El Socialismo del Siglo XXI ha agregado al arsenal represivo nuevas variantes que encubren con relativa eficacia las violaciones a la libertad de expresión e información.
Controlar los medios de comunicación siempre ha sido uno de los sueños más preciados de los autócratas sin que importe la ideología a la que responden o si el poder que usurpan se originó en los cuarteles.
La censura, la confiscación de las ediciones y los atropellos contra el comunicador siguen siendo una práctica de los enemigos de la libertad de prensa, pero hay que reconocer que los déspotas que se inspiran en el denominado Socialismo del Siglo XXI han agregado al arsenal represivo nuevas variantes que encubren con relativa eficacia las violaciones a la libertad de expresión e información.
El primer paso de estos gobernantes es procurar legislaciones que limiten el ejercicio del periodismo, una gestión en la que el difunto presidente Hugo Chávez fue muy creativo, ya que sin recurrir a la expropiación sistemática de los medios como hizo su maestro y guía Fidel Castro en Cuba, pudo de forma progresiva imponer restricciones que han disminuido los derechos a una libre información que también ha favorecido a la autocensura.
El populismo chavista encontró un serio rival en el mundo de la información. En los tiempos en los que muchos empresarios y líderes políticos depositaron toda su confianza en el proyecto que promovía Hugo Chávez, una buena parte de los periodistas, editores y propietarios de medios, a pesar de las frustraciones por los fracasos de los gobiernos anteriores, se situaron a la vanguardia y alertaron de los peligros que entrañaba elegir a un gobernante con antecedentes golpistas y de características populistas.
Entre las prácticas habilidosas del chavismo está el imponer a la empresa privada la transmisión de los actos oficiales y las comparecencias públicas del Presidente. La omnipresencia de Hugo Chávez afectaba seriamente la capacidad de exposición de la oposición y le permitía manipular a su conveniencia los acontecimientos nacionales e internacionales.
Otro método usado por el oficialismo venezolano fue impulsar la fundación de nuevos medios de comunicación siempre y cuando estos estuvieran administrados por sus partidarios.
Para esta misión los incondicionales del chavismo recibieron apoyo económico del gobierno y la asesoría de técnicos e ingenieros cubanos que viajaron a Venezuela para facilitar la constitución de la red extraoficial de comunicación que tenía como fin servir al gobierno.
Sin embargo los medios que criticaban con severidad las acciones del gobierno entre otros, Radio Caracas Televisión y Globovisión, estuvieron entre los primeros centros en ser atacado por las turbas chavistas en abril de 2002, cuando el frustrado golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez.
Lo que ocurrió aquel día, intimidación, chantaje y represiones contra los informadores se ha repetido durante todos estos años y hay que admitir que el régimen ha tenido un relativo éxito porque aunque muchos periodistas y directivos siguen enfrentando las presiones, algunos medios se han replegado en sus líneas editoriales con honrosas excepciones como Globovisión, que no ha disminuido ni en un ápice su defensa de la libertad de expresión.,
La primera gran víctima de la información venezolana fue radio Caracas Televisión que había cumplido 53 años de operaciones y que tenía una audiencia del 47 por ciento de la población según encuestas. Las instalaciones y los equipos pasaron al control del gobierno y son usados en el nuevo canal oficial Televisora Venezolana Social.
El método usado fue novedoso. El régimen de Chávez canceló a RCTV las licencias de trasmisión, lo que limitó severamente las posibilidades de informar u opinar sobre acontecimientos que afectaban negativamente al gobierno.
El fin de Globovision estaba pautado, durante años denunció los abusos del chavismo. El canal fue objeto de multas millonarias. Sus periodistas asediados y acosados por el régimen y sus partidarios. Varios directivos renunciaron, el presidente de la corporación debió abandonar el país por el acoso judicial a que fue sometido. El circulo se cerró y la venta o cierre del canal era un final anunciado.
El coraje de la mayoría de los periodistas venezolanos, con las excepciones de rigor es notable, pero la dedicación y entrega de los de Globovision ha sido ejemplar, por eso su actual presidente, Juan Domingo Cordero, al concluir una entrevista con Nicolás Maduro dijo “Este canal nunca más se comportará como un partido político”, una expresión que se ajusta a declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien manifestó "ellos vendieron porque no tenían plata, tenían al canal como un partido político“, situación muy cierta, porque el gobierno acosaba a los anunciantes de Globovisión y el único partido político viable es el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela que preside el propio Cabello.
