Broche de oro en Charlotte con abrazo de Clinton y Obama

El expresidente estadounidense Bill Clinton habla en la convención del partido Demócrata en Charlotte, Carolina del Norte (EEUU).

Los aplausos a Clinton fueron tan fuertes que algunos analistas, entre ellos Piers Morgan dela cadena CNN, dijo que si los gritos de los delegados “cuatro años más” eran para Obama o para Clinton.
No hay duda que el discurso más aplaudido durante la Convención Nacional Demócrata (DNC por sus siglas en inglés) fue el del ex presidente Bill Clinton el miércoles en la noche.

No importa que para hablar de un futuro mejor con la re-elección del Presidente Barack Obama, este haya tenido que recurrir a una figura del pasado del partido. Un político que hoy es mucho más popular que ninguno de los que hoy llevan la batuta en ambos partidos.

Y, ¿a qué se debe esta popularidad de Clinton”?

La respuesta es muy sencilla. Clinton tiene la facilidad de desmenuzar las cosas en forma que todo el mundo lo pueda entender. Además cuenta a su favor que los Estados Unidos tuvo su mayor bonanza económica durante los ocho años que él gobernó.

Atrás quedaron las disputas entre Clinton y Obama surgidas de la reñida campaña que tuvieran el hoy presidente con la que es hoy su Secretaria de Estado, Hillary Clinton hace cuatro años. Hoy por hoy Clinton era el remedio indicado para un presidente simpático que no ha logrado marcar una diferencia significativa con su contrincante republicano, el ex gobernador Mitt Romney.

Los presentes en el centro de convenciones en Charlotte aplaudieron a Clinton hasta rabiar. El hablaba de los déficits de miles de millones de dólares y los explicaba con la palabra más importante de su discurso: la “aritmética”. Reducía todos los problemas a su mínimo común denominador; para que nadie dejara de entenderlo.

El abrazo de Clinton y Obama al finalizar el discurso fue el broche de oro.

Clinton respaldó a Obama y dijo que éste había heredado una economía en tal mal estado que probablemente ni él, Clinton, la hubiera podido mejorar tanto como lo ha hecho el presidente Obama. Dijo que el país estaba en una encrucijada y para aquellos que querían volver a un pasado en el cual la clase media pudiera prosperar tenían que votar por Obama.

Los aplausos a Clinton fueron tan fuertes que algunos analistas, entre ellos Piers Morgan de la cadena CNN, dijo que si los gritos de los delegados “cuatro años más” eran para Obama o para Clinton.

Clinton además con su brillante discurso logró opacar un momento difícil para el Partido Demócrata. Resulta que los que redactaron la plataforma del partido, algo que a casi nadie le importa, no incluyeron el nombre de Dios en la plataforma, y no dijeron que Jerusalén debía ser la capital de Israel, tal como lo había hecho el partido en múltiples convenciones pasadas.

Esta vez, por descuido o quién sabe por que razón, la plataforma demócrata había eliminado estos dos puntos. Los ataques republicanos fueron fuertes e inmediatos. Al principio políticos demócratas trataron de decir que la cosa no tenía importancia. Pero, parece que les ocasionó problemas al partido ya que el mismo presidente pidió que la cambiaran.

Entonces vino el momento más difícil para los demócratas y para el alcalde de Los Angeles Antonio Villaraigosa, presidente de la convención, tuvo que someter los cambios a votación de los delegados. Para hacer un cambio se necesitan el voto de dos terceras partes de los delegados presentes.

Tres veces Villaraigosa pidió a los delegados que alzaran su voz a favor del cambio o en contra del cambio. Y la respuesta en ambos casos, para todos los que la oyeron, fue pareja. Villaraigosa podría haber pedido un conteo de votos, pero en vez dijo al final de su tercer pedido que los que querían el cambio habían ganado con más de las dos terceras partes del voto.

Fue el momento más difícil de una convención que hasta ahora sólo había sido un éxito contundente. Pero los demócratas tuvieron suerte; porque anoche mismo Clinton les hacía olvidar lo ocurrido esa tarde y los hacía ver lo que sería un futuro mejor para los estadounidenses con otros cuatro años de Obama como presidente.