Observar a un país que en una época fuese rico no poder pagar sus deudas internacionales es algo triste. No podemos decir lo mismo cuando ese país no ha podido cumplir con sus obligaciones internacionales ocho veces.
Hay muchas explicaciones, algunas de ellas con alguna validez. Es cierto que la crisis económica por la cual atraviesa Argentina en estos días fue en parte creada por un pequeño grupo de acreedores internacionales que en las últimas dos veces en las que el país no pudo cumplir con sus obligaciones – en el 2005 y en el 2010 - se negaron a aceptar el plan propuesto para pagar la deuda.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene nombre para este tipo de acreedores. Les llama los “fondos buitres”. Con NML Capital al frente, estos acreedores exigieron que Argentina les pagara los $1,300 millones más el interés que les debía antes de poder negociar un nuevo arreglo para pagar la actual deuda.
Para Argentina esto quiere decir que tiene que negociar primero con estos acreedores o de nuevo conceder que no puede pagar su deuda externa. Al principio de estas negociaciones el Ministro de Economía de Argentina, Axel Kicillof, ni siquiera quiso reunirse con los representantes de estos acreedores. Por fin lo hizo el 29 de julio, un día antes de que se venciera el plazo para que Argentina tuviera que pagar su deuda. Por supuesto que las dos partes no se pusieron de acuerdo.
Esto quiere decir que una vez más, a partir del 30 de julio, Argentina no ha podido cumplir con sus obligaciones internacionales. El juez de Nueva York Thomas Griesa obligó a Argentina a pagarle a JP Morgan – en forma excepcional – los intereses de la deuda vencida en el 2005 y en el 2010. El juez hizo algo parecido con Citibank y con una serie de bancos europeos.
Los expertos dicen que esta vez la economía Argentina está en mejores condiciones que otras veces, ya que por los últimos 13 años no ha tenido acceso a préstamos extranjeros. Dicen que si Argentina no puede pagar, la actual crisis no va a ser tan dañina para los argentinos como en otras oportunidades.
Así y todo, los argentinos conocen bien el paño. Ellos saben a ciencias ciertas lo que ocurre cuando el gobierno empieza a imprimir pesos sin el respaldo adecuado.
Yo viví en Argentina en unos de esos tiempos. En 11 meses que viví en el país de julio de 1970 a mayo del 1971, Argentina tuvo tres presidentes – todos ellos generales. Al llegar al país el 4 de julio, el cambio estaba a 350 pesos por dólar. Cuando me fui del país en mayo de 1971 me daban 1,400 pesos argentinos por un dólar. Y de ahí las cosas se fueron de mal en peor.
En un momento la hiperinflación en Argentina fue bestial. Los mercados no ponían precios a la comida. Ellos anotaban los precios en una pizarra que cambiaban dos veces al día
Por ahora nadie dice que Argentina volverá a sufrir ese tipo de caos económico. Esta vez las cosas no van a ser tan dramáticas. Ojalá así sea, por mis amigos argentinos y por el pueblo de esa nación tan orgullosa de sus logros.
De acuerdo a la revista inglesa The Economist, nueve de los 10 países que con más frecuencia no pueden pagar sus deudas internacionales están en América Latina. Ellos son: Ecuador, Venezuela, Uruguay, Perú, Brasil, Chile y México.
Los gobiernos siempre tratan de evitar no poder pagar su deuda internacional y hacen todo lo posible por ponerse a bien con los bancos y acreedores internacionales que son los que les prestan el dinero en los momentos más difíciles.
Las noticias siempre hablan de los países que no pueden pagar su obligaciones. Pocas veces cuentan el drama por el que atraviesan sus ciudadanos.
La semana pasado los clientes de una sucursal del Banco HSBC en Argentina se encontraron con la desagradable sorpresa que al ir al banco el gerente les daba una tarjeta para que ellos firmaran. Dicha tarjeta decía que ellos autorizaban a una “autoridad competente” a “realizar violentaciones” para ver el contenido de las mismas.
Clarín, el diario más grande de la Argentina, publicó la nota.
En el banco todos trataban de explicar lo que ocurría. Algunos decían que no había nada nuevo, Decían que una “autoridad competente” era sinónimo de “una orden judicial”. Nadie se fue contento.
Los argentinos han vivido este tipo de situaciones en el pasado. En casos de mucha emergencia, el gobierno se atribuye el derecho a abrir las cajas de seguridad privadas y confiscar los dólares que encuentren para con ellos ayudar a pagar la deuda externa.
Guillermo I. Martínez reside en el Sur de la Florida. Su correo electrónico es Guimar123@gmail.com