La venta de Globovision solo redunda en beneficio del gobierno. El periodismo libre ha perdido una gran batalla, pero en Venezuela hay periodistas que seguirán la guerra contra la mentira y la opresión.
La censura, la confiscación de las ediciones y los atropellos contra el comunicador siguen siendo una práctica de los enemigos de la libertad de prensa, pero hay que reconocer que los déspotas que se inspiran en el denominado Socialismo del Siglo XXI han agregado al arsenal represivo nuevas variantes que encubren con relativa eficacia las violaciones a la libertad de expresión e información.
El primer paso de estos gobernantes es procurar legislaciones que limiten el ejercicio del periodismo, una gestión en la que el difunto presidente Hugo Chávez fue muy creativo, ya que sin recurrir a la expropiación sistemática de los medios como hizo su maestro y guía Fidel Castro en Cuba, pudo de forma progresiva imponer restricciones que han disminuido los derechos a una libre información que también ha favorecido a la autocensura.
El populismo chavista encontró un serio rival en el mundo de la información. En los tiempos en los que muchos empresarios y líderes políticos depositaron toda su confianza en el proyecto que promovía Hugo Chávez, una buena parte de los periodistas, editores y propietarios de medios, a pesar de las frustraciones por los fracasos de los gobiernos anteriores, se situaron a la vanguardia y alertaron de los peligros que entrañaba elegir a un gobernante con antecedentes golpistas y de características populistas.
Entre las prácticas habilidosas del chavismo está el imponer a la empresa privada la transmisión de los actos oficiales y las comparecencias públicas del Presidente. La omnipresencia de Hugo Chávez afectaba seriamente la capacidad de exposición de la oposición y le permitía manipular a su conveniencia los acontecimientos nacionales e internacionales.
Otro método usado por el oficialismo venezolano fue impulsar la fundación de nuevos medios de comunicación siempre y cuando estos estuvieran administrados por sus partidarios.
Para esta misión los incondicionales del chavismo recibieron apoyo económico del gobierno y la asesoría de técnicos e ingenieros cubanos que viajaron a Venezuela para facilitar la constitución de la red extraoficial de comunicación que tenía como fin servir al gobierno.
Sin embargo los medios que criticaban con severidad las acciones del gobierno entre otros, Radio Caracas Televisión y Globovisión, estuvieron entre los primeros centros en ser atacado por las turbas chavistas en abril de 2002, cuando el frustrado golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez.
Lo que ocurrió aquel día, intimidación, chantaje y represiones contra los informadores se ha repetido durante todos estos años y hay que admitir que el régimen ha tenido un relativo éxito porque aunque muchos periodistas y directivos siguen enfrentando las presiones, algunos medios se han replegado en sus líneas editoriales con honrosas excepciones como Globovisión, que no ha disminuido ni en un ápice su defensa de la libertad de expresión.,
La primera gran víctima de la información venezolana fue radio Caracas Televisión que había cumplido 53 años de operaciones y que tenía una audiencia del 47 por ciento de la población según encuestas. Las instalaciones y los equipos pasaron al control del gobierno y son usados en el nuevo canal oficial Televisora Venezolana Social.
El método usado fue novedoso. El régimen de Chávez canceló a RCTV las licencias de trasmisión, lo que limitó severamente las posibilidades de informar u opinar sobre acontecimientos que afectaban negativamente al gobierno.
El fin de Globovision estaba pautado, durante años denunció los abusos del chavismo. El canal fue objeto de multas millonarias. Sus periodistas asediados y acosados por el régimen y sus partidarios. Varios directivos renunciaron, el presidente de la corporación debió abandonar el país por el acoso judicial a que fue sometido. El circulo se cerró y la venta o cierre del canal era un final anunciado.
El coraje de la mayoría de los periodistas venezolanos, con las excepciones de rigor es notable, pero la dedicación y entrega de los de Globovision ha sido ejemplar, por eso su actual presidente, Juan Domingo Cordero, al concluir una entrevista con Nicolás Maduro dijo “Este canal nunca más se comportará como un partido político”, una expresión que se ajusta a declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien manifestó "ellos vendieron porque no tenían plata, tenían al canal como un partido político“, situación muy cierta, porque el gobierno acosaba a los anunciantes de Globovisión y el único partido político viable es el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela que preside el propio Cabello.
La venta de Globovision solo redunda en beneficio del gobierno. El periodismo libre ha perdido una gran batalla, pero en Venezuela hay periodistas que seguirán la guerra contra la mentira y la opresión.