"Es difícil argumentar que los cubanos que pueden entrar y salir cuando les plazca necesitan consideraciones especiales, normalmente reservadas para las víctimas de la represión política", afirma el editorial, refiriéndose a la reforma migratoria en Cuba.
El diario Chicago Tribune considera injusta en un editorial la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano de 1966 y llama a revisarla.
El editorial recuerda que la ley fue aprobada para resolver el estatus legal de 300.000 cubanos que habían huido de la revolución socialista de Fidel Castro, pero afirma que, casi medio siglo después, los cubanos que llegan a Estados Unidos rara vez dicen ser víctimas de persecución política.
En su lugar-- apunta-- vienen buscando un mejor futuro económico, o reunirse con familiares que ya están aquí, o las dos cosas, lo que el matutino equipara a los intereses de la mayoría de las personas que desean emigrar.
El diario de la Ciudad de los Vientos resiente que, a diferencia de la mayoría de los inmigrantes, los cubanos no tengan que esperar años por una visa, o que cruzar la frontera ilegalmente, pues una vez en EE.UU. se les permite la entrada mostrando una identificación, y obtienen rápidamente la residencia legal, con un camino despejado hacia la ciudadanía.
Para los editores del cotidiano este es un asunto sensible mientras el Congreso considera qué hacer con los 11 millones de inmigrantes indocumentados --más de la mitad procedentes de México-- que se ven obligados a trabajar ilegalmente, por bajos salarios, y con el constante temor de ser deportados.
Agrega que las consideraciones especiales con los cubanos son especialmente difíciles de defender ahora que “pueden viajar libremente” entre los EE.UU. y su país de origen, gracias al relajamiento de restricciones en ambos extremos.
El editorial se refiere a las medidas del presidente Barack Obama en 2009 para facilitar los viajes a la isla de los cubanoamericanos; y a la reforma migratoria que entró en vigor el mes pasado en Cuba y que –dice—permite un otorgamiento más liberal de los pasaportes, y a la mayoría de los cubanos, ir y venir a su antojo.
Observa que es difícil argumentar que los cubanos que pueden entrar y salir cuando les plazca necesitan consideraciones especiales, normalmente reservadas para las víctimas de la represión política. “Uno no huye del comunismo para volver una y otra vez con la maleta llena de dinero y compras para la familia”, asevera.
El Chicago Tribune concede que los inmigrantes cubanos no están mintiendo acerca de sus circunstancias, pues no están obligados a demostrar que son refugiados políticos. Pero eso –afirma-- no es justo. “Los cubanos que quieren venir aquí por razones económicas deben regirse por las mismas reglas que los inmigrantes económicos procedentes de otros países”, concluye diciendo el editorial.
El editorial recuerda que la ley fue aprobada para resolver el estatus legal de 300.000 cubanos que habían huido de la revolución socialista de Fidel Castro, pero afirma que, casi medio siglo después, los cubanos que llegan a Estados Unidos rara vez dicen ser víctimas de persecución política.
En su lugar-- apunta-- vienen buscando un mejor futuro económico, o reunirse con familiares que ya están aquí, o las dos cosas, lo que el matutino equipara a los intereses de la mayoría de las personas que desean emigrar.
El diario de la Ciudad de los Vientos resiente que, a diferencia de la mayoría de los inmigrantes, los cubanos no tengan que esperar años por una visa, o que cruzar la frontera ilegalmente, pues una vez en EE.UU. se les permite la entrada mostrando una identificación, y obtienen rápidamente la residencia legal, con un camino despejado hacia la ciudadanía.
Para los editores del cotidiano este es un asunto sensible mientras el Congreso considera qué hacer con los 11 millones de inmigrantes indocumentados --más de la mitad procedentes de México-- que se ven obligados a trabajar ilegalmente, por bajos salarios, y con el constante temor de ser deportados.
Agrega que las consideraciones especiales con los cubanos son especialmente difíciles de defender ahora que “pueden viajar libremente” entre los EE.UU. y su país de origen, gracias al relajamiento de restricciones en ambos extremos.
El editorial se refiere a las medidas del presidente Barack Obama en 2009 para facilitar los viajes a la isla de los cubanoamericanos; y a la reforma migratoria que entró en vigor el mes pasado en Cuba y que –dice—permite un otorgamiento más liberal de los pasaportes, y a la mayoría de los cubanos, ir y venir a su antojo.
Observa que es difícil argumentar que los cubanos que pueden entrar y salir cuando les plazca necesitan consideraciones especiales, normalmente reservadas para las víctimas de la represión política. “Uno no huye del comunismo para volver una y otra vez con la maleta llena de dinero y compras para la familia”, asevera.
El Chicago Tribune concede que los inmigrantes cubanos no están mintiendo acerca de sus circunstancias, pues no están obligados a demostrar que son refugiados políticos. Pero eso –afirma-- no es justo. “Los cubanos que quieren venir aquí por razones económicas deben regirse por las mismas reglas que los inmigrantes económicos procedentes de otros países”, concluye diciendo el editorial.