El papa Juan Pablo II visitó Cuba del 21 al 25 de enero de 1998 y dejó una huella que trasciende 20 años después.
"Sin duda alguna la historia, a medida que pasa el tiempo va demostrando que aquellas enseñanzas y aquella visita marcaron para siempre, y no solo para ahora, sino para el futuro después del cambio, la vida de todos los cubanos", dijo a Radio Martí el director de la Revista Convivencia, Dagoberto Valdés.
Posiblemente, de todo lo dicho por el Papa en la isla, estas palabras podrían ser las que más recuerdan los cubanos:
"Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo que como todo hombre de acción busca la verdad pueda mirar el futuro con esperanza".
La visita de Juan Pablo II trajo consigo ciertas libertades al pueblo cubano. El Gobierno declaró feriada la Navidad y la Iglesia cobró un mayor protagonismo.
El párroco de Banes y Antillas, Pablo Emilio Precilla, tenía 18 años de edad cuando Juan Pablo II llegó a Santiago de Cuba.
"La Navidad siempre se celebró. La Iglesia nunca dejó de celebrar a Jesucristo, la encarnación del hijo de Dios. Pero ya desde el punto de vista de una expresión social, todavía hay que seguir ganando; más villancicos en la radio, en la televisión", indicó Precilla.
Se trata de "una visión de cambio, de renovación, que representa el anhelo de una nación que no se limita a las fronteras de un país", dijo Pedro Meurice Estiú, quien ejerció como arzobispo de Santiago de Cuba durante 34 años y presentó la misa que el Santo Padre ofició en la Plaza de la Revolución de Santiago.