Por un CUC, academia privada enseña buenos modales

Mesa para un banquete.

Ofrece clases de buenos modales e inglés a jóvenes que quieren trabajar en negocios, ventas, gastronomía, servicio a diplomáticos u organización de eventos.
Muchas de las 188 categorías de trabajo por cuenta propia que el gobierno cubano autorizó a partir de septiembre del 2010 sólo vinieron a legalizar iniciativas de cubanos bien despiertos, capaces de identificar y explotar un nicho de mercado con una demanda en un país agobiado por múltiples necesidades insatisfechas.

Sólo que antes de que se incorporaran al cuentpropismo sus productos o servicios eran ofertados “por la izquierda”, moviéndose con sigilo en una vastísima área de prohibiciones y penalizaciones.

Un payaso en La Habana.

Muestras recientes de la creatividad de esos emprendedores son los paquetes de parques inflables y servicios complementarios (payaso, mago, etc.) que ahora se ofertan para fiestas infantiles; las improvisadas salas de cine en tercera dimensión; y mucho antes, los agentes inmobiliarios que el gobierno acaba de legalizar y cuya actividad trascendía ampliamente los márgenes de las permitidas permutas.

En el portal digital de clasificados cubanos revolico.com se puede ver otra muestra de la ingeniosidad que despliegan los bisoños emprendedores cubanos. Un anuncio del pasado verano presenta una convocatoria para estudiar en la Academia de Buenos Modales (ABM) - Ciencia con Arte.

Por un precio relativamente módico de un peso convertible o CUC (24 pesos moneda nacional), los interesados podían inscribirse en un curso de verano de dos días en el centro ubicado en la calle 9na de Miramar, municipio Playa.

El anuncio define, como en cualquier empresa capitalista, la misión del negocio, identificando sus productos y mercado, y las capacidades que están a su disposición o pueden llegar a estarlo:

Un mesero sirve copas de Daiquiri.

“Formamos profesionales para pequeños negocios e impartimos cursos sobre gastronomía profesional, servicios a embajadas y eventos. Ofrecemos asesoramiento a titulares de negocios”.

“Enseñanza itinerante, podemos ofrecerla en cualquier parte del mundo, garantizado con certificado incluido y reconocimiento internacional”.

La presentación también ofrece una breve visión:

“Somos una Academia Cubana de Buenos Modales, escuela de Impacto y líder en formación profesional en el mejoramiento humano”.

Su directora, Felisa Mercedes Cabrera, prefirió no hablar con martinoticias.com después de haber concertado una entrevista. Es humano. La señora tiene una pequeña empresa de éxito, y en Cuba uno nunca sabe si quien habla al otro lado de la línea es realmente quien dice ser.

Pero la señora Cabrera sí accedió a una entrevista con el corresponsal de la agencia italiana ANSA en Cuba.

Según le dijo a mi ex compañero de la Escuela de Periodismo Francisco Forteza, la academia ofrece entrenar a jóvenes para trabajos en la gastronomía, y enseñarles normas de conducta cotidiana "que se han perdido en Cuba”.

No obstante, ella enfatiza que la ve más “como un lugar para divulgar reglas de convivencia que como un negocio”. La finalidad del curso, según el aviso en revolico.com, era “intercambiar experiencias y mejorar el desempeño laboral”. Y la directora aclara que los alumnos pagan a la academia “lo que les permitan sus reducidos bolsillos”.

La señora Cabrera precisó a ANSA que los graduados pueden trabajar como vendedores ambulantes, trabajadores domésticos, camareros de paladares y hasta personal especializado en el servicio diplomático. Se gradúan demostrando sus habilidades como camareros, dependientes de venta de alimentos, preparadores de eventos de salón y otros servicios especializados.

Resalta asimismo que los padres de los muchachos se entusiasman con su Academia de Buenos Modales porque sus hijos, tras asistir a los cursos, ya no gritan por todo, y dan con más frecuencia los buenos días, “cosa que la gente ya no acostumbra hacer en este país”.

EL PROBLEMA EXISTE, PERO NO ES MI CULPA

Miles de jóvenes bailan en la playa de Jibacoa

A mediados de año ante la Asamblea Nacional el gobernante Raúl Castro admitió una creciente pérdida de valores y buenas costumbres en Cuba, lo cual atribuyó a la crisis económica del período especial.

Como parte de esa decadencia Castro identificó conductas como gritar a viva voz en plena calle, usar indiscriminadamente palabras obscenas; chabacanería al hablar; irrespeto al derecho de los vecinos; e ignorar las más elementales normas de civismo, caballerosidad y respeto.

El periodista independiente Luis Cino ha escrito en Primavera Digital que los vencedores de la revolución de 1959 se quedaron con todo lo de los vencidos, menos con los valores. "No les interesaban. Les repugnaban y parecían obsoletos los usos y costumbres de la clase derrotada".

Pero los valores --dice Cino-- “no eran burgueses, eran simplemente eso: valores. Y ahora es muy difícil traerlos de vuelta (...) Más difícil todavía si se los quiere hacer volver con multas y decretos”.