"Ante la evidencia (aportada por una empresa estadounidense) ETECSA se confiesa: 'está operativo desde el mes de agosto'".
El corresponsal del servicio BBC Mundo en La Habana, Fernando Ravsberg, cuestiona en su blog el escueto comunicado oficial emitido este mes por la telefónica estatal ETECSA sobre el cable de fibra óptica ALBA-1 tendido desde Venezuela en 2011, y del cual no se supo nada más por dos años.
En su bitácora Cartas desde Cuba, Ravsberg observa que ese secretismo dio pábulo a especulaciones y rumores sobre una estafa millonaria que incluiría la compra de materiales más baratos a costa de la conectividad, y en la que estarían implicados funcionarios del Ministerio de las Comunicaciones y de la propia ETECSA.
El autor dice haber sido informado por testigos presenciales de que varios directivos de la compañía telefónica salieron esposados de sus oficinas, y de que otros andarían huyendo por el mundo. “Sin embargo, oficialmente insisten en hablar como si no hubiera ocurrido ningún problema”.
Subraya el periodista uruguayo-aplatanado que “ese cable no pertenece a Etecsa porque la empresa telefónica no es dueña ni de sí misma (…) es propiedad de toda la nación. Sus directivos tienen la obligación de explicar a la ciudadanía en qué se gastan el dinero y por qué los proyectos se demoran”.
“Ahora aducen que harán falta más ‘inversiones en la infraestructura interna de telecomunicaciones y aumentar los recursos en divisas’”. Comenta el autor que “tras leer esto los cubanos bromean, diciendo que piden más dinero porque el del cable no alcanzó para todos los bolsillos”.
“Ciertamente” –concluye diciendo Fernando Ravsberg—“no parece muy sensato entregarles más recursos financieros de la nación. Lo mínimo que se les puede pedir es que antes expliquen cómo se gastaron los US$70 millones [que costó el cable] y presenten un plan detallado que establezca claramente objetivos, plazos y resultados”.
En su bitácora Cartas desde Cuba, Ravsberg observa que ese secretismo dio pábulo a especulaciones y rumores sobre una estafa millonaria que incluiría la compra de materiales más baratos a costa de la conectividad, y en la que estarían implicados funcionarios del Ministerio de las Comunicaciones y de la propia ETECSA.
El autor dice haber sido informado por testigos presenciales de que varios directivos de la compañía telefónica salieron esposados de sus oficinas, y de que otros andarían huyendo por el mundo. “Sin embargo, oficialmente insisten en hablar como si no hubiera ocurrido ningún problema”.
Subraya el periodista uruguayo-aplatanado que “ese cable no pertenece a Etecsa porque la empresa telefónica no es dueña ni de sí misma (…) es propiedad de toda la nación. Sus directivos tienen la obligación de explicar a la ciudadanía en qué se gastan el dinero y por qué los proyectos se demoran”.
“Ahora aducen que harán falta más ‘inversiones en la infraestructura interna de telecomunicaciones y aumentar los recursos en divisas’”. Comenta el autor que “tras leer esto los cubanos bromean, diciendo que piden más dinero porque el del cable no alcanzó para todos los bolsillos”.
“Ciertamente” –concluye diciendo Fernando Ravsberg—“no parece muy sensato entregarles más recursos financieros de la nación. Lo mínimo que se les puede pedir es que antes expliquen cómo se gastaron los US$70 millones [que costó el cable] y presenten un plan detallado que establezca claramente objetivos, plazos y resultados”.