A principios de este año desaparecieron las caobas africanas del Jardín Botánico Nacional. La misteriosa desaparición de estos árboles de madera preciosa no fue noticia nacional y casi pasó inadvertida para la prensa.
Digo casi porque el periódico Vanguardia, de la provincia de Villa Clara sí dio cuenta del suceso, aunque sin poder descifrar el misterio.
“Al parecer nadie vio ni oyó nada. Tal vez Harry Potter, el famoso aprendiz de mago ideado por la escritora británica J. K. Rowling, decidió permutar para La Habana y practicar en la ciudad sus lecciones de hechicería. Así descubrió cuán lucrativo podría ser el negocio de sacar del sombrero algunos bolos de madera”, afirmó un comentario firmado por las periodistas, Leslie Díaz Monserrat y Miriam Elisa Peña López.
En realidad no es la primera vez que se produce este misterio. En enero de 2012 el Tribunal Provincial de La Habana condenó a ocho y diez años de cárcel a seis acusados por la tala ilegal de varias caobas africanas en el Jardín Botánico Nacional. Los acusados talaron con motosierras nueve caobas africanas de más de 30 años de edad en esa entidad "de común acuerdo con personas desconocidas hasta el momento" y, posteriormente, vendieron sus tablones, seún reportó en su momento la prensa oficial.
El robo de las caobas africanas sirve para ilustrar cómo, desde que el gobierno cubano autorizó el trabajo por cuenta propia a carpinteros y artesanos, el mercado negro de la madera para confeccionar muebles ha ido en aumento, abastecido por la corrupción en los aserríos estatales y por la tala de los hacheros clandestinos.
Lilian San Martín, especialista de la Jefatura del Cuerpo de Guardabosques de Cuba informó que en el 2013 se decomisaron 2 274,11 metros cúbicos de madera en bolos, aserrada y rolliza, cifra que revela un aumento considerable con respecto a años anteriores.
El pasado año, dijo San Martín, se impusieron a los violadores de la Ley Forestal 19, 993 multas por un valor de más de tres millones de pesos, lo que demuestra un aumento de más de 5 mil con respecto al año 2011 y al 2012.
Por absurdo que parezca la existencia del comercio ilegal de maderas se explica por la ausencia de un mercado legal donde los carpinteros y artesanos privados puedan comprar el material que necesitan para trabajar. El gobierno los autorizó a trabajar pero no les proporciona los medios legales para hacerlo.
En Cuba no hay ningún establecimiento donde el ciudadano común pueda comprar una simple tabla para reparar una silla o una mesa rota.
La consecuencia de semejante ineficiencia es tan evidente que la propia San Martín lo reconoció en declaraciones formuladas a la prensa local.
“El no contar con un mercado estatal para la venta de madera se constituye en una causa general que propicia las ilegalidades¨, dijo San Martín. “Las licencias permitidas de artesano, leñador, carpintero y aserrador amparan una serie de ilegalidades, teniendo en cuenta que estas figuras del trabajo no estatal carecen aún de un mercado que les ofrezca alternativas, lo que no justifica el daño continuo a la naturaleza que pueden provocar”.
La Ley prohíbe a las empresas estatales vender madera a particulares. Quien posea entre sus propiedades un árbol maderable solo podrá emplearlo en su propio beneficio, pero no lo puede vender, recordaba el diario Vanguardia de Villa Clara.
“Estas restricciones llevan a suponer que los carpinteros cubanos tienen como única opción remendar mobiliarios. Aun así, hasta diciembre de 2013 tan solo en Villa Clara se otorgaron 667 licencias para ejercer la carpintería y 17 de aserrador, según consta en la Dirección Provincial de Trabajo”, indicó Vanguardia.
La autorización de licencias para carpinteros ebanistas y artesanos, facilita la producción de muebles de calidad , con mejor diseño y más baratos que los que venden las tiendas del Estado, casi siempre en moneda convertible. Sin embargo lo único que les garantiza el Estado a estos trabajadores es la licencia, pero no donde comprar herramientas o equipos para su trabajo. Casi siempre los reciben de familiares que viven en el exterior.
