Como el objetivo real es saber quiénes somos y no cuántos somos, de nosotros sabrán lo que queramos que sepan.
Dentro de quince días seremos más los cubanos amordazados, el Estado "benefactor" tendrá que replantear los subsidios que sobreviven y los sufragios de septiembre contarán con una nueva nómina de electores fantasmas.
El Censo Nacional de Población y Viviendas 2012, previsto del 14 al 24 de septiembre y, con un formulario de treinta y cinco preguntas, esta vez se hará sobre la base del reordenamiento económico "sin apresuramientos": la política del sálvese quien tenga dinero.
Los cubanos llegan al Censo Nacional llega con una esperanza de vida de setenta y cuatro años, el 70% de la población actual alojada en zonas urbanas –proliferan los asentamientos ilegales- y un éxodo anual de veinte mil cubanos hacia los Estados Unidos.
En Cuba, un territorio de 110 922 kilómetros cuadrados, sin contar el municipio especial Isla de la Juventud y los 4 195 cayos e islotes, hasta finales de 2011 el género masculino superaba al femenino en 17 905 personas.
El gobierno cubano no está interesado en saber cuántos somos, eso lo puede saber –de hecho lo sabe- cada año sin necesidad de movilizar a tantos enumeradores "voluntarios" después de su jornada laboral o estudio. El tema gordo está en las treinta y cinco preguntas, y esperemos que no traigan incisos.
El cuestionario se dará a conocer previamente por los medios masivos de difusión, controlados por el Estado, según dijo a la prensa el Máster en Ciencias Juan Carlos Alfonso Fraga.
Entre las preguntas pronosticadas aparecen el estado actual de los inmuebles, ocupación laboral, salario, nivel educacional, conjunto de electrodomésticos en las viviendas (no es necesario mostrar la propiedad), servicios que recibe la familia, su nivel de información y otras. Toda la información recopilada, ajustada –dicen- "a los estándares internacionales" en materia de censo poblacional, se pondrá en función del desarrollo social.
Este es el decimoctavo censo en la historia de Cuba, el cuarto que realiza el régimen de los hermanos Castro Ruz. El primero se realizó en 1774 y arrojó un cómputo de 171 620 habitantes, poco más del doble de habitantes que cuando Cristóbal Colón descubrió a Cuba en 1492 (más de 60 000 indígenas). El mayor número de censos –ocho- se realizó en el siglo XVII, una época marcada por la guerra y las enfermedades.
Desde el último censo realizado en el período republicano (1953), hasta lo registrado en 2011 (11 247 925 habitantes) por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), la población cubana ha aumentado en más de cinco millones de habitantes, sin contar que existen más de dos millones de exiliados en todo el mundo.
Quedará por ver si los cubanos, desengañados de un gobierno que encarece el costo de nuestras vidas, que se corrompe y reprime a quienes sobreviven de la economía informal y además machaca a los trabajadores por cuenta propia, contestarán íntegramente el formulario.
Cuando el reloj dé las 12 de la noche el 14 de septiembre, los cubanos sabremos cuántos somos desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio. Para esto se emplearán más de setenta mil enumeradores, entre profesores y estudiantes preuniversitarios, técnico-profesionales y de la enseñanza superior.
Pero como el objetivo real es saber quiénes somos y no cuántos somos, de nosotros sabrán lo que queramos que sepan.
El Censo Nacional de Población y Viviendas 2012, previsto del 14 al 24 de septiembre y, con un formulario de treinta y cinco preguntas, esta vez se hará sobre la base del reordenamiento económico "sin apresuramientos": la política del sálvese quien tenga dinero.
Los cubanos llegan al Censo Nacional llega con una esperanza de vida de setenta y cuatro años, el 70% de la población actual alojada en zonas urbanas –proliferan los asentamientos ilegales- y un éxodo anual de veinte mil cubanos hacia los Estados Unidos.
En Cuba, un territorio de 110 922 kilómetros cuadrados, sin contar el municipio especial Isla de la Juventud y los 4 195 cayos e islotes, hasta finales de 2011 el género masculino superaba al femenino en 17 905 personas.
El gobierno cubano no está interesado en saber cuántos somos, eso lo puede saber –de hecho lo sabe- cada año sin necesidad de movilizar a tantos enumeradores "voluntarios" después de su jornada laboral o estudio. El tema gordo está en las treinta y cinco preguntas, y esperemos que no traigan incisos.
El cuestionario se dará a conocer previamente por los medios masivos de difusión, controlados por el Estado, según dijo a la prensa el Máster en Ciencias Juan Carlos Alfonso Fraga.
Entre las preguntas pronosticadas aparecen el estado actual de los inmuebles, ocupación laboral, salario, nivel educacional, conjunto de electrodomésticos en las viviendas (no es necesario mostrar la propiedad), servicios que recibe la familia, su nivel de información y otras. Toda la información recopilada, ajustada –dicen- "a los estándares internacionales" en materia de censo poblacional, se pondrá en función del desarrollo social.
Este es el decimoctavo censo en la historia de Cuba, el cuarto que realiza el régimen de los hermanos Castro Ruz. El primero se realizó en 1774 y arrojó un cómputo de 171 620 habitantes, poco más del doble de habitantes que cuando Cristóbal Colón descubrió a Cuba en 1492 (más de 60 000 indígenas). El mayor número de censos –ocho- se realizó en el siglo XVII, una época marcada por la guerra y las enfermedades.
Desde el último censo realizado en el período republicano (1953), hasta lo registrado en 2011 (11 247 925 habitantes) por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), la población cubana ha aumentado en más de cinco millones de habitantes, sin contar que existen más de dos millones de exiliados en todo el mundo.
Quedará por ver si los cubanos, desengañados de un gobierno que encarece el costo de nuestras vidas, que se corrompe y reprime a quienes sobreviven de la economía informal y además machaca a los trabajadores por cuenta propia, contestarán íntegramente el formulario.
Cuando el reloj dé las 12 de la noche el 14 de septiembre, los cubanos sabremos cuántos somos desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio. Para esto se emplearán más de setenta mil enumeradores, entre profesores y estudiantes preuniversitarios, técnico-profesionales y de la enseñanza superior.
Pero como el objetivo real es saber quiénes somos y no cuántos somos, de nosotros sabrán lo que queramos que sepan.