“No tenemos todos los recursos que necesitamos, pero eso no puede ser un impedimento para formar y preparar personas dentro de la incipiente sociedad civil en Cuba”.
Mientras en un centro universitario al sur de Miami 17 jóvenes disidentes cubanos reciben cursos avanzados, que les permitirán en un futuro próximo dominar herramientas de liderazgos o negocios, en La Habana, la recién estrenada Fundación Sucesores, presidida por el sociólogo Carlos Millares (65 años), desde diciembre de 2013 imparte cursos a la naciente sociedad civil.
“A última hora avisamos a los alumnos el lugar, para impedir que la Seguridad nos obstaculice las clases”, dice Carlos Millares. El grupo tiene una dirección colegiada: además de Millares, la integran Frank Abel García, Daniel Palacios, Tamara Rodríguez, William Cácer y Luis Alberto Diéguez. Excepto Millares, el resto tiene entre 26 y 40 años.
“Desde la segunda quincena de enero impartimos dos cursos: uno para la formación de líderes y otro para periodistas y fotorreporteros. Cada uno tiene 10 alumnos”, señala Frank Abel.
La mayoría de los participantes son jóvenes que recién ingresan en el activismo político o el periodismo independiente. Las clases son ambulantes y clandestinas. Una semana puede ser en una habitación derruida en la parte antigua de la ciudad y otra en las afueras de la capital.
El curso de Liderazgo dura seis meses y entre otras asignaturas imparten Historia, Derecho, Redes Sociales y Oratoria. Las clases son impartidas por intelectuales disidentes como Manuel Cuesta Morúa, el abogado René López, Julio Negrín, Arturo Torrecillas, Daniel Palacios o Carlos Millares.
Los pupitres son las sillas del comedor o una cama. Los alumnos copian el contenido de las clases en memorias portátiles. Los profesores tienen sólo un laptop. “No tenemos todos los recursos que necesitamos, pero la falta de recursos no puede ser un impedimento para formar y preparar personas dentro de la incipiente sociedad civil en Cuba”, acota Millares.
El curso de Periodismo dura cuatro meses y consta de 20 temas. Cuatro de los seis miembros de la dirección de la Fundación Sucesores -con un blog (http://fundacionsucesores.blogspot.com) del mismo nombre-, llegaron a la disidencia tras laborar en instituciones del Estado.
Millares es el más experimentado. Desde hace 25 años ha estado enrolado en diversas organizaciones disidentes. Fue un inquieto y polémico secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Habana.
Su paso a la oposición pacífica fue un proceso lento y doloroso, como una operación sin anestesia. Frank Abel trabajó de jefe de personal en Radio Rebelde, emisora símbolo de la revolución, donde llegó a ser delegado provincial. Se vio involucrado en un caso orquestado por las autoridades culturales a un grupo de jóvenes intelectuales de OMNI Zona Franca, y su sentido de justicia lo llevó a romper con el régimen.
Durante 8 años, Daniel Palacios fue cronista deportivo de los diarios oficiales Trabajadores y Juventud Rebelde. También tenía un espacio en la emisora capitalina COCO y en el cual, junto a otros periodistas, intentaban romper la censura gubernamental ofreciendo resultados de los juegos de Grandes Ligas o recordando que antes de la pelota castrista surgida en 1962, existió un pasado glorioso en nuestro pasatiempo nacional.
“Una tarde me llamaron a la oficina de Pelayo Terry, entonces director del periódico Juventud Rebelde. Allí dos señores de la Seguridad del Estado me amenazaron y me mostraron correos intercambiados con Wilfredo Cancio Isla (periodista cubano radicado en Miami). Luego de mi expulsión del periodismo han seguido hostigándome”, apunta Palacios.
Su salida del periodismo oficial ha repercutido en su vida familiar. Vive separado de su esposa y su hija de dos años por no tener vivienda propia. La mayoría de sus colegas dentro del periodismo estatal le han dado la espalda.
“Ha sido duro, pero me siento bien conmigo mismo, que es lo primordial”, señala. Ahora, además de impartir clases sobre periodismo, escribe para Café Fuerte y Diario de Cuba.
Tamara Rodríguez fue especialista comercial en el CIMEX, una corporación militar que recauda moneda dura para el gobierno. Trataron de implicarla en un caso de corrupción cuando comenzó a relacionarse con mujeres que pertenecían a las Damas de Blanco.
Después de romper con el gobierno se unió al grupo. A principios de 2013, Frank Abel fue a casa del sociólogo Carlos Millares y le comentó su interés en formar como líderes a jóvenes disidentes.
Por caminos diferentes, organizaciones opositoras en Cuba o Estados Unidos apuestan por esa opción. Quizás la disidencia actual incomode a muchos exiliados cubanos, por su acentuado pacifismo e incapacidad para nuclear un lobby poderoso en los barrios de la isla.
La Habana está lejos de ser Kiev o Táchira. En Cuba, los opositores de barricada son quienes peor lo pasan. Pero el futuro pudiera ser diferente.
Cuando lleguen los nuevos tiempos, organizaciones no gubernamentales como la Fundación de Derechos Humanos, radicada en la Florida, en colaboración con el Miami Dade College y con el financiamiento de donaciones privadas y del gobierno de Estados Unidos, ya habrán materializado iniciativas hacia jóvenes disidentes cubanos que han tenido dificultades para acceder a la educación universitaria por razones ideológicas.
Desde este lado del charco, algunos no se quedan de brazos cruzados. Y emprenden iniciativas que promuevan valores de liderazgo democrático o herramientas periodísticas a jóvenes activistas.
