Es necesario aclarar que desde mediados del 2012 a la fecha, el picadillo de res, que venden a precio de filete en CUC, y que degustan turistas y nacionales, es apto para el consumo humano, pero no es picadillo de res. Por cierto, en Cuba nunca lo que parece es.
Hace unos días leí que dentro del inmenso y complicado engranaje que edifica el Ministerio de la Industria Alimentaria cubana, la empresa cárnica obtuvo a nivel nacional el mayor volumen de ventas durante el pasado año fiscal.
Me extrañó, en ese ministerio existen varias empresas con más consejo administrativo que personal trabajador; pero alegrarme o alarmarme fue mi “to be or not to be”.
La prensa oficial miente poco, aunque regularmente y como norma establecida obvia parte de la realidad. Por ello pensé que esa nota había sido publicada con el único objetivo de limpiar el hedor a corrupción que sobre ese ministerio dejó la ola de investigaciones y arrestos que llevó a prisión al ex titular de esa industria (Alejandro Francisco Roca Iglesias), a su ex viceministro (Celio Hernández) y a otros tantos funcionarios. Sobre todo conociendo que, aunque la nueva Ministra del ramo es la Dra. María del Carmen Concepción González, quien lleva el sartén por el mango de tan necesaria institución es la insensata y nunca bien ponderada ingeniera especialista en química aplicada a la alimentación humana, Deborah Castro Espín.
En fin, la ironía es libertaria y como dice el refrán marinero, “Los delfines que mucho saltan, viento traen, y calma espantan”. Continué dándole qué hacer a mi abulia intelectual y comuniqué con La Habana usando el excesivamente caro invento que en 1876 patentara el logopeda británico Alexander Graham Bell.
“La Unión de la Carne – y cito casi textual a quien pidió no ser revelado - es la empresa que dentro de este gran conglomerado vendió más el año pasado. Apoyada, claro está, por la Corporación Alimentaria SA (una misteriosa entidad privada de capital cubano).
El consumo de carne creció, y ambas entidades fueron las encargadas de producir y comercializar los productos cárnicos, más todos sus derivados”.
Hasta aquí todo iba bien, lo escandaloso es el resto. Hace mucho no es rentable producir un kilo de carne en Cuba, en ello influyen los precios del pienso, los costos del cuidado animal, la atención veterinaria y petróleo. Con esto, el producto llega caro a las procesadoras cubanas. Pero, el gobierno cubano no calculó, o previó el tangible incremento, que han tenido desde el pasado año, los restaurantes de iniciativa privada, (paladares) y por ese motivo el MINAL se vio obligado a innovadoras soluciones para satisfacer la acuciante demanda.
Nos quedamos sin respuesta – me dijo mi interlocutor en tono sigiloso -, y de “arriba” nos llegó la orden de mezclar el picadillo de res con pequeñas cantidades de carne de origen equino y texturizado de soya, para con ello mantener un nivel nutricional aceptable y no afectar el típico color cereza-rojizo propio de la carne fresca.
Que espanto, los funcionarios cubanos perdieron respeto y mesura; ganaron irresponsabilidad, desvergüenza y perversión. El fraude aquí no está en la mezcla si no en engañar, o no informar debidamente.
Es necesario aclarar que desde mediados del 2012 a la fecha, el picadillo de res, que venden a precio de filete en CUC, y que degustan turistas y nacionales, es apto para el consumo humano, pero no es picadillo de res. Por cierto, en Cuba nunca lo que parece es.
Me extrañó, en ese ministerio existen varias empresas con más consejo administrativo que personal trabajador; pero alegrarme o alarmarme fue mi “to be or not to be”.
La prensa oficial miente poco, aunque regularmente y como norma establecida obvia parte de la realidad. Por ello pensé que esa nota había sido publicada con el único objetivo de limpiar el hedor a corrupción que sobre ese ministerio dejó la ola de investigaciones y arrestos que llevó a prisión al ex titular de esa industria (Alejandro Francisco Roca Iglesias), a su ex viceministro (Celio Hernández) y a otros tantos funcionarios. Sobre todo conociendo que, aunque la nueva Ministra del ramo es la Dra. María del Carmen Concepción González, quien lleva el sartén por el mango de tan necesaria institución es la insensata y nunca bien ponderada ingeniera especialista en química aplicada a la alimentación humana, Deborah Castro Espín.
En fin, la ironía es libertaria y como dice el refrán marinero, “Los delfines que mucho saltan, viento traen, y calma espantan”. Continué dándole qué hacer a mi abulia intelectual y comuniqué con La Habana usando el excesivamente caro invento que en 1876 patentara el logopeda británico Alexander Graham Bell.
“La Unión de la Carne – y cito casi textual a quien pidió no ser revelado - es la empresa que dentro de este gran conglomerado vendió más el año pasado. Apoyada, claro está, por la Corporación Alimentaria SA (una misteriosa entidad privada de capital cubano).
El consumo de carne creció, y ambas entidades fueron las encargadas de producir y comercializar los productos cárnicos, más todos sus derivados”.
Hasta aquí todo iba bien, lo escandaloso es el resto. Hace mucho no es rentable producir un kilo de carne en Cuba, en ello influyen los precios del pienso, los costos del cuidado animal, la atención veterinaria y petróleo. Con esto, el producto llega caro a las procesadoras cubanas. Pero, el gobierno cubano no calculó, o previó el tangible incremento, que han tenido desde el pasado año, los restaurantes de iniciativa privada, (paladares) y por ese motivo el MINAL se vio obligado a innovadoras soluciones para satisfacer la acuciante demanda.
Nos quedamos sin respuesta – me dijo mi interlocutor en tono sigiloso -, y de “arriba” nos llegó la orden de mezclar el picadillo de res con pequeñas cantidades de carne de origen equino y texturizado de soya, para con ello mantener un nivel nutricional aceptable y no afectar el típico color cereza-rojizo propio de la carne fresca.
Que espanto, los funcionarios cubanos perdieron respeto y mesura; ganaron irresponsabilidad, desvergüenza y perversión. El fraude aquí no está en la mezcla si no en engañar, o no informar debidamente.
Es necesario aclarar que desde mediados del 2012 a la fecha, el picadillo de res, que venden a precio de filete en CUC, y que degustan turistas y nacionales, es apto para el consumo humano, pero no es picadillo de res. Por cierto, en Cuba nunca lo que parece es.