Las cifras de rescate oscilan entre los 10 mil y 20 mil pesos cubanos, en
dependencia de la región del país y la solvencia económica de los propietarios.
Los campesinos cubanos viven un mal momento. Les quitan la tierra, se la devuelven infértil bajo el control estatal, pierden las cosechas por los huracanes y se les dificulta vender lo que producen. Por si fuera poco, los secuestradores les roban las bestias de cría y monta y les exigen rescates que no pueden pagar.
Estos bandidos hacen realidad el poema épico Espejo de paciencia (1608), donde el pirata Gilberto Girón secuestró al obispo Juan de las Cabezas y Altamirano para pedir una recompensa a los pobladores de Yara. La diferencia estriba en que los vecinos de ahora no se unen contra estos bandidos, ni juntan el dinero para el rescate; a ellos la policía no los respalda y de alguna manera estas víctimas vuelven a manos de los plagiarios.
Caballos y vacas… motocicletas y carros
Gabriel Pupo Rivero es un vecino del Poblado “Maceo”, en la provincia Holguín, con mucha paciencia acariciaba la idea de vender o exhibir dos hermosos caballos de carrera, hasta que los secuestradores de su vecindario le robaron las bestias y le pidieron 22 mil pesos en moneda nacional, por mediación de un mensajero o "pala".
La historia la trae Yoandris Montoya Avilés, residente en Bayamo, quien dio apoyo a Pupo Rivero sobre los trámites a seguir y agrega: “a otro vecino de él (Rivero) le robaron una yunta de bueyes y la perdió porque no tiene la economía para pagar el rescate, y se la comieron, le comieron los bueyes”.
“Los campesinos no van a la policía porque los militares se aparecen a los cinco días de haber hecho la denuncia y es lógico, no encuentran los animales, no encuentran a nadie. Para ellos es mejor pagar, (así recuperan lo suyo) que tener que ir a esta institución del gobierno, que no hace nada por esto”, afirma.
Quienes denuncian el robo de un animal corren el riesgo de que las autoridades los multen por sospechas de que han sacrificado las bestias para el consumo de carne o negocios ilícitos.
Montoya asegura que los robos y pedidos de rescate se han trasladado a las ciudades “te diré que no se trata solo de caballos y vacas. También se ha dado el caso de carros y motos. Aquí en mi barrio secuestraron una moto, se la robaron de dentro de la casa y dos individuos se presentaron en vivienda del perjudicado y le dijeron que si les daba 10 mil pesos cubanos (casi 500 dólares) se la devolvían. Eso ocurre con campesinos en el poblado de Santa María y los municipios de Guisa y Cauto Cristo. Ellos exigen la recompensa según el valor del animal. Y no pasa nada con la policía ni sale en la televisión, en Cuba de eso no se sabe nada”, concluyó.
Lo que sabe la policía
“Eso ha sucedido hace tiempo y sigue sucediendo. Incluso a las granjas del estado les roban y les exigen recompensa por la devolución. Les roban en la vaquería a los guardias y después les piden una suma considerable”, agrega Julio Columbié Batista del poblado conocido como Batey Grúa Nueva.
“Aquí están haciendo como el grupo de las FARC en Colombia, que secuestran y piden beneficios para devolver a las personas, pero aquí lo hacen con los animales”, explica Columbié Batista.
Las cifras de rescate oscilan entre los 10 mil y 20 mil pesos cubanos, en dependencia de la región del país y la solvencia económica de los propietarios. Las bandas operan en grupos de pocos integrantes y con regularidad son identificados por sus vecinos.
“La historia más reciente es la de Alexander, un muchacho que vive cerca de mi casa, que en varias ocasiones le habían robado las bestias, ahora le robaron un caballo con un carretón y como no dio la cifra tan alta que le pedían pues se desapareció todo y no pasó nada”, aseguró.
