"cuando alguien afloja los clanes de una rueda sabe que el auto podrá caminar cierta distancia hasta que algún obstáculo o maniobra, dependiendo de la velocidad, provoque que la rueda se salga de su lugar con las consecuencias imaginables”...
Según la misiva el 27 de enero a las 9 de la noche al finalizar una visita a familiares, el auto tenía problemas en las ruedas, a las que le habían aflojado los clanes de las tuercas que fijan las tamboras de las llantas.
Payá recuerda en la carta que “cuando alguien afloja los clanes de una rueda sabe que el auto podrá caminar cierta distancia hasta que algún obstáculo o maniobra, dependiendo de la velocidad, provoque que la rueda se salga de su lugar con las consecuencias imaginables”.
En el auto junto al líder del Movimiento Cristiano Liberación viajaba su esposa y los tres hijos y asegura que por media hora el auto estuvo parqueado frente a un parque. Como un acto criminal calificó Oswaldo Payá el hecho y denunció que ese tipo de actos se convierte en una “forma de acoso es cada vez más frecuente y directa”.
En junio del 2012, el auto de Payá estuvo involucrado en otro accidente en La Habana.
A continuación el texto íntegro de la carta de Oswaldo Payá que fuera publicado en el sitio digital del Movimento Cristiano Liberación.
INFORMACIÓN SOBRE SABOTAJE A AUTO EN EL QUE VIAJABA CON MI FAMILIA.
El día 27 de Enero cerca de las nueve de la noche terminamos una visita a la casa de una familia, visita que habíamos coordinado por vía telefónica anticipadamente entre varias familias amigas. Poco tiempo después de salir de dicha casa escuchamos un ruido que parecía proceder de las ruedas del auto en que nos trasladábamos. Cuando inspeccionamos las ruedas descubrimos que en la rueda trasera izquierda, alguien había aflojado, casi hasta el final de las roscas, las cinco tuercas que fijan la llanta del neumático a la tambora, Es decir; habían zafado casi completamente los cinco clanes de esa rueda. Cuando alguien afloja los clanes de una rueda sabe que el auto podrá caminar cierta distancia hasta que algún obstáculo o maniobra, dependiendo de la velocidad, provoque que la rueda se salga de su lugar con las consecuencias imaginables.
En el auto de mi propiedad, un VW de 1964, viajaban conmigo, mi esposa y mis tres hijos y un matrimonio amigo con sus tres hijos incluyendo una niña de nueve años. Mi auto estuvo en la calle frente a la casa amiga poco menos treinta minutos en la oscuridad de la noche, pues antes estaba en el parqueo en el jardín de dicha casa. Antes de salir de la casa en la que estábamos de visita, a cierta distancia, en la misma calle se podía ver un auto tipo Van, con faroles en su techo, sin que se pudieran distinguir insignias y otro segundo auto que encendió las luces de los reflectores mientras nosotros abordamos nuestro auto para salir. Este auto se retiró cuando nosotros partimos. Poco después sentimos el extraño ruido. Era imposible que en el recorrido de varios kilómetros, de ida a la visita, no hubiésemos sentido el ruido de la rueda si ya los clanes hubiesen estado flojos. El ruido se sintió poco después de salir de la visita, porque alguien aflojó los clanes o mejor dicho, zafó casi totalmente estos clanes mientras estábamos en esa casa, cuando el auto permaneció en la calle oscura.
Cualquiera que afloja los clanes de una rueda de un auto, en la que van a viajar niños, jóvenes, mujeres y hombres, es porque tiene la intención de aniquilarlos. No estamos hablando de advertencias mafiosas o de amenazas, sino de un acto criminal y nadie puede suponer que la intención es otra que no sea la de causar un grave accidente con consecuencias fatales. Solamente unas semanas antes, “alguien” entró con impunidad al patio en el que se guardaba mi auto y con un diamante corta vidrio o un instrumento semejante, trazó una raya perfectamente recta en uno de los cristales planos laterales del auto. Ni siquiera simularon un robo. Los que lo hicieron, sólo querían marcar su presencia. Es un estilo que conocemos pues lo hemos sufrido durante años.
De manera casi permanente la Seguridad del Estado vigila mi casa, me persigue cuando viajo a pie, en bicicleta o en auto, interfiere nuestros teléfonos y escucha todo lo que hablamos, interfiere por completo en mi trabajo y también molesta con frecuencia a muchas de nuestras relaciones humanas. Incluye esta persecución la intromisión directa para perturbar a médicos e instituciones hospitalarias en algunas de las ocasiones en que hemos tenido necesidad de atender alguien de la familia incluyendo a mis hijos. Esta última forma de acoso es cada vez más frecuente y directa.
