En la historia de Rusia y la Unión Soviética no hay una personalidad que tenga la entereza de espíritu, honestidad y valentía de Andrei Dimitrievich Sajarov.
Nacido en mayo de 1921, en el seno de una familia de juristas, físicos y diáconos ortodoxos, el joven Andrei se dio al estudio de la física. Por su capacidad intelectual y novedodas ideas y proyectos, fue enviado a trabajar a la industria armamentista al terminar la Universidad. Sin militar en el partido comunista, ni haber sido del Komsomol, el físico, de 24 años, era seleccionado para que integrara, como coautor, un grupo dedicado al estudio del reactor magnético termonuclear, la catálisis de la síntesis de la reacción nuclear, y el uso magnético para la suspensión del plasma.
En 1953, tras la muerte de Stalin, Sajarov es admitido en la Academia de Ciencias. Su aporte a la física y a los proyectos nucleares de la URSS es decisivo para la elaboración de armas atómicas.
En el país se vivía la época del deshielo, pues el nuevo gobernante, Nikita S. Jruschev, abría los campos de concentración, y en el XX Congreso del Partido Comunista presentó el informe sobre el culto a la personalidad de Stalin. Eran los años en que Alexander I. Solchenitsyn publicaba “Un día en la vida de Ivan Denisovich”.
El académico Andrei D. Sajarov, con conocimiento de causa, pues fue el padre de la bomba soviética de hidrógeno y partícipe en los proyectos atómicos, comienza a oponerse a muchas de las atrocidades del sistema imperante, y empieza una batalla por el respeto a los derechos humanos, hasta que fallece en diciembre de 1989.
Desde 1958 el físico soviético pedía al Kremlin que detuviera las pruebas nucleares. En 1962 pidió la renuncia al ministro de la Industria Atómica por no desear participar en nuevos ensayos atómicos. Fue coautor de la carta que los intelectuales soviéticos enviaron al XXIII Congreso del PCUS protestando por el renaciente estalinismo en la sociedad.
En 1971, cuando conoce a Elenna G. Bonner, ya es Sajarov una personalidad dentro de los círculos opositores. El que fuera acreedor tres veces de la medalla de Héroe del Trabajo Socialista, Premio Estatal y Premio Lenin, hacía que la nomenklatura se ensañara con más furia en el científico disidente que asistía a todas las protestas, manifestaciones, o juicios a opositores.
Al recibir en 1975 el Premio Nobel de la Paz por sus constantes y valientes denuncias sobre violaciones de derechos humanos, en la Unión Soviética se hizo más severo el castigo. Mientras en Estocolmo entregaban a Elenna el premio de Sajarov, Andrei asistía al juicio en Vilnius, de uno de sus amigos disidentes, Serguei A. Kovaliov.
Elenna G. Bonner fue esposa, amiga y colaboradora perenne de Sajarov. Ambos fueron enviados al exilio en Gorky, una lejana ciudad de la Siberia, cuando protestaron en diciembre de 1979 por la invasión soviética a Afganistán. Desde las frías estepas de Siberia siguió denunciando las violaciones de los derechos humanos y expuso las barbaries del Gulag que Brezhnev reconstruyó. Tres huelgas de hambre, en 1981, 1984 y 1985, fueron agotando la salud de Andrei, al que le hacían ingerir alimentos de manera forzosa, con sondas y mangueras por la nariz y la garganta.
Con la llegada al poder de Mijail S. Gorbachov en marzo de 1985, la situación de Sajarov cambió. A pesar de la oposición del KGB y de algunos miembros del Politburó, en diciembre de ese año, Mijail Serguievich ordena instalarle un teléfono y personalmente le anuncia que podía retornar a Moscú. Había terminado el destierro en la Siberia. Su primera reacción, al llegar a la estación de trenes en Moscú, fue dar una conferencia de prensa junto a los vagones, en la que denunció la violación de los derechos humanos en la URSS, y agradeció a Gorbachev por permitir su retorno a la capital, ademas de exigir nuevamente la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán.