Julio Columbié insiste en que la gente conoce a los malhechores “son personas de alto índice de peligrosidad, delincuentes comunes, pero la mayoría de ellos sirven de informantes a la policía, trabajan en colaboración con la policía, es decir, trabajan
(roban) autorizados”, concluye.
Estos bandidos hacen realidad el poema épico Espejo de paciencia (1608), donde el pirata Gilberto Girón secuestró al obispo Juan de las Cabezas y Altamirano para pedir una recompensa a los pobladores de Yara. La diferencia estriba en que los vecinos de ahora no se unen contra estos bandidos, ni juntan el dinero para el rescate; a ellos la policía no los respalda y de alguna manera estas víctimas vuelven a manos de los plagiarios.
Caballos y vacas… motocicletas y carros
Gabriel Pupo Rivero es un vecino del Poblado “Maceo”, en la provincia Holguín, con mucha paciencia acariciaba la idea de vender o exhibir dos hermosos caballos de carrera, hasta que los secuestradores de su vecindario le robaron las bestias y le pidieron 22 mil pesos en moneda nacional, por mediación de un mensajero o "pala".
La historia la trae Yoandris Montoya Avilés, residente en Bayamo, quien dio apoyo a Pupo Rivero sobre los trámites a seguir y agrega: “a otro vecino de él (Rivero) le robaron una yunta de bueyes y la perdió porque no tiene la economía para pagar el rescate, y se la comieron, le comieron los bueyes”.
“Los campesinos no van a la policía porque los militares se aparecen a los cinco días de haber hecho la denuncia y es lógico, no encuentran los animales, no encuentran a nadie. Para ellos es mejor pagar, (así recuperan lo suyo) que tener que ir a esta institución del gobierno, que no hace nada por esto”, afirma.
Quienes denuncian el robo de un animal corren el riesgo de que las autoridades los multen por sospechas de que han sacrificado las bestias para el consumo de carne o negocios ilícitos.
Montoya asegura que los robos y pedidos de rescate se han trasladado a las ciudades “te diré que no se trata solo de caballos y vacas. También se ha dado el caso de carros y motos. Aquí en mi barrio secuestraron una moto, se la robaron de dentro de la casa y dos individuos se presentaron en vivienda del perjudicado y le dijeron que si les daba 10 mil pesos cubanos (casi 500 dólares) se la devolvían. Eso ocurre con campesinos en el poblado de Santa María y los municipios de Guisa y Cauto Cristo. Ellos exigen la recompensa según el valor del animal. Y no pasa nada con la policía ni sale en la televisión, en Cuba de eso no se sabe nada”, concluyó.
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Lo que sabe la policía
“Eso ha sucedido hace tiempo y sigue sucediendo. Incluso a las granjas del estado les roban y les exigen recompensa por la devolución. Les roban en la vaquería a los guardias y después les piden una suma considerable”, agrega Julio Columbié Batista del poblado conocido como Batey Grúa Nueva.
“Aquí están haciendo como el grupo de las FARC en Colombia, que secuestran y piden beneficios para devolver a las personas, pero aquí lo hacen con los animales”, explica Columbié Batista.
Las cifras de rescate oscilan entre los 10 mil y 20 mil pesos cubanos, en dependencia de la región del país y la solvencia económica de los propietarios. Las bandas operan en grupos de pocos integrantes y con regularidad son identificados por sus vecinos.
“La historia más reciente es la de Alexander, un muchacho que vive cerca de mi casa, que en varias ocasiones le habían robado las bestias, ahora le robaron un caballo con un carretón y como no dio la cifra tan alta que le pedían pues se desapareció todo y no pasó nada”, aseguró.
Julio Columbié insiste en que la gente conoce a los malhechores “son personas de alto índice de peligrosidad, delincuentes comunes, pero la mayoría de ellos sirven de informantes a la policía, trabajan en colaboración con la policía, es decir, trabajan
(roban) autorizados”, concluye.
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