El totalitarismo castrista no deja espacio sin cubrir y obliga a un debate constante entre los sentimientos y lo que la conciencia social y política puede o no considerar justo, por lo que las dos mitades de un cubano, sino de todos, de un número importante de ellos, se enfrentan para intentar conciliar las diferencias que les atormentan.
Un libro muy en boga en Cuba por los años 60, Las Dos mitades del Vizconde, nos mostraba un aristócrata dividido por la mitad físicamente, lo que repercutía en la conducta contradictoria de los dos hemisferios del sujeto.
El vizconde, partido por una bala de cañón, sobrevive pero con el cuerpo escindido en dos y cada una de las partes actuando de manera diferente.
La situación de aquel vizconde era terrible, vivía una pugna atroz, porque cada parte de su cuerpo confrontaba con la otra. Conciencia, sentimientos, intereses, política e ideología, se enfrentaban en un debate constante al que nunca llegaba la conciliación.
Compleja la situación que presentó Italo Calvino en su novela, porque obliga a reflexionar profundamente en el debate que cada individuo enfrenta cuando debe tomar una decisión que lo sitúa en la disyuntiva de hacer lo que cree correcto y lo que le dicta sus sentimientos.
Por supuesto que aquellos que están iluminados por una verdad única que les permite superar las consecuencias de sus acciones y los remordimientos que puedan derivarse de estas, no tienen problemas con sus mitades, ellos son un todo y como ariete se conducen sin sufrir las consecuencias.
Pero muchos cubanos padecen lo que libremente se pudiera identificar como el síndrome del vizconde, y es que sin haber sido impactado por una bala de cañón, el sistema que impera en Cuba es tan absorbente e incluyente que por mucho que se esfuerce el individuo no puede sustraerse de la influencia del sistema, salvo que rompa de manera absoluta con sus raíces y de lo que de ellas derivan.
El totalitarismo castrista no deja espacio sin cubrir y obliga a un debate constante entre los sentimientos y lo que la conciencia social y política puede o no considerar justo, por lo que las dos mitades de un cubano, sino de todos, de un número importante de ellos, se enfrentan para intentar conciliar las diferencias que les atormentan.
Esta percepción en alguna medida también se fundamenta en que el mesianismo totalitario, mas allá de la voluntad y hacer de cada ciudadano, inculcó durante décadas la certeza de que la Patria y Fidel Castro eran una única entidad, absolutismo que condujo a la creencia de que cualquier decisión individual repercutiría en alguna medida en los valores y convicciones del sujeto.
Numerosos ejemplos del debate interno que subyace en la conciencia y los sentimientos, esta vinculado a las actividades públicas que desempeñan muchos compatriotas y hasta en los progresos que en la isla se alcancen.
Las medallas que obtienen los deportistas son producto de sus esfuerzos, pero el gobierno las capitaliza e instrumenta una campaña de propaganda que contribuye a la desinformación y a la dependencia del atleta. Algo similar ocurre con los avances científicos o de cualquier tipo que se puedan producir en el país, hacen creer, difunden los resultados como progresos genuinos del sistema y no de los individuos que con su talento y dedicación alcanzaron el éxito.
Un premio o reconocimiento a un cubano que vive en la isla, en cierta medida, por la condición totalitaria del sistema, se refleja en el haber del régimen y conduce a un sector de los que son contrarios al sistema, a no sentir el triunfo como nacional, como un suceso que pertenece a todos.
Un aspecto mas común es el envió de paquetes y remesas a Cuba.
Quizás la mayoría de los cubanos cumplen estos menesteres pensando exclusivamente en la ayuda que prestan a sus allegados, otros aunque lo cumplen por el deber que se tiene con los seres queridos, están convencidos de que esos envíos de dineros o bienes ayudan a la familia, pero también en alguna medida favorecen la dictadura que repudian.
Una situación que enfrenta con particular angustia las dos mitades, es cuando se envía ayuda a los opositores a la dictadura. Dinero, alimentos, cámaras fotográficas, teléfonos, llamadas, cualquier artículo es esencial para actuar contra el régimen, pero no se puede obviar que directa o indirectamente, en alguna medida, la dictadura se beneficia de lo que recibe el opositor.
Todo esto genera un verdadero enfrentamiento entre las dos mitades que linda con el Ser o no Ser. Se quiere que el régimen termine, pero también se está conciente que cualquier envió repercute favorablemente en la economía de la dictadura, lo que le confiere una mayor habilidad para reprimir y conservar el poder.
