En las afueras de La Habana, en la Carretera del Guatao, radica el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia. Llamémosle Joel. Dos veces a la semana, él acude al centro para poner a punto su tesis de grado sobre las cualidades de la moringa y su futuro impacto en la industria alimentaria.
Joel, un tipo amante al rap y al baloncesto de LeBron James, próximamente se gradúa de técnico medio en conservación de alimentos. “En un principio, mi tesis sería sobre métodos menos nocivos para la salud humana en la elaboración de ahumados. Pero mis tutores me pidieron que enfocara el proyecto en la moringa y la morera, pues del Ministerio de Educación bajaron la orientación de que un buen número de investigaciones y tesis de grado reflejaran la impronta de Fidel en las distintas esferas de la sociedad. Un fastidio, porque a mí la moringa y sus propiedades no me interesan”.
El culto a la personalidad de la obra y vida de Fidel Castro, por parte del régimen verde olivo, llega a niveles que rozan el fanatismo. En una nación donde el futuro se dibuja entre signos de interrogación y el salario es un chiste de mal gusto, resulta un derroche al erario público fundar una Cátedra Universitaria dedicada a estudiar el legado del autócrata y un ministerio donde se implementaran las ‘ideas y proyectos de Fidel Castro’.
Un empleado de una finca experimental, al oeste de La Habana, donde Castro investigó las propiedades de la moringa, comenta que en ese lugar lleva dos años y medio. "Nos dan una buena merienda y comida de calidad. Tenemos todo garantizado, incluido un transporte que nos lleva y nos trae a la casa. El salario es de casi dos mil pesos al mes”.
Al contrario de los campesinos y trabajadores de cooperativas agropecuarias, la mayoría con deudas financieras al banco y baja productividad, los delirantes planes de Fidel Castro tienen un presupuesto garantizado.
Da igual que sean proyectos disparatados como la cría de búfalas y dromedarios. “Si tienen la anuencia del gobierno, entonces cuentan con los recursos suficientes. La Doña (se refiere a Dalia Soto del Valle, viuda de Fidel Castro) suele visitar nuestros cultivos de moringa. Ella tiene sus siembras de frijoles y otros cultivos cerca de allí”, indica el empleado de la finca experimental.
El 'comandante único' gobernó al estilo de un vulgar dictadorzuelo africano o latinoamericano. Contaba con decenas de mansiones a lo largo de toda la isla y hasta un cayo donde iba a pescar. Y manejaba el presupuesto del Estado como si administrara su antigua finca de Birán. Despilfarró millones de dólares en planes que posteriormente fracasaron.
Hagamos memoria. Pretendió cultivar café caturra en las afueras de La Habana.
Concibió vacas lecheras a las que les puso sus siglas, F-1 y F-2, y les mandó a construir vaquerías mecanizadas en el poblado de Valle de Picadura con aire acondicionado y música de Beethoven o Bach, para que el ganado estuviera relajado.
Prometió producir más leche y queso que Holanda y más carne de res que Uruguay.
Como teórico político no se le conoce ningún libro explicando qué rayo es el castrismo y de cuáles ideologías se nutre. La doctrina castrista es un cascarón vacío. Cientos de intervenciones, alocuciones y peroratas, algunas de varias horas. "El castrismo no es una filosofía. Tampoco una ciencia política. Solo discursos y promesas, la mayoría incumplidas", afirma Reinaldo, profesor universitario jubilado.
María Luisa, graduada de ciencias políticas, considera que "Fidel Castro fue un transgresor, pero también un estadista peligroso. En una misiva le pidió a Nikita Kruchov que diera el primer golpe nuclear contra Estados Unidos durante la crisis de los cohetes en octubre de 1962".
En San Andrés, Pinar del Río, Fidel Castro intentó poner en práctica la futura sociedad comunista en Cuba. “No había dinero ni estímulos materiales. Se consumía lo que se necesitaba y se producía sin recibir salario alguno. Teníamos todo garantizado: comida, educación y atención médica. La gente se aburría, pues la vida se limitaba a trabajar y realizar reuniones para estudiar materiales políticos. Teníamos custodios, pero los fines de semana nos escapábamos a un poblado cercano a comprar ron y cerveza. Parece que en ese comunismo ideado por Fidel Castro no estaba previsto que se tomara alcohol”, recuerda Mario, 81 años, testigo de aquel experimento del 'máximo líder de la revolución'.
Los múltiples errores del castrismo han soportado y siguen soportando los cubanos de a pie. Pésimo transporte. Escasez de comida. Más del 60% por ciento de las viviendas en regular o mal estado constructivo. Bajos salarios. Productividad por los suelos. Y una economía estéril que hace agua por todas partes.
El ‘sabio’ de Birán, con sus cantinfladas, arruinó al erario público y desmanteló la pequeña y mediana empresa privada. La caña de azúcar, industria nacional, hoy es incapaz de producir dos millones de toneladas de azúcar.
"Es una incongruencia que año y medio después de su fallecimiento, las instituciones del Estado agasajen a quien provocó el desguace nacional", expresa Reinaldo, profesor universitario jubilado.
Algún día los intelectuales de la Isla tendrán que reconocer su cobardía al no confrontar con ideas y hechos la catástrofe e improvisación en la administración del país durante la dinastía de Castro I. Ahora, por cumplir un guión estatal, deben exaltar la 'obra de Fidel Castro'. Esa hipocresía y oportunismo lo está pagando la sociedad.
Cuba está viviendo el peor culto posible a la personalidad. Con una atosigante campaña apologética de los medios oficiales, como si viviéramos en Corea del Norte. Para María Luisa, graduada de ciencias políticas,"lo más dañino es la simulación. Decir cosas que uno no siente o tener que aplaudir a la persona que ha sido culpable del desastre nacional".