Oswaldo José payá. Sardinas
Coordinador del movimiento cristiano liberación
La habana, 30 de enero de 2008
Payá recuerda en la carta que “cuando alguien afloja los clanes de una rueda sabe que el auto podrá caminar cierta distancia hasta que algún obstáculo o maniobra, dependiendo de la velocidad, provoque que la rueda se salga de su lugar con las consecuencias imaginables”.
En el auto junto al líder del Movimiento Cristiano Liberación viajaba su esposa y los tres hijos y asegura que por media hora el auto estuvo parqueado frente a un parque. Como un acto criminal calificó Oswaldo Payá el hecho y denunció que ese tipo de actos se convierte en una “forma de acoso es cada vez más frecuente y directa”.
En junio del 2012, el auto de Payá estuvo involucrado en otro accidente en La Habana.
A continuación el texto íntegro de la carta de Oswaldo Payá que fuera publicado en el sitio digital del Movimento Cristiano Liberación.
INFORMACIÓN SOBRE SABOTAJE A AUTO EN EL QUE VIAJABA CON MI FAMILIA.
El día 27 de Enero cerca de las nueve de la noche terminamos una visita a la casa de una familia, visita que habíamos coordinado por vía telefónica anticipadamente entre varias familias amigas. Poco tiempo después de salir de dicha casa escuchamos un ruido que parecía proceder de las ruedas del auto en que nos trasladábamos. Cuando inspeccionamos las ruedas descubrimos que en la rueda trasera izquierda, alguien había aflojado, casi hasta el final de las roscas, las cinco tuercas que fijan la llanta del neumático a la tambora, Es decir; habían zafado casi completamente los cinco clanes de esa rueda. Cuando alguien afloja los clanes de una rueda sabe que el auto podrá caminar cierta distancia hasta que algún obstáculo o maniobra, dependiendo de la velocidad, provoque que la rueda se salga de su lugar con las consecuencias imaginables.
En el auto de mi propiedad, un VW de 1964, viajaban conmigo, mi esposa y mis tres hijos y un matrimonio amigo con sus tres hijos incluyendo una niña de nueve años. Mi auto estuvo en la calle frente a la casa amiga poco menos treinta minutos en la oscuridad de la noche, pues antes estaba en el parqueo en el jardín de dicha casa. Antes de salir de la casa en la que estábamos de visita, a cierta distancia, en la misma calle se podía ver un auto tipo Van, con faroles en su techo, sin que se pudieran distinguir insignias y otro segundo auto que encendió las luces de los reflectores mientras nosotros abordamos nuestro auto para salir. Este auto se retiró cuando nosotros partimos. Poco después sentimos el extraño ruido. Era imposible que en el recorrido de varios kilómetros, de ida a la visita, no hubiésemos sentido el ruido de la rueda si ya los clanes hubiesen estado flojos. El ruido se sintió poco después de salir de la visita, porque alguien aflojó los clanes o mejor dicho, zafó casi totalmente estos clanes mientras estábamos en esa casa, cuando el auto permaneció en la calle oscura.
Cualquiera que afloja los clanes de una rueda de un auto, en la que van a viajar niños, jóvenes, mujeres y hombres, es porque tiene la intención de aniquilarlos. No estamos hablando de advertencias mafiosas o de amenazas, sino de un acto criminal y nadie puede suponer que la intención es otra que no sea la de causar un grave accidente con consecuencias fatales. Solamente unas semanas antes, “alguien” entró con impunidad al patio en el que se guardaba mi auto y con un diamante corta vidrio o un instrumento semejante, trazó una raya perfectamente recta en uno de los cristales planos laterales del auto. Ni siquiera simularon un robo. Los que lo hicieron, sólo querían marcar su presencia. Es un estilo que conocemos pues lo hemos sufrido durante años.
De manera casi permanente la Seguridad del Estado vigila mi casa, me persigue cuando viajo a pie, en bicicleta o en auto, interfiere nuestros teléfonos y escucha todo lo que hablamos, interfiere por completo en mi trabajo y también molesta con frecuencia a muchas de nuestras relaciones humanas. Incluye esta persecución la intromisión directa para perturbar a médicos e instituciones hospitalarias en algunas de las ocasiones en que hemos tenido necesidad de atender alguien de la familia incluyendo a mis hijos. Esta última forma de acoso es cada vez más frecuente y directa.
Oswaldo José payá. Sardinas
Coordinador del movimiento cristiano liberación
La habana, 30 de enero de 2008