La visita del presidente Barack Obama a La Habana, está llena de mensajes encriptados y tácticas defensivas. ¿Por qué durante el primer encuentro entre ambos mandatarios, antes del inicio de la ceremonia oficial, no vimos al primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel, y si al príncipe Alejandro Castro?
Fue público y harto notorio, que mientras el presidente de Estados Unidos viajaba en el Air Force One con destino a la terminal José Martí del aeropuerto de Rancho Boyeros; el no tan hospitalario gobierno cubano reprimía brutalmente una manifestación pacífica de las Damas de Blanco y activistas por los derechos civiles, dejándonos ver su progreso en materia de Derechos Humanos.
También vimos que Raúl Castro no se encontraba encabezando la delegación que recibió al importante visitante, en su lugar, se encontraba el canciller Bruno Rodríguez Parrilla y otros funcionarios de menor importancia dentro del gobierno cubano. No digo que es un exagerado irrespeto al protocolo de la diplomacia; pero sí que el hecho es considerado como una reverenda ordinariez después de todo el esmero que puso Estados Unidos en acercarse a la isla.
Muy curioso también fue ver que durante el primer encuentro fraternal entre ambos mandatarios, después que Barack Obama depositó la ofrenda floral ante el monumento al Héroe Nacional de Cuba, en la ceremonia de recibimiento oficial celebrada en el salón de las arecas del Palacio de la Revolución; no estaba ninguno de los vicepresidentes sino el príncipe Alejandro Castro.
Quizás este tipo de actuaciones no sea muy protocolar; pero tiene una explicación. Ahora mismo el gobierno de Cuba está enfrentando un estado de emergencia sin alerta roja, una situación de movilización, una realidad de Guerra en condiciones de paz, y no por la inusual visita de un presidente norteamericano, para nada, es porque la cosas en palacio se debilitan; el Ministerio del Interior tiene la plaza de ministro vacante porque el recién nombrado Carlos Fernández Gondín fue separado de funciones por sospechosas situaciones ajenas a su voluntad.
Ante una situación así, y de conformidad con algún artículo inventado que aún no se establece dentro de la Constitución, el país se encuentra bajo el control de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional que dirige, quién les dije: el príncipe Alejandro Castro.
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