El amotinado jefe de los mercenarios rusos, Yevgeny Prigozhin, dijo el sábado que ordenó a sus combatientes que dieran media vuelta y regresaran a sus bases para evitar el derramamiento de sangre.
Prigozhin declaró que sus combatientes habían avanzado hasta 200 km de Moscú en las últimas 24 horas.
"Ha llegado el momento de que se puede derramar sangre. Por eso, comprendiendo toda la responsabilidad de que se derrame sangre rusa por una de las partes, nuestras columnas dan media vuelta y regresamos a nuestras bases de acuerdo al plan", afirmó en un mensaje de audio en su canal de Telegram.
Prigozhin dijo que las élites militares rusas, contra las cuales se rebeló, "querían desintegrar a Wagner" y explicó que por ello anunció la "marcha por la justicia" que comenzó en la ciudad sureña de Rostov del Don.
"Durante este tiempo no derramamos ni una gota de sangre de nuestros combatientes", indicó, al reconocer que esto podría haber cambiado.
Las agencias de prensa AP y Efe reportaron que el jefe del Grupo Wagner hizo este anuncio después de que el servicio de prensa del presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashneko, afirmara que el mandatario había mediado entre Moscú y Prigozhin, con la venia del jefe de Estado ruso, Vladímir Putin.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, confirmó el anuncio del Gobierno bielorruso de que el Gobierno ruso llegó a un acuerdo con Prigozhin.
Peskov dijo además que Rusia retirará las acusaciones de "incitación a la rebelión militar" contra Prigozhin y que éste se mudará a Bielorrusia.
Entretanto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habló el sábado con los líderes de Francia, Alemania y el Reino Unido sobre la situación en Rusia, informó la Casa Blanca.
"Los líderes discutieron la situación en Rusia. También afirmaron su apoyo inquebrantable a Ucrania", indicó la Casa Blanca.