Entre los más de 50 millones de hispanos que viven en Estados Unidos la decisión del Tribunal Supremo sobre la constitucionalidad de la ley de inmigración del estado de Arizona creó zozobra, desaliento y temor.
Los casi dos millones de cubanoamericanos que residen en este país están ajenos a ese sentimiento, ya que es bueno recalcar que quienes llegan a Estados Unidos provenientes de Cuba reciben un trato privilegiado.
Para los oriundos de México, América Central, América del Sur y el Caribe – con la excepción de los puertorriqueños que son ciudadanos estadounidenses al nacer – las leyes de inmigración les tocan muy de cerca.
Hay muchos que ya son ciudadanos o por lo menos residentes legales en Estados Unidos. No obstante, casi todos tienen parientes, o por lo menos amigos allegados indocumentados que de lo contrario, podrían vivir sin temor en este país. Son 11 o 12 millones los afectados, y esto es solo un estimado, porque cuando se vive en la sombra, con miedo a que en cualquier momento los detengan, les pidan los papeles y los deporten, a veces es preferible que ni siquiera los cuenten. Por eso es que la decisión del Tribunal Supremo creó esa terrible desazón en millones de hispanos.
Es cierto que los jueces de última instancia en Estados Unidos declararon inconstitucional tres partes de la ley de inmigración de Arizona que imponían penalidades adicionales a los indocumentados. Pero el mismo tribunal, en forma unánime dejó vigente, por ahora, un acápite de la ley que permite a los funcionarios policiales del estado pedir los papeles que demuestran su legalidad en este país a toda persona que sea detenida por otras razones.
Los jueces dejaron ver que su decisión podría ser examinada de nuevo en el futuro, si hay evidencia que dichas detenciones son discriminatorias; o sea si las fuerzas del orden público detienen a las personas por el color de su piel, por si buscan trabajo en las calles, o si están hablando en español.
Mientras tanto, el temor radica en que otros estados imiten la ley de Arizona. Ya hay cinco que tienen leyes similares. Y muchos miran con reserva lo que pudiera pasar a las personas detenidas, ahora que el Tribunal Supremo le ha dado, por lo menos un pláceme temporal.
Esta ley, sin embargo, no afecta en nada a los que vienen de Cuba. Los que vienen con visas llegan en forma legal. Y los que tocan tierra americana – si no son detenidos en alta mar o antes de cruzar la frontera – tienen derecho a quedarse en este país legalmente y a recibir en un año y un día su residencia.
Los cubanos deben cuidar este privilegio, pues como cualquier otra ley, puede ser cambiada. Ya existen congresistas y senadores que quieren eliminar el privilegio que tienen los cubanos bajo la Ley de Ajuste Cubano, aprobada en 1966. También hay quienes desean eliminar la ley de “pie-seco; pie-mojado” que permite la permanencia en este país a todo el que toque tierra americana.
Por ahora los cubanos que llegan a Estados Unidos pueden estar tranquilos. Ninguna de estas peleas de inmigración los afecta. Pero atentos: porque en cualquier momento pueden tratar de eliminarla.
Para los oriundos de México, América Central, América del Sur y el Caribe – con la excepción de los puertorriqueños que son ciudadanos estadounidenses al nacer – las leyes de inmigración les tocan muy de cerca.
Hay muchos que ya son ciudadanos o por lo menos residentes legales en Estados Unidos. No obstante, casi todos tienen parientes, o por lo menos amigos allegados indocumentados que de lo contrario, podrían vivir sin temor en este país. Son 11 o 12 millones los afectados, y esto es solo un estimado, porque cuando se vive en la sombra, con miedo a que en cualquier momento los detengan, les pidan los papeles y los deporten, a veces es preferible que ni siquiera los cuenten. Por eso es que la decisión del Tribunal Supremo creó esa terrible desazón en millones de hispanos.
Es cierto que los jueces de última instancia en Estados Unidos declararon inconstitucional tres partes de la ley de inmigración de Arizona que imponían penalidades adicionales a los indocumentados. Pero el mismo tribunal, en forma unánime dejó vigente, por ahora, un acápite de la ley que permite a los funcionarios policiales del estado pedir los papeles que demuestran su legalidad en este país a toda persona que sea detenida por otras razones.
Los jueces dejaron ver que su decisión podría ser examinada de nuevo en el futuro, si hay evidencia que dichas detenciones son discriminatorias; o sea si las fuerzas del orden público detienen a las personas por el color de su piel, por si buscan trabajo en las calles, o si están hablando en español.
Mientras tanto, el temor radica en que otros estados imiten la ley de Arizona. Ya hay cinco que tienen leyes similares. Y muchos miran con reserva lo que pudiera pasar a las personas detenidas, ahora que el Tribunal Supremo le ha dado, por lo menos un pláceme temporal.
Esta ley, sin embargo, no afecta en nada a los que vienen de Cuba. Los que vienen con visas llegan en forma legal. Y los que tocan tierra americana – si no son detenidos en alta mar o antes de cruzar la frontera – tienen derecho a quedarse en este país legalmente y a recibir en un año y un día su residencia.
Los cubanos deben cuidar este privilegio, pues como cualquier otra ley, puede ser cambiada. Ya existen congresistas y senadores que quieren eliminar el privilegio que tienen los cubanos bajo la Ley de Ajuste Cubano, aprobada en 1966. También hay quienes desean eliminar la ley de “pie-seco; pie-mojado” que permite la permanencia en este país a todo el que toque tierra americana.
Por ahora los cubanos que llegan a Estados Unidos pueden estar tranquilos. Ninguna de estas peleas de inmigración los afecta. Pero atentos: porque en cualquier momento pueden tratar de eliminarla.