La Fundación Sucesores es una de esas iniciativas. De lo que se trata, según lo perciben sus integrantes, es que en una nueva Cuba, ante todo se necesita gente capacitada en el arte de la política, la democracia y el periodismo moderno. Y ese futuro puede que esté al doblar de la esquina.
“A última hora avisamos a los alumnos el lugar, para impedir que la Seguridad nos obstaculice las clases”, dice Carlos Millares. El grupo tiene una dirección colegiada: además de Millares, la integran Frank Abel García, Daniel Palacios, Tamara Rodríguez, William Cácer y Luis Alberto Diéguez. Excepto Millares, el resto tiene entre 26 y 40 años.
“Desde la segunda quincena de enero impartimos dos cursos: uno para la formación de líderes y otro para periodistas y fotorreporteros. Cada uno tiene 10 alumnos”, señala Frank Abel.
La mayoría de los participantes son jóvenes que recién ingresan en el activismo político o el periodismo independiente. Las clases son ambulantes y clandestinas. Una semana puede ser en una habitación derruida en la parte antigua de la ciudad y otra en las afueras de la capital.
El curso de Liderazgo dura seis meses y entre otras asignaturas imparten Historia, Derecho, Redes Sociales y Oratoria. Las clases son impartidas por intelectuales disidentes como Manuel Cuesta Morúa, el abogado René López, Julio Negrín, Arturo Torrecillas, Daniel Palacios o Carlos Millares.
Los pupitres son las sillas del comedor o una cama. Los alumnos copian el contenido de las clases en memorias portátiles. Los profesores tienen sólo un laptop. “No tenemos todos los recursos que necesitamos, pero la falta de recursos no puede ser un impedimento para formar y preparar personas dentro de la incipiente sociedad civil en Cuba”, acota Millares.
El curso de Periodismo dura cuatro meses y consta de 20 temas. Cuatro de los seis miembros de la dirección de la Fundación Sucesores -con un blog (http://fundacionsucesores.blogspot.com) del mismo nombre-, llegaron a la disidencia tras laborar en instituciones del Estado.
Millares es el más experimentado. Desde hace 25 años ha estado enrolado en diversas organizaciones disidentes. Fue un inquieto y polémico secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Habana.
Su paso a la oposición pacífica fue un proceso lento y doloroso, como una operación sin anestesia. Frank Abel trabajó de jefe de personal en Radio Rebelde, emisora símbolo de la revolución, donde llegó a ser delegado provincial. Se vio involucrado en un caso orquestado por las autoridades culturales a un grupo de jóvenes intelectuales de OMNI Zona Franca, y su sentido de justicia lo llevó a romper con el régimen.
Durante 8 años, Daniel Palacios fue cronista deportivo de los diarios oficiales Trabajadores y Juventud Rebelde. También tenía un espacio en la emisora capitalina COCO y en el cual, junto a otros periodistas, intentaban romper la censura gubernamental ofreciendo resultados de los juegos de Grandes Ligas o recordando que antes de la pelota castrista surgida en 1962, existió un pasado glorioso en nuestro pasatiempo nacional.
“Una tarde me llamaron a la oficina de Pelayo Terry, entonces director del periódico Juventud Rebelde. Allí dos señores de la Seguridad del Estado me amenazaron y me mostraron correos intercambiados con Wilfredo Cancio Isla (periodista cubano radicado en Miami). Luego de mi expulsión del periodismo han seguido hostigándome”, apunta Palacios.
Su salida del periodismo oficial ha repercutido en su vida familiar. Vive separado de su esposa y su hija de dos años por no tener vivienda propia. La mayoría de sus colegas dentro del periodismo estatal le han dado la espalda.
“Ha sido duro, pero me siento bien conmigo mismo, que es lo primordial”, señala. Ahora, además de impartir clases sobre periodismo, escribe para Café Fuerte y Diario de Cuba.
Tamara Rodríguez fue especialista comercial en el CIMEX, una corporación militar que recauda moneda dura para el gobierno. Trataron de implicarla en un caso de corrupción cuando comenzó a relacionarse con mujeres que pertenecían a las Damas de Blanco.
Después de romper con el gobierno se unió al grupo. A principios de 2013, Frank Abel fue a casa del sociólogo Carlos Millares y le comentó su interés en formar como líderes a jóvenes disidentes.
Por caminos diferentes, organizaciones opositoras en Cuba o Estados Unidos apuestan por esa opción. Quizás la disidencia actual incomode a muchos exiliados cubanos, por su acentuado pacifismo e incapacidad para nuclear un lobby poderoso en los barrios de la isla.
La Habana está lejos de ser Kiev o Táchira. En Cuba, los opositores de barricada son quienes peor lo pasan. Pero el futuro pudiera ser diferente.
Cuando lleguen los nuevos tiempos, organizaciones no gubernamentales como la Fundación de Derechos Humanos, radicada en la Florida, en colaboración con el Miami Dade College y con el financiamiento de donaciones privadas y del gobierno de Estados Unidos, ya habrán materializado iniciativas hacia jóvenes disidentes cubanos que han tenido dificultades para acceder a la educación universitaria por razones ideológicas.
Desde este lado del charco, algunos no se quedan de brazos cruzados. Y emprenden iniciativas que promuevan valores de liderazgo democrático o herramientas periodísticas a jóvenes activistas.
La Fundación Sucesores es una de esas iniciativas. De lo que se trata, según lo perciben sus integrantes, es que en una nueva Cuba, ante todo se necesita gente capacitada en el arte de la política, la democracia y el periodismo moderno. Y ese futuro puede que esté al doblar de la esquina.