Un nuevo intento de realizar reformas bipartidistas al sistema de inmigración y fortalecer la seguridad fronteriza está tomando forma en el Congreso de Estados Unidos, mientras miles de migrantes esperan al otro lado de la frontera con México de cara al fin de los controles del Título 42 la próxima semana.
Han pasado 37 años desde que el Congreso aprobó una reforma migratoria significativa, pero un volumen persistentemente alto de migrantes y una aguda escasez de mano de obra han motivado a los legisladores. Al mismo tiempo, muchos republicanos citan el flujo de drogas ilegales hacia Estados Unidos a través de los puertos de entrada como motivo para endurecer los controles en las zonas fronterizas.
La Cámara de Representantes, de mayoría republicana, tiene previsto aprobar la próxima semana un paquete de medidas de seguridad fronteriza para imponer restricciones más severas a los solicitantes de asilo, reanudar la construcción de un muro a lo largo de la frontera suroeste con México y ampliar las fuerzas de seguridad federales.
La medida está programada para que coincida con el vencimiento el 11 de mayo del Título 42, que entró en vigor bajo el gobierno del expresidente Donald Trump al comienzo de la pandemia de COVID-19. Permite a las autoridades estadounidenses expulsar a los migrantes a México sin la posibilidad de solicitar asilo.
El martes, el gobierno de Biden anunció que desplegaría temporalmente 1.500 soldados adicionales en la frontera entre Estados Unidos y México en previsión de un posible aumento de la inmigración ilegal.
A pesar de lo que algunos califican de campaña "antiinmigrantes", varios senadores demócratas y republicanos dijeron que esperan con impaciencia un proyecto de ley de este tipo.
El senador republicano Thom Tillis dijo que el fin del Título 42 "prepara el terreno" para que el Congreso elabore nuevas leyes de control fronterizo, ya que los republicanos prevén una oleada de nuevas llegadas de inmigrantes.
Un proyecto de ley aprobado por la Cámara baja es "algo sobre lo que podemos construir", dijo Tillis, que está trabajando con la senadora independiente Krysten Sinema de Arizona y otros. "Nos da cierto margen para conseguir el apoyo que necesitamos en el Senado" para una legislación más extensa.
Tillis dijo que alcanzar una avenencia podría llevar de dos a tres meses. Los senadores no se hacían ilusiones de que fuera una tarea fácil.
El demócrata Dick Durbin, número 2 de la bancada oficialista en el Senado, dijo que el proyecto de la Cámara de Representantes daría pistas sobre las intenciones de los republicanos. Añadió que en conversaciones con otros senadores, "una de las primeras cosas que dicen es 'bueno, si la Cámara inicia la conversación creo que podemos llegar a algún sitio'. Ya veremos".
Desde la promulgación en 1986 de las reformas migratorias que dieron lugar a que unos 3 millones de inmigrantes obtuvieran un estatus legal, el Congreso ha fracasado repetidamente a la hora de actualizar las políticas del país.
Alrededor de 11 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos podrían estar interesados en el resultado de este último esfuerzo, junto con las empresas estadounidenses ávidas de trabajadores.
Para tener éxito, los 48 demócratas del Senado y los tres independientes deberán votar a favor de un acuerdo migratorio -teniendo en cuenta las perspectivas de reelección para 2024-, además de conseguir el respaldo de al menos nueve republicanos y el apoyo de la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos.
"Es un acto de equilibrio en la cuerda floja", así lo describió el senador republicano John Cornyn, del estado fronterizo de Texas, añadiendo que era "el único camino a seguir".
LAS ESTRELLAS SE ALINEAN
La Cámara de Comercio de Estados Unidos, la mayor asociación empresarial del país, ha lanzado una campaña en la que insta al Congreso a actuar. La campaña cuenta con el respaldo de 400 grupos, desde la American Farm Bureau Federation hasta la U.S. Travel Association.
Otras presiones externas, diferentes al vencimiento del Título 42, podrían impulsar las perspectivas de una iniciativa para 2023.
Entre las cuestiones que preocupan a los legisladores figura la epidemia de muertes por fentanilo, que se transporta principalmente a través de los puertos estadounidenses. Los republicanos argumentan que ahí es donde entra el componente de seguridad fronteriza.
En tanto, los estados controlados por los republicanos ven cómo sus empresas agrícolas, ganaderas, de procesamiento de alimentos y de fabricación piden trabajadores, un vacío que los inmigrantes podrían llenar si no fuera por el torpe sistema de visados de Washington.
Por último, la aprobación de un proyecto de ley de inmigración junto con el refuerzo de la seguridad fronteriza podría impulsar la campaña de reelección del presidente Joe Biden y dar a los candidatos republicanos algo que celebrar también.
CINCO PUNTOS
El proyecto de ley de la Cámara de Representantes abordaría algunos de los cinco puntos de la iniciativa Tillis-Sinema, según una fuente del Senado familiarizada con su trabajo.
En general, incluyen una modernización del lento sistema de asilo, mejoras en la concesión de visados y medidas para autorizar más eficazmente a los inmigrantes, ya sean obreros y trabajadores sanitarios o médicos e ingenieros, a ocupar puestos de trabajo en Estados Unidos.
El senador republicano James Lankford caracterizó el punto del asilo como la pieza clave. "No lo conseguiremos todo, pero tenemos que tener esa parte", dijo. El senador demócrata Chris Coons, hizo hincapié en las necesidades de mano de obra inmigrante.
También está el destino de los 580.000 "Dreamers" inscritos en el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Son los indocumentados que fueron llevados a Estados Unidos cuando eran niños.
Los republicanos han bloqueado una vía para que accedan a la ciudadanía durante dos décadas, argumentando que eso animaría a más personas a emprender el peligroso viaje a la frontera.
Los senadores reconocen que quizá haya que abandonar algunos de sus objetivos para alcanzar un acuerdo ¿Pero cuáles?
El senador demócrata Chris Murphy, que consiguió el año pasado la aprobación de la primera gran ley de control de armas en unas tres décadas, lo hizo en parte reconociendo que una ley demasiado ambiciosa es una receta para el fracaso.
Cuando se le preguntó sobre cuán difícil es conseguir una ley de inmigración en comparación con otras batallas recientes, como el control de armas, el matrimonio homosexual y las inversiones en infraestructuras, Murphy respondió, "es un 11 en una escala de 10".