Desde diciembre de 1985 hasta el 14 de diciembre de 1989, Sajarov realizó importantes proyectos científicos sobre el origen del universo y el cosmos. Fue un defensor de los logros alcanzados con la perestroika y crítico constante de la mala aplicación de las libertades individuales en la URSS. Logró recibir todos los títulos honoríficos y premios internacionales que había recibido anteriormente, pues siempre se le había negado la salida del país.
Al convocar Gorbachev a elecciones en 1989 para el Congreso de Diputados del Pueblo, Sajarov fue uno de los primeros diputados electos, a pesar de la reticencia de muchos funcionarios del Partido Comunista. En la tribuna del Parlamento soviético su voz se alzó contra la guerra de Afganistán y contra la masacre en la plaza de Tiananmen.
En numerosas ocasiones fue su voto el único en contra de muchos decretos o resoluciones que según Sajarov afectaban las libertades individuales del hombre.
Creó y dirigó el Grupo Intergional de Diputados, integrado por los tambien legisladores Boris N. Yeltsin, Gabril J. Popov, Anatoli Sobchak y otras destacadas personalidades que ayudaron a que desapareciera la URSS.
Días antes de morir había comenzado los preparativos para una huelga general en el país que exigiría la abolición del artículo 6 de la Constitución que refrendaba el monopolio del Partido Comunista en la sociedad soviética.
Aún en vida del físico, el Parlamento Europeo decidió crear un premio para las personas u organizaciones destacadas en la lucha por los derechos humanos en todo el mundo. El premio fue instituido en diciembre de 1988, un año antes de que falleciera Sajarov. Los primeros premiados fueron el entonces preso político sudafricano Nelson Mandela, y de manera póstuma, el disidente soviético Anatoli T. Marchenko, quien murió tras huelga de hambre en las cárceles soviéticas en diciembre de 1986.
Después lo han recibido cubanos, angolanos, chinos, kosovares, españoles, sirios, bielorrusos, israelíes, palestinos, sudaneses, nigerianos, iraníes, egipcios, libios, tunecinos, checos, argentinos y representantes de otros países, donde la lucha por los derechos humanos es actual y muy urgente.
Nacido en mayo de 1921, en el seno de una familia de juristas, físicos y diáconos ortodoxos, el joven Andrei se dio al estudio de la física. Por su capacidad intelectual y novedodas ideas y proyectos, fue enviado a trabajar a la industria armamentista al terminar la Universidad. Sin militar en el partido comunista, ni haber sido del Komsomol, el físico, de 24 años, era seleccionado para que integrara, como coautor, un grupo dedicado al estudio del reactor magnético termonuclear, la catálisis de la síntesis de la reacción nuclear, y el uso magnético para la suspensión del plasma.
En 1953, tras la muerte de Stalin, Sajarov es admitido en la Academia de Ciencias. Su aporte a la física y a los proyectos nucleares de la URSS es decisivo para la elaboración de armas atómicas.
En el país se vivía la época del deshielo, pues el nuevo gobernante, Nikita S. Jruschev, abría los campos de concentración, y en el XX Congreso del Partido Comunista presentó el informe sobre el culto a la personalidad de Stalin. Eran los años en que Alexander I. Solchenitsyn publicaba “Un día en la vida de Ivan Denisovich”.
El académico Andrei D. Sajarov, con conocimiento de causa, pues fue el padre de la bomba soviética de hidrógeno y partícipe en los proyectos atómicos, comienza a oponerse a muchas de las atrocidades del sistema imperante, y empieza una batalla por el respeto a los derechos humanos, hasta que fallece en diciembre de 1989.
Desde 1958 el físico soviético pedía al Kremlin que detuviera las pruebas nucleares. En 1962 pidió la renuncia al ministro de la Industria Atómica por no desear participar en nuevos ensayos atómicos. Fue coautor de la carta que los intelectuales soviéticos enviaron al XXIII Congreso del PCUS protestando por el renaciente estalinismo en la sociedad.