¿Pero que hacer?. El totalitarismo es una sucia trampa que lo corroe todo, en la que todo esta secuestrado, incluso nuestros seres querido, y ¿ puede haber Patria, sin familia?
El vizconde, partido por una bala de cañón, sobrevive pero con el cuerpo escindido en dos y cada una de las partes actuando de manera diferente.
La situación de aquel vizconde era terrible, vivía una pugna atroz, porque cada parte de su cuerpo confrontaba con la otra. Conciencia, sentimientos, intereses, política e ideología, se enfrentaban en un debate constante al que nunca llegaba la conciliación.
Compleja la situación que presentó Italo Calvino en su novela, porque obliga a reflexionar profundamente en el debate que cada individuo enfrenta cuando debe tomar una decisión que lo sitúa en la disyuntiva de hacer lo que cree correcto y lo que le dicta sus sentimientos.
Por supuesto que aquellos que están iluminados por una verdad única que les permite superar las consecuencias de sus acciones y los remordimientos que puedan derivarse de estas, no tienen problemas con sus mitades, ellos son un todo y como ariete se conducen sin sufrir las consecuencias.
Pero muchos cubanos padecen lo que libremente se pudiera identificar como el síndrome del vizconde, y es que sin haber sido impactado por una bala de cañón, el sistema que impera en Cuba es tan absorbente e incluyente que por mucho que se esfuerce el individuo no puede sustraerse de la influencia del sistema, salvo que rompa de manera absoluta con sus raíces y de lo que de ellas derivan.
El totalitarismo castrista no deja espacio sin cubrir y obliga a un debate constante entre los sentimientos y lo que la conciencia social y política puede o no considerar justo, por lo que las dos mitades de un cubano, sino de todos, de un número importante de ellos, se enfrentan para intentar conciliar las diferencias que les atormentan.
Esta percepción en alguna medida también se fundamenta en que el mesianismo totalitario, mas allá de la voluntad y hacer de cada ciudadano, inculcó durante décadas la certeza de que la Patria y Fidel Castro eran una única entidad, absolutismo que condujo a la creencia de que cualquier decisión individual repercutiría en alguna medida en los valores y convicciones del sujeto.
Numerosos ejemplos del debate interno que subyace en la conciencia y los sentimientos, esta vinculado a las actividades públicas que desempeñan muchos compatriotas y hasta en los progresos que en la isla se alcancen.
Las medallas que obtienen los deportistas son producto de sus esfuerzos, pero el gobierno las capitaliza e instrumenta una campaña de propaganda que contribuye a la desinformación y a la dependencia del atleta. Algo similar ocurre con los avances científicos o de cualquier tipo que se puedan producir en el país, hacen creer, difunden los resultados como progresos genuinos del sistema y no de los individuos que con su talento y dedicación alcanzaron el éxito.
Un premio o reconocimiento a un cubano que vive en la isla, en cierta medida, por la condición totalitaria del sistema, se refleja en el haber del régimen y conduce a un sector de los que son contrarios al sistema, a no sentir el triunfo como nacional, como un suceso que pertenece a todos.
Un aspecto mas común es el envió de paquetes y remesas a Cuba.
Quizás la mayoría de los cubanos cumplen estos menesteres pensando exclusivamente en la ayuda que prestan a sus allegados, otros aunque lo cumplen por el deber que se tiene con los seres queridos, están convencidos de que esos envíos de dineros o bienes ayudan a la familia, pero también en alguna medida favorecen la dictadura que repudian.
Una situación que enfrenta con particular angustia las dos mitades, es cuando se envía ayuda a los opositores a la dictadura. Dinero, alimentos, cámaras fotográficas, teléfonos, llamadas, cualquier artículo es esencial para actuar contra el régimen, pero no se puede obviar que directa o indirectamente, en alguna medida, la dictadura se beneficia de lo que recibe el opositor.
Todo esto genera un verdadero enfrentamiento entre las dos mitades que linda con el Ser o no Ser. Se quiere que el régimen termine, pero también se está conciente que cualquier envió repercute favorablemente en la economía de la dictadura, lo que le confiere una mayor habilidad para reprimir y conservar el poder.
¿Pero que hacer?. El totalitarismo es una sucia trampa que lo corroe todo, en la que todo esta secuestrado, incluso nuestros seres querido, y ¿ puede haber Patria, sin familia?