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Ilusos del 59 terminan en la miseria


Imagen de un anciano cubano en una calle de Cuba
Imagen de un anciano cubano en una calle de Cuba

Aquellos que vitorearon su entrada al poder hoy no saben cómo enfrentar el final de sus vidas. Después de una década la situación será aún más crítica pues 3 personas trabajarán en Cuba para sustentar a otros 7.

Algunos no hablan del asunto mientras a otros apenas le queda tiempo para el reposo en el final de sus días en la isla, pero jamás imaginaron los ancianos, antes jóvenes, por supuesto, que su apoyo a Fidel Castro se convertiría en el Saturno que los devorara con la miseria.

Con una pensión mínima de tan solo diez CUC y todos los artículos de primera necesidad comercializándose en divisas, son el “estrato social más vulnerable dentro de la sociedad cubana”, afirma el ciudadano cubano Darsi Ferrer, sobretodo si te encuentras “en desventaja a la hora de defenderte en esta selva donde para sobrevivir se necesita ser un león joven, robusto, con buenas pezuñas y buena dentadura”.

Los protagonistas en la cola del picadillo de soya o en la del pan, se ven “condicionados” a pernoctar desde temprano por las calles en “colas kilométricas en los estanquillos de periódicos para tener otra entrada”, continúa explicando Ferrer.

Como hormigas que andan para arriba y para abajo, los describe el periodista y bloguero independiente, Luis Felipe Rojas. “En Cuba es difícil ver a un anciano sentado”, afirma, “cuando debían estar descansando aunque sea activamente. Muchas veces están llevando todo el peso de la casa, de la familia y cuando lo vienes a sumar es de la sociedad”.



“Esa juventud activa” se la pasa “inventando” vendiendo maní o “sacándole unos pesitos a cualquier cosa” porque ya no encuentran “un asidero y ya el que les queda, es el de la esperanza, el de no despedirse sin estar haciendo algo por los demás”.

En la víspera de su tercera edad, Jorge Corrales, residente en la ciudad de Guantánamo se preocupa a sus 57 años por los ancianos que viven en una situación “precaria al borde de la indigencia”.

A excepción de los ex militares que reciben altas pensiones comparadas con el resto de los jubilados que tienen que vivir “haciendo piruetas”, “es lastimoso ver personas que han trabajado toda su vida en un centro de trabajo produciendo para un país y que ahora usted los vea por la calle ripiados, con un par de zapatos rotos y con una jabita” en su mano.

La vivienda de un anciano en Cuba se puede identificar a simple vista cuando miras desde la calle, explicó Corrales quien denunció además que tras los nuevos lineamientos del Partido Comunista, muchos ancianos encamados y limitados físico-motores vieron suspendida su asistencia social por tener algún familiar que trabaje aunque no viva directamente con ellos. ¿Pero si a esos parientes que trabajan el sueldo no les da para vivir?- se cuestiona Corrales expresando su pesar.

Para poder seguir tomándose su “traguito de café”, relata Ana Rosa Tamayo desde la Sierra de Gibara en Holguín, “muchos tienen que trabajar para ir subsistiendo”. Ella misma tiene una amistad que ya está jubilada y lo hace “en una vaquería porque lo que le dan no le alcanza para vivir sino se muere de hambre y necesidad”.

A principios del siglo XX, tan solo el 4,5 por ciento de los habitantes de la isla tenían más de 60 años; un siglo después- cinco décadas dentro de éste en el Socialismo- la cifra supera el 18 por ciento y sigue incrementándose por la baja mortalidad infantil, el alza del promedio de vida, la baja fecundidad y la emigración de los más jóvenes.

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