Cien años después la mayoría de los rusos considera que el asesinato de los zares por parte de los comunistas, cuyo centenario se recuerda mañana, fue un "crimen monstruoso", según los resultados de una encuesta divulgados hoy y realizada por el Centro Ruso de Estudios de la Opinión Publica.
El Zar no sólo fue ultimado en este día hace 100 años, sino que sus hijas fueron asesinadas ante él por los representantes de un sistema (comunista) que aún perdura en Cuba, Venezuela, Bolivia, China, Vietnam, Laos y Cambodia, y que por demás pretenden tomar el poder en España, como ya lo intentaron en 1936, de la mano de Podemos y el PSOE.
El 57 % de los encuestados opina que el asesinato del último zar de Rusia, Nicolás II, y su familia, perpetrado por los bolcheviques el 17 de julio de 1918 en la ciudad de Yekaterimburgo, fue un "crimen monstruoso y sin justificación alguna".
Según el 27 % de los participantes en el sondeo, Nicolás II merecía ser castigado, pero no de esa manera.
Y sólo el 3 % consideró que el fusilamiento del zar y su familia fue "un justo castigo por los errores del emperador".
De acuerdo con la encuesta, la figura del Nicolás II suscita las simpatías del 43 % de los rusos, mientras que el 22 % la evaluó de manera negativa.
el asesinato del último zar de Rusia y su familia, perpetrado por los bolcheviques el 17 de julio de 1918 en Yekaterimburgo, fue un "crimen monstruoso y sin justificación alguna"
"El relato soviético acerca que el fusilamiento del zar y su familia por los bolcheviques (...) fue necesario y el justo castigo por los errores y crímenes de la dinastía Románov ha perdido todo viso de credibilidad", dijo el director del VTSIOM, Valeri Fiódorov, al comentar los resultados del sondeo.
La noche del 16 al 17 de julio de 1918 el sótano de la casa Ipatiev, en la ciudad siberiana de Ekaterinburgo, fue escenario de una tragedia que, como todos los crímenes de la izquierda, no ha contado con la suficiente solidaridad en los estamentos mediáticos y políticos del mundo occidental para quienes parece que todos los muertos son iguales pero unos son más iguales que otros.
El emperador Nicolás II de Rusia, su esposa, Alejandra, y sus hijos, Alexei, Olga, Tatiana, María y Anastasia, fueron asesinados por sus carceleros comunistas junto al doctor que cuidaba del Zarévich hemofílico, Eugene Botkin, Alexei Trupp, ayuda de cámara, la doncella Ana Demídova, e Ivan Kharinotov, el cocinero.
Asegura José Luis Sampedro Escolar en el diario español ABC que estos asesinatos representan una gota de sangre en el inmenso océano que produjeron los comunistas durante todo el siglo XX con la práctica del exterminio de clasce que, siguiendo el ejemplo del Terror francés revolucionario, en el antiguo imperio de los zares y en todo lugar donde actuaron: en el resto de Europa (Katyn, Budapest, Praga, …) y en todo el orbe, desde China y Camboya a Cuba, sin olvidar tantos otros pueblos masacrados, como el etíope o el angoleño. España, desgraciadamente, también puede exhibir una ejecutoria de miles de víctimas de esta ideología de muerte, comenzada años antes del inicio de la contienda de 1936 y finalizada en 2010, con el último crimen mortal de la banda terrorista ETA, cuya víctima fue, curiosamente, un agente de policía francés.