Tampa, Florida - Como todas las convenciones electorales, también la de este año en Tampa se centra en presentar al candidato del partido a las elecciones presidenciales y a los que compiten para el Congreso o para los gobiernos estatales, pero también sirve para presentar a los futuros líderes.
Esto último es especialmente cierto este año, pues el Partido Republicano está pasando la antorcha a una nueva generación, no solo en edad, sino también en sus orígenes étnicos y raciales, pues el partido se enfrenta a una lucha existencial ante los enormes cambios demográficos de la sociedad norteamericana que le impulsan a una nueva identidad.
Más de la mitad de los niños que nacen ahora pertenecen a grupos minoritarios, principalmente hispanos y la población blanca de origen europeo, que construyó el país actual y que dominó su vida cultural y política desde el principio, está a punto de convertirse en una minoría.
La evolución demográfica, sumada a la incorporación de las mujeres a la vida profesional y política, ha ido transformando ya el partido, pero aún permanece la imagen de otra época, de una organización casi exclusiva de hombres blancos, que no solo está desfasada, sino que da argumentos negativos a sus rivales políticos.
Aquí en esta convención, no solo hay pocos discursos de personas mayores de 50 años, sino que han aparecido mujeres y personas llegadas de todas partes del mundo, a los que el Partido Republicano está preparando para que asuman su liderazgo.
Tenemos por ejemplo a Nikky Haley, cuyo nombre era Nimrata Nikki Randhawa hasta que se casó con Michael Haley, hija de inmigrantes de la India, gobernadora del estado de Carolina del Sur. O a Mia Love, alcaldesa de Saratoga Springs, una mujer negra de origen haitiano, famosa tras un discurso de poco más de un minuto en que le dijo al presidente Obama “estamos aquí para decirle que no compramos lo que usted vende”, o Arthur Davis, el ex congresista negro de Alabama que cambió de partido este año, o el aspirante a senador de Texas, Alex Cruz, de origen cubano, o el también cubano Marco Rubio, senador por la Florida, quien tendrá el honor de presentar a Romney este jueves, o el gobernador de Louisiana, Bobby Jindal, aunque tuvo que suspender su intervención para dirigir las operaciones de emergencia del huracán Isaac.
Ninguno de ellos ha cumplido los 50 años y su probable victoria en noviembre, o su presencia en los cargos que ocupan, habría de servir de modelo a la nueva generación republicana en la que el partido confía para su supervivencia.
El esfuerzo no es totalmente nuevo: hace más de cuatro años, el partido eligió como presidente del Comité Nacional Republicano a Michael Steele, un afroamericano, que ocupó el cargo por dos años y, aunque los partidos políticos norteamericanos no tienen el peso de los partidos en otras democracias, sirven para dar al público una imagen de la organización.
El Partido Republicano pasa la antorcha a una nueva generación, no solo en edad, sino también en sus orígenes étnicos y raciales.