron en la galería neoyorquina.
“Es interesante, porque los colchones estaban ahí para eso, y la gente saltaban arriba de los colchones como niños. Se acostaron en ellos, leyeron parte de los libros que estaban alrededor y era muy curioso como preguntaban ‘¿Y este quién es?’, ‘¿Por qué no está este y por qué falta el otro?’ y la razón de por qué faltan algunos es porque no me alcanzó el tiempo ni los colchones, porque la lista es interminable”, añadió.
Contrario a lo que pasa con sus pinturas y esculturas, que están en manos de coleccionistas e instituciones importantes en el mundo, cuando termina una instalación la tira al tacho de basura.
Tu obra es eminentemente social, te vas de Cuba y te enfrentas a una realidad donde la gente sigue protestando… eso se puede observar en Pinturas recientes del Año del Manifestante (2012).
“La inconformidad social en el mundo -a diferencia de Cuba, donde no se puede protestar-, es enorme. Desgraciadamente ya sabemos lo que pasa en Cuba con aquellos que protestan: desaparecen de la vida pública, los meten en las cárceles, son golpeados, son torturados... Eso fue lo que sucedió, era un año en que estaban sucediendo ‘revoluciones” en el Medio Oriente y aquí había ese movimiento de ‘okupas’. Allí se daban porque eran sociedades totalitarias, donde el dictador es la figura principal, justo como pasa en Cuba. Ellos tuvieron la suerte de sacar a esos dictadores del poder tratar de reescribir o de inventarse otra sociedad, hemos visto que no sucedió casi nada, pero el movimiento social estuvo ahí”, argumenta Mariño.
Armando Mariño se graduó en la Escuela de Arte "José Joaquín Tejada", de su ciudad natal, al oriente de la isla; salió de Cuba en 1997, vivió 15 años entre España y Francia (donde tuvo sus hijos) y hace seis años se mudó a New York.
La isla y su obra están bastante distantes: “No estoy pendiente de lo que pasa allí las 24 horas del día. Gracias a Dios tengo bastante amigos cubanos alrededor y con ellos tengo bastante Cuba, o la Cuba necesaria. Ellos comparten mis ideas, mis principios y mis maneras de ver las cosas, pero eso es bastante distinto a lo que yo plasmo en mi obra”.
Mariño recibió Mención de Honor en el XXX Festival Internacional de Pintura, Château-Musée Grimaldi. Cagnes sur Mer. Francia 1998; y es graduado de la Rijksakademie van beeldende kunsten/Dutch Ministry of Education, Culture and Science, (Holanda) 2004-2005.
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