La madera ya es otro asunto. No puede llegar en la valija de los viajeros y ningún carpintero tiene un bosque en el patio de su casa.
“La tala ilegal que engorda el «mercado negro» no se detiene. Las leyes sancionan a los infractores, pero la «letra» parece no entrar. ¿Un mercado legal que sacie las necesidades será la solución?”, se preguntaba en días pasados un reportaje del diario Juventud Rebelde.
El reportaje no se atrevió a afirmarlo, pero varios lectores que opinaron al respecto, dejaron claro que la responsabilidad de las ilegalidades las ha creado el propio Estado con tantas medidas restrictivas.
Los hacheros clandestinos llegan al monte con motosierra en mano y cortan los troncos que luego venden en el mercado negro a los carpinteros que se las arreglan para aserrarlos en entidades estatales.
«Se incumple la legislación vigente en muchas ocasiones, y se cometen delitos, en tanto se sustraen de entidades estatales algunas materias primas y productos que se requieren para la producción de muebles¨, afirmó San Martín.
Las maderas preciosas transitan por los vericuetos ilegales del mercado negro impulsadas también por la negligencia de las empresas estatales. Tal es el caso del Acopiadero de Palenquito, del municipio guantanamero de Manuel Tames, donde existen 57 326 metros cúbicos de cedro desde hace un año, “lo que propicia la pérdida del producto, ya sea por degradación o por desvío», explica la funcionaria.
En la provincia de Sancti Spiritus, en lo que va de año, se han decomisado 46,245 metros cúbicos de cedro aunque los traficantes de madera se han puesto cada vez más creativos.
«En julio de 2013, en el Punto de Control de la Policía Nacional Revolucionaria de la ciudad de Las Tunas fue detenida una rastra refrigerada estatal con un cargamento de 16 716 metros cúbicos de cedro aserrado con motosierra, en forma de bloques; sin embargo, la carta porte describía que la carga era de latas de sardinas¨, dijo.
Digo casi porque el periódico Vanguardia, de la provincia de Villa Clara sí dio cuenta del suceso, aunque sin poder descifrar el misterio.
“Al parecer nadie vio ni oyó nada. Tal vez Harry Potter, el famoso aprendiz de mago ideado por la escritora británica J. K. Rowling, decidió permutar para La Habana y practicar en la ciudad sus lecciones de hechicería. Así descubrió cuán lucrativo podría ser el negocio de sacar del sombrero algunos bolos de madera”, afirmó un comentario firmado por las periodistas, Leslie Díaz Monserrat y Miriam Elisa Peña López.
En realidad no es la primera vez que se produce este misterio. En enero de 2012 el Tribunal Provincial de La Habana condenó a ocho y diez años de cárcel a seis acusados por la tala ilegal de varias caobas africanas en el Jardín Botánico Nacional. Los acusados talaron con motosierras nueve caobas africanas de más de 30 años de edad en esa entidad "de común acuerdo con personas desconocidas hasta el momento" y, posteriormente, vendieron sus tablones, seún reportó en su momento la prensa oficial.
El robo de las caobas africanas sirve para ilustrar cómo, desde que el gobierno cubano autorizó el trabajo por cuenta propia a carpinteros y artesanos, el mercado negro de la madera para confeccionar muebles ha ido en aumento, abastecido por la corrupción en los aserríos estatales y por la tala de los hacheros clandestinos.
Lilian San Martín, especialista de la Jefatura del Cuerpo de Guardabosques de Cuba informó que en el 2013 se decomisaron 2 274,11 metros cúbicos de madera en bolos, aserrada y rolliza, cifra que revela un aumento considerable con respecto a años anteriores.
El pasado año, dijo San Martín, se impusieron a los violadores de la Ley Forestal 19, 993 multas por un valor de más de tres millones de pesos, lo que demuestra un aumento de más de 5 mil con respecto al año 2011 y al 2012.