En 1971, cuando conoce a Elenna G. Bonner, ya es Sajarov una personalidad dentro de los círculos opositores. El que fuera acreedor tres veces de la medalla de Héroe del Trabajo Socialista, Premio Estatal y Premio Lenin, hacía que la nomenklatura se ensañara con más furia en el científico disidente que asistía a todas las protestas, manifestaciones, o juicios a opositores.
Al recibir en 1975 el Premio Nobel de la Paz por sus constantes y valientes denuncias sobre violaciones de derechos humanos, en la Unión Soviética se hizo más severo el castigo. Mientras en Estocolmo entregaban a Elenna el premio de Sajarov, Andrei asistía al juicio en Vilnius, de uno de sus amigos disidentes, Serguei A. Kovaliov.
Elenna G. Bonner fue esposa, amiga y colaboradora perenne de Sajarov. Ambos fueron enviados al exilio en Gorky, una lejana ciudad de la Siberia, cuando protestaron en diciembre de 1979 por la invasión soviética a Afganistán. Desde las frías estepas de Siberia siguió denunciando las violaciones de los derechos humanos y expuso las barbaries del Gulag que Brezhnev reconstruyó. Tres huelgas de hambre, en 1981, 1984 y 1985, fueron agotando la salud de Andrei, al que le hacían ingerir alimentos de manera forzosa, con sondas y mangueras por la nariz y la garganta.
Con la llegada al poder de Mijail S. Gorbachov en marzo de 1985, la situación de Sajarov cambió. A pesar de la oposición del KGB y de algunos miembros del Politburó, en diciembre de ese año, Mijail Serguievich ordena instalarle un teléfono y personalmente le anuncia que podía retornar a Moscú. Había terminado el destierro en la Siberia. Su primera reacción, al llegar a la estación de trenes en Moscú, fue dar una conferencia de prensa junto a los vagones, en la que denunció la violación de los derechos humanos en la URSS, y agradeció a Gorbachev por permitir su retorno a la capital, ademas de exigir nuevamente la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán.
Desde diciembre de 1985 hasta el 14 de diciembre de 1989, Sajarov realizó importantes proyectos científicos sobre el origen del universo y el cosmos. Fue un defensor de los logros alcanzados con la perestroika y crítico constante de la mala aplicación de las libertades individuales en la URSS. Logró recibir todos los títulos honoríficos y premios internacionales que había recibido anteriormente, pues siempre se le había negado la salida del país.
Al convocar Gorbachev a elecciones en 1989 para el Congreso de Diputados del Pueblo, Sajarov fue uno de los primeros diputados electos, a pesar de la reticencia de muchos funcionarios del Partido Comunista. En la tribuna del Parlamento soviético su voz se alzó contra la guerra de Afganistán y contra la masacre en la plaza de Tiananmen.
En numerosas ocasiones fue su voto el único en contra de muchos decretos o resoluciones que según Sajarov afectaban las libertades individuales del hombre.
Creó y dirigó el Grupo Intergional de Diputados, integrado por los tambien legisladores Boris N. Yeltsin, Gabril J. Popov, Anatoli Sobchak y otras destacadas personalidades que ayudaron a que desapareciera la URSS.
Días antes de morir había comenzado los preparativos para una huelga general en el país que exigiría la abolición del artículo 6 de la Constitución que refrendaba el monopolio del Partido Comunista en la sociedad soviética.
Aún en vida del físico, el Parlamento Europeo decidió crear un premio para las personas u organizaciones destacadas en la lucha por los derechos humanos en todo el mundo. El premio fue instituido en diciembre de 1988, un año antes de que falleciera Sajarov. Los primeros premiados fueron el entonces preso político sudafricano Nelson Mandela, y de manera póstuma, el disidente soviético Anatoli T. Marchenko, quien murió tras huelga de hambre en las cárceles soviéticas en diciembre de 1986.
Después lo han recibido cubanos, angolanos, chinos, kosovares, españoles, sirios, bielorrusos, israelíes, palestinos, sudaneses, nigerianos, iraníes, egipcios, libios, tunecinos, checos, argentinos y representantes de otros países, donde la lucha por los derechos humanos es actual y muy urgente.