El excandidato presidencial Manuel Rosales, detenido al regresar a Venezuela este jueves tras seis años de exilio, fue durante años el más encarnizado opositor del fallecido mandatario Hugo Chávez y clave en la única derrota electoral que ha sufrido el oficialismo.
Nacido el 12 de diciembre de 1952 en Santa Bárbara del Zulia (noroeste), Rosales enfrentó a Chávez (1999-2013) en las presidenciales de diciembre de 2006, en las que el gobernante socialista fue reelecto con 62,9% de los votos, frente a 36,8% del fundador del partido de centroderecha Un Nuevo Tiempo.
Al margen de ese resultado, Rosales, con estudios en derecho y administración, había alcanzado notoriedad internacional durante la campaña con un estilo firme y gesto adusto, que contrastaba con la actitud dicharachera del poderoso jefe de Estado.
Además, haber aglutinado en torno a su candidatura a la mayor parte de la atomizada oposición lo catapultó como su líder, convirtiéndose en factor de alerta y objetivo político del chavismo.
A pesar de haber arrasado en la urnas, la victoria del presidente no fue suficiente para arrebatarle a Rosales su feudo político: el rico estado petrolero de Zulia -del que fue gobernador entre 2000 y 2008- y su capital, Maracaibo, la segunda ciudad del país, de la que fue alcalde en dos períodos, entre 1996 y 2000 y desde 2008 hasta 2009, cuando partió al exilio.
Pero el exgobernador, de hablar pausado, no solo clavó esa espina en el corazón del oficialismo. Aprovechando el liderazgo conseguido en las presidenciales, en 2007 fue el coordinador de la campaña por el No en un referendo sobre reformas a la Constitución de 1999, que incluía la reelección indefinida del presidente.
La oposición se impuso por un estrecho margen, pero quebró la imagen de imbatible que mantenía Chávez. Hasta hoy, esa es la única derrota sufrida por el oficialismo en 19 elecciones realizadas en 16 años de gobierno.
"No me perdonan la derrota en el referendo", sostiene el opositor, inhabilitado en junio para participar en las legislativas del próximo 6 de diciembre.
A las duras críticas de Rosales, Chávez respondió sin ambages como cuando amenazó con encarcelarlo y poner fin a su carrera política, aduciendo que el opositor conspiraba en su contra.
Esas advertencias comenzaron a hacerse realidad en marzo de 2009, cuando la Fiscalía lo acusó de enriquecimiento ilícito durante su gestión como gobernador.
En abril de ese año, antes de una audiencia en la que se decidiría su posible arresto y prohibición de salir del país, Rosales, padre de diez hijos, viajó a Perú, cuyo gobierno le otorgó asilo humanitario el 27 de abril desatándose una crisis diplomática con Caracas.
Desde entonces el vacío que dejó este exalcalde católico en el escenario político venezolano empezó a ser llenado por otras figuras como el gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, y el dirigente Leopoldo López, condenado recientemente a 14 años de cárcel acusado de haber incitado a la violencia durante protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro que dejaron 43 muertos entre febrero y mayo de 2014.