En los márgenes de las prohibiciones, o de las imposiciones de manos poderosas, o las más absurdas apropiaciones, la Virgen de la Caridad del Cobre es consuelo, esperanza y luz.
Se acercan los días de fiesta mayor. Son días en que en los pueblos y ciudades de se impone por encima de muchos prejuicios y enconos Cuba un llamado mayor. La Virgen de la Caridad del Cobre es paseada en andas, exhibida en altar público y venerada por muchos que ni se asoman a los templos en todo el año.
La Virgencita, como también se le conoce, alma en si los deseos de Madre de Todos para juntar en unos escasos momentos a todos sus hijos: en sus problemas, sus sueños por cumplir y sus realidades diversas. Todos en un mismo amor.
Hasta ahora es el símbolo de más fuerza que se puede encontrar en el sistema mágico religioso de los cubanos. Bajo la advocación de la Virgen se recuerda la acción de Calixto García, quien al no poder entrar en Santiago de Cuba, indica al General Cebreco celebrar misa con Te Deum a los pies de la Virgen por el triunfo de Cuba sobre España. Hasta hoy se considera la verdadera “Declaración Mambisa de la Independencia despueblo cubano”.
En los márgenes de las prohibiciones, o de las imposiciones de manos poderosas, o las más absurdas apropiaciones, la Virgen de la Caridad del Cobre es consuelo, esperanza y luz.
En una breve ojeada a las vitrinas donde se guardan las ofrendas de cubanos, residentes en Cuba y el exterior, se puede alcanzar a ver las demostraciones de Fe y entrega de nuestros compatriotas.
Médicos, estudiantes, deportistas de Alto rendimiento, artistas, músicos e intelectuales de gran renombre han acudido a la Virgen mambisa en momentos de dolor o desespero y luego, llegado el remanso han dejado en El Cobre el ofrecimiento por la paz que se logra cuando nos entregamos a los brazos de esa madre que no nos abandona.
Objetos de valor como prendas finas, cadenas y anillos de oro; símbolos militares, copias de certificados de graduación o propiedad, libros publicados, discos de música y otros pueden verse en las vitrinas que exhiben (y son actualizadas cada cierto tiempo) algunas muestras de la devoción popular. Nombres tan conocidos como los de la actriz Beatriz Valdés o el pitcher “El Duque” Hernández se empinan como gentes que agradece haber esperado en el Amor a la Virgen y haber encontrado una chispa de luz en la oscuridad. Pero también arden ante los ojos del visitante las cartas hechas con letras minúsculas por presos políticos y comunes, pidiendo por la libertad propia y la de toda Cuba; pidiendo ante una injusticia cometida y esperando en los brazos de la Madre que todo lo puede.
En estos días, cuando no solamente el santuario nacional en la empinada loma del Cobre, sino en los más pequeños pueblos de Cuba, los cubanos se dispongan a celebrar y venerar con respeto ante la madre de Todos, un milagro se estará realizando.
La Virgencita nos recibe con amor, ya sea con un regalo lujoso, ya con una flor silvestre. Ya pisando suelo patrio, ya en el más amargo de todos los exilios. Estos serán días para comprobar que el Amor de “Cachita” llega y está y la fuerza de su inmanencia radica no solo en nuestras metas cumplidas sino que está cuando se le busca. La Virgen está cuando los cubanos cruzan el mar, los mares, ya sea de ida o regreso; en el más confortable de los aviones o la más frágil embarcación.
Después de una visita papal, (adornada con el camuflaje de la prensa oficial y el silencio sepulcral de los que, haciendo caso omiso al dolor de cientos de detenidos y golpeados en esos días), la Virgen nos espera, nos convoca a ponernos a sus pies.
Con un templo renovado, la Virgen nos espera a nosotros renovados también.
Ante cada agravio al ser humano una puerta se cierra. Abrámosla nosotros con el amor de nuestra Madre, la Virgen de la Caridad del Cobre.
La Virgencita, como también se le conoce, alma en si los deseos de Madre de Todos para juntar en unos escasos momentos a todos sus hijos: en sus problemas, sus sueños por cumplir y sus realidades diversas. Todos en un mismo amor.
Hasta ahora es el símbolo de más fuerza que se puede encontrar en el sistema mágico religioso de los cubanos. Bajo la advocación de la Virgen se recuerda la acción de Calixto García, quien al no poder entrar en Santiago de Cuba, indica al General Cebreco celebrar misa con Te Deum a los pies de la Virgen por el triunfo de Cuba sobre España. Hasta hoy se considera la verdadera “Declaración Mambisa de la Independencia despueblo cubano”.
En los márgenes de las prohibiciones, o de las imposiciones de manos poderosas, o las más absurdas apropiaciones, la Virgen de la Caridad del Cobre es consuelo, esperanza y luz.
En una breve ojeada a las vitrinas donde se guardan las ofrendas de cubanos, residentes en Cuba y el exterior, se puede alcanzar a ver las demostraciones de Fe y entrega de nuestros compatriotas.
Médicos, estudiantes, deportistas de Alto rendimiento, artistas, músicos e intelectuales de gran renombre han acudido a la Virgen mambisa en momentos de dolor o desespero y luego, llegado el remanso han dejado en El Cobre el ofrecimiento por la paz que se logra cuando nos entregamos a los brazos de esa madre que no nos abandona.
Objetos de valor como prendas finas, cadenas y anillos de oro; símbolos militares, copias de certificados de graduación o propiedad, libros publicados, discos de música y otros pueden verse en las vitrinas que exhiben (y son actualizadas cada cierto tiempo) algunas muestras de la devoción popular. Nombres tan conocidos como los de la actriz Beatriz Valdés o el pitcher “El Duque” Hernández se empinan como gentes que agradece haber esperado en el Amor a la Virgen y haber encontrado una chispa de luz en la oscuridad. Pero también arden ante los ojos del visitante las cartas hechas con letras minúsculas por presos políticos y comunes, pidiendo por la libertad propia y la de toda Cuba; pidiendo ante una injusticia cometida y esperando en los brazos de la Madre que todo lo puede.
En estos días, cuando no solamente el santuario nacional en la empinada loma del Cobre, sino en los más pequeños pueblos de Cuba, los cubanos se dispongan a celebrar y venerar con respeto ante la madre de Todos, un milagro se estará realizando.
La Virgencita nos recibe con amor, ya sea con un regalo lujoso, ya con una flor silvestre. Ya pisando suelo patrio, ya en el más amargo de todos los exilios. Estos serán días para comprobar que el Amor de “Cachita” llega y está y la fuerza de su inmanencia radica no solo en nuestras metas cumplidas sino que está cuando se le busca. La Virgen está cuando los cubanos cruzan el mar, los mares, ya sea de ida o regreso; en el más confortable de los aviones o la más frágil embarcación.
Después de una visita papal, (adornada con el camuflaje de la prensa oficial y el silencio sepulcral de los que, haciendo caso omiso al dolor de cientos de detenidos y golpeados en esos días), la Virgen nos espera, nos convoca a ponernos a sus pies.
Con un templo renovado, la Virgen nos espera a nosotros renovados también.
Ante cada agravio al ser humano una puerta se cierra. Abrámosla nosotros con el amor de nuestra Madre, la Virgen de la Caridad del Cobre.