Alexis Leyva (Kcho), es un truhán deplorable, que ha hecho del sufrimiento del cubano (balsas, botes, remos) el modo de saciar su descomunal humanidad.
En la última sesión plenaria de la Asamblea Nacional, donde se aprobó el proyecto de ley tributaria que entrará en vigor el próximo año; el diputado Alexis Leyva leyó una declaración absolutamente disparatada, y disfuncional, pero muy ovacionada, que dice así: “Una Ley Tributaria justa debe cobrar impuestos al 100 por ciento de los ciudadanos económicamente activos, y hasta a aquellos que no laboran pero son una carga para el Estado, porque reciben todos los beneficios que el Estado produce”
Al excelente dibujante y terrorífico procurador se le suele escuchar bien, porque habla alto, pero no se le comprende. Tiene severos trastornos en la emisión del lenguaje (ceceo, tartamudez, farfullo…); y sus allegados aseguran que mantiene un comportamiento propio de adolescentes. Al joven parlamentario le sobra talento, estilo….; pero le falta moralidad.
Alexis Leyva Machado (Kcho) nació el 12 de Febrero de 1970 en Nueva Gerona, Isla de la Juventud. Y según él mismo cuenta, a los 13 años de edad, su madre, promotora cultural, “me cogió la mano, me hizo lo que yo quería dibujar, e inmediatamente lo rompió y me dijo: ahora hazlo tú”, un inesperado empujón, que sacó a relucir su innegable destreza en el trazo.
Llega a la Habana, y matricula en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde se gradúa en las especialidades de pintura y escultura. Con la instalación de la obra “Regata” durante la V Bienal de la Habana, se da a conocer. Un año después, en la Bienal de Corea del Sur, 1995, se lleva el gran premio del certámen.
Por ese tiempo el entonces presidente Fidel Castro, invita a un almuerzo a pintores y artistas destacados, Kcho fue de los escogidos, justo ahí y a pedido del comandante le pintó algo sobre una servilleta. Fue amor al primer contacto. Vivió una larga temporada, sin pagar, en una de las casas del Laguito, que le prestó su amigo Fidel.
Sus relaciones ya sean de amistad, o de índole sentimental, van estrechamente ligadas al grado de consanguinidad que tengan con el poder.
No puedo olvidar que cumpliendo órdenes precisas del General Raúl Castro, Kcho aceptó suplantarme en el funeral de mi padre. Pero igual, las ovejas no son responsables de la ropa que se hace con lana.
Las verdades absolutas tienden a modificarse según te les acercas. Alexis Leyva (Kcho), es un truhán deplorable, que ha hecho del sufrimiento del cubano (balsas, botes, remos) el modo de saciar su descomunal humanidad.
Seguramente usted no sabe que cada tres días un barco se hace a la mar desde la Marina Gaviota, la última dársena que corona la Península de Hicacos, en Varadero, para proveer con pescados y mariscos frescos un criadero ubicado al final del pequeño muelle, o directamente a la cocina del Restaurant Kike-Kcho. Un paradisiaco lugar donde se va a comer, a beber, a esnifar (si es confiable), y a vivir una aventura capaz de hacer realidad la exigente imaginación del más bohemio sibarita.
De Kcho no quiero hablar más, de Kike, les cuento otro día.
Al excelente dibujante y terrorífico procurador se le suele escuchar bien, porque habla alto, pero no se le comprende. Tiene severos trastornos en la emisión del lenguaje (ceceo, tartamudez, farfullo…); y sus allegados aseguran que mantiene un comportamiento propio de adolescentes. Al joven parlamentario le sobra talento, estilo….; pero le falta moralidad.
Alexis Leyva Machado (Kcho) nació el 12 de Febrero de 1970 en Nueva Gerona, Isla de la Juventud. Y según él mismo cuenta, a los 13 años de edad, su madre, promotora cultural, “me cogió la mano, me hizo lo que yo quería dibujar, e inmediatamente lo rompió y me dijo: ahora hazlo tú”, un inesperado empujón, que sacó a relucir su innegable destreza en el trazo.
Llega a la Habana, y matricula en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde se gradúa en las especialidades de pintura y escultura. Con la instalación de la obra “Regata” durante la V Bienal de la Habana, se da a conocer. Un año después, en la Bienal de Corea del Sur, 1995, se lleva el gran premio del certámen.
Por ese tiempo el entonces presidente Fidel Castro, invita a un almuerzo a pintores y artistas destacados, Kcho fue de los escogidos, justo ahí y a pedido del comandante le pintó algo sobre una servilleta. Fue amor al primer contacto. Vivió una larga temporada, sin pagar, en una de las casas del Laguito, que le prestó su amigo Fidel.
Sus relaciones ya sean de amistad, o de índole sentimental, van estrechamente ligadas al grado de consanguinidad que tengan con el poder.
No puedo olvidar que cumpliendo órdenes precisas del General Raúl Castro, Kcho aceptó suplantarme en el funeral de mi padre. Pero igual, las ovejas no son responsables de la ropa que se hace con lana.
Las verdades absolutas tienden a modificarse según te les acercas. Alexis Leyva (Kcho), es un truhán deplorable, que ha hecho del sufrimiento del cubano (balsas, botes, remos) el modo de saciar su descomunal humanidad.
Seguramente usted no sabe que cada tres días un barco se hace a la mar desde la Marina Gaviota, la última dársena que corona la Península de Hicacos, en Varadero, para proveer con pescados y mariscos frescos un criadero ubicado al final del pequeño muelle, o directamente a la cocina del Restaurant Kike-Kcho. Un paradisiaco lugar donde se va a comer, a beber, a esnifar (si es confiable), y a vivir una aventura capaz de hacer realidad la exigente imaginación del más bohemio sibarita.
De Kcho no quiero hablar más, de Kike, les cuento otro día.