Por absurdo que parezca la existencia del comercio ilegal de maderas se explica por la ausencia de un mercado legal donde los carpinteros y artesanos privados puedan comprar el material que necesitan para trabajar. El gobierno los autorizó a trabajar pero no les proporciona los medios legales para hacerlo.
En Cuba no hay ningún establecimiento donde el ciudadano común pueda comprar una simple tabla para reparar una silla o una mesa rota.
La consecuencia de semejante ineficiencia es tan evidente que la propia San Martín lo reconoció en declaraciones formuladas a la prensa local.
“El no contar con un mercado estatal para la venta de madera se constituye en una causa general que propicia las ilegalidades¨, dijo San Martín. “Las licencias permitidas de artesano, leñador, carpintero y aserrador amparan una serie de ilegalidades, teniendo en cuenta que estas figuras del trabajo no estatal carecen aún de un mercado que les ofrezca alternativas, lo que no justifica el daño continuo a la naturaleza que pueden provocar”.
La Ley prohíbe a las empresas estatales vender madera a particulares. Quien posea entre sus propiedades un árbol maderable solo podrá emplearlo en su propio beneficio, pero no lo puede vender, recordaba el diario Vanguardia de Villa Clara.
“Estas restricciones llevan a suponer que los carpinteros cubanos tienen como única opción remendar mobiliarios. Aun así, hasta diciembre de 2013 tan solo en Villa Clara se otorgaron 667 licencias para ejercer la carpintería y 17 de aserrador, según consta en la Dirección Provincial de Trabajo”, indicó Vanguardia.
La autorización de licencias para carpinteros ebanistas y artesanos, facilita la producción de muebles de calidad , con mejor diseño y más baratos que los que venden las tiendas del Estado, casi siempre en moneda convertible. Sin embargo lo único que les garantiza el Estado a estos trabajadores es la licencia, pero no donde comprar herramientas o equipos para su trabajo. Casi siempre los reciben de familiares que viven en el exterior.
La madera ya es otro asunto. No puede llegar en la valija de los viajeros y ningún carpintero tiene un bosque en el patio de su casa.
“La tala ilegal que engorda el «mercado negro» no se detiene. Las leyes sancionan a los infractores, pero la «letra» parece no entrar. ¿Un mercado legal que sacie las necesidades será la solución?”, se preguntaba en días pasados un reportaje del diario Juventud Rebelde.
El reportaje no se atrevió a afirmarlo, pero varios lectores que opinaron al respecto, dejaron claro que la responsabilidad de las ilegalidades las ha creado el propio Estado con tantas medidas restrictivas.
Los hacheros clandestinos llegan al monte con motosierra en mano y cortan los troncos que luego venden en el mercado negro a los carpinteros que se las arreglan para aserrarlos en entidades estatales.
«Se incumple la legislación vigente en muchas ocasiones, y se cometen delitos, en tanto se sustraen de entidades estatales algunas materias primas y productos que se requieren para la producción de muebles¨, afirmó San Martín.
Las maderas preciosas transitan por los vericuetos ilegales del mercado negro impulsadas también por la negligencia de las empresas estatales. Tal es el caso del Acopiadero de Palenquito, del municipio guantanamero de Manuel Tames, donde existen 57 326 metros cúbicos de cedro desde hace un año, “lo que propicia la pérdida del producto, ya sea por degradación o por desvío», explica la funcionaria.
En la provincia de Sancti Spiritus, en lo que va de año, se han decomisado 46,245 metros cúbicos de cedro aunque los traficantes de madera se han puesto cada vez más creativos.
«En julio de 2013, en el Punto de Control de la Policía Nacional Revolucionaria de la ciudad de Las Tunas fue detenida una rastra refrigerada estatal con un cargamento de 16 716 metros cúbicos de cedro aserrado con motosierra, en forma de bloques; sin embargo, la carta porte describía que la carga era de latas de sardinas¨, dijo.