Los informes periódicos, salidos de los diferentes grupos de la sociedad civil independiente en Cuba, no suplen el imaginario aparecido a partir de las historias, ensayos y poemas que ha producido la experiencia carcelaria en 54 años de dictadura. De José Martí a Carlos Montenegro, de Pablo de la Torriente Brau a Ernesto Díaz y Huber Matos hay un puente testimonial difícil de borrar.
Rafael Saumell da continuidad a la bitácora carcelaria cubana y viene a estas alambradas a contar el proceso de creación de un mapa ensayístico sobre los barrotes, los fosos y el horror de una cárcel en Cuba, pero contado desde la obra de insignes escritores que tocaron el tema en la isla. Manzano, Martí, De la Torriente, Montenegro, Díaz… a la actualidad.
¿Cuánto de ti hay en “La cárcel letrada” (Betania, 2013), qué jirones de piel dejaste en el libro y cuánto ganaste al escribirlo?
En la introducción del libro hay bastantes menciones a cuánto hay de mí en La cárcel letrada. Si revisas esas breves páginas hallarás que la idea principal consiste en lo siguiente: cómo intelectualizar mi experiencia de prisionero en el contexto de la cultura nacional: quiénes me antecedieron, cómo se expresaron, qué dijeron y denunciaron. Escogí autores y textos que me parecen significativos por los períodos históricos que cubren, los regímenes políticos y los estilos literarios utilizados. No excluí el presidio común porque lo viví como testigo en las cárceles de Guanajay y Combinado del Este. No conviví con ellos pero sí conocí a muchos reclusos de esa zona del universo carcelario. En ese sentido, seguí los modelos adelantados por Carlos Montenegro y Pablo de la Torriente Brau. Asimismo, investigué, leí y analicé dichos títulos mientras aprendía muchos conceptos relacionados con ciertas teorías literarias y principios filosóficos. Los adapté al estudio de cada obra y escritor, comencé a dialogar con mis antepasados en esclavitud y en presidio. De ese modo intenté hacer una catársis por la vía del ensayo académico, me propuse trazar líneas de continuidad en nuestras tragedias políticas desde la etapa colonial, la republicana y la posterior a 1959.
Además de encierro, exilio y muerte, la dictadura de FC ha producido un sub-género que están llamando ‘literatura carcelaria’, ¿crees que llegue a trascender como género y por qué?
La literatura carcelaria (poesía, cuento, novela, teatro, cine documental si pensamos en Conducta Impropia y Nadie escuchaba, por ejemplo) existe aunque no llega a la mayoría de su público natural (los cubanos residentes en el archipiélago) por razones de sobra conocidas. Quienes nos dedicamos a ese asunto sabemos que escribimos para el futuro, es decir, cualquier destino que tengan nuestras obras estará vinculado con la intensidad y la calidad de los cambios políticos que se avecinen. Mientras tanto, en la esferas editorial, académica, de los circuitos de ponencias y conferencias somos parte de una “inmensa minoría” como diría Juan Ramón Jiménez. Por ese motivo las obras se irán acumulando y guardando en los estantes hasta que les llegue el porvenir. Lo veo como una especie de desentierro, de iluminación de sombras, de destape de ollas con millones de grillos y trapos sucios y limpios que salen de los armarios y de los cuartos de desahogo, toda voz libre y liberada. La desclasificación, la apertura de los archivos policiales, jurídicos y penitenciarios serán necesarios e inevitables. Mas, para que esos procesos ocurran, antes hay que quitarle la tapa al pomo, tiene que imponerse una real apertura, de lo contrario la olla y el caldero seguirán medio cubiertos, medio tibios, la verdad será dicha a media, esto es, como mentira total.
¿Qué te anima a seguir escribiendo?
Me animan la vocación que descubrí cuando era muy joven, la necesidad personal, mental, fisiológica que me obligan a sentarme ante un diario íntimo o la pantalla de una computadora, con el fin de poner al hilo las ideas que se me ocurren, las opiniones que deseo compartir con otras personas, el apego emocional que tengo por la escritura en general, que sigo y seguiré aprendiendo de numerosos modelos. Escribo porque no me queda más remedio que obedecer a mi naturaleza y hacer lo que ella me dicta. Además no me impulsa a cometer crímenes, a menos que con fuerte ironía alguien diga sobre mi obra: “cometió un ensayo, un cuento y una novela. Criminal por partida triple”. Desde el 9 de mayo de 1988, cuando salí (que no abandoné) de la nación tengo toda la libertad de escribir, sin el temor a ninguna censura ni a ningún lector policial que pueda denunciarme ante la policía por mis escritos “contrarrevolucionarios”. No dependo de ningún mecenas comercial ni institucional, soy independiente desde el punto de vista económico y por lo tanto me he ganado la libertad intelectual de escribir lo que desee y con el criterio que elija. Soy responsable único de mis fracasos o reconocimientos en la profesión.
¿Cuál es tu conexión con Cuba, los cubanos, con la literatura cubana actual?
Sigo teniendo muy buen contacto con la literatura cubana y con literatos cubanos radicados en las cuatro esquinas del planeta. Leo a tirios y a troyanos, no discrimino a nadie porque sus posiciones políticas difieran de la mía. Si optara por semejante patrón de aceptar solo las “coincidencias”, muy probablemente tendría una sola posibilidad de lectura: lo que yo escribiera y eso, por supuesto, es narcisimo y egocentrismo, resulta anti-democrático e injusto, claro. Leo a otros autores cubanos porque es mi vocación, mi deber, y porque la caridad para que sea verdadera tiene que empezar por casa. Voy más lejos: en cuanto a las artes y la literatura, estamos en muchísimo mejor nivel y calidad de vida, estamos enormemente más avanzados que lla nación donde radica y manda el ‘gobierno revolucionario’.
¿Algún avance de lo que ‘cocinas’ literariamente en la actualidad?
En cuanto a los avances tengo las siguientes tareas pendientes: una obra de teatro, una colección de cartas cruzadas y unas memorias faranduleras del tiempo cuando trabajé como guionista y director de programas de radio y TV. A menos que me falle la salud, voy a estar bien ocupado con esos proyectos, además de la educación de mis hijos y nietos, del cultivo permanente de la relación con mi esposa, con mis familaires, con mis amistades. No menos importante, la base material de esos planes radica en el empleo que tengo, profesor de español en una universidad tejana: “Ganado tengo el pan/hágase el verso”.
Esta entrevista fue publicada originalmente en el blog Cruzar las alambradas, el 25 de Noviembre de 2013.
Rafael Saumell da continuidad a la bitácora carcelaria cubana y viene a estas alambradas a contar el proceso de creación de un mapa ensayístico sobre los barrotes, los fosos y el horror de una cárcel en Cuba, pero contado desde la obra de insignes escritores que tocaron el tema en la isla. Manzano, Martí, De la Torriente, Montenegro, Díaz… a la actualidad.
¿Cuánto de ti hay en “La cárcel letrada” (Betania, 2013), qué jirones de piel dejaste en el libro y cuánto ganaste al escribirlo?
En la introducción del libro hay bastantes menciones a cuánto hay de mí en La cárcel letrada. Si revisas esas breves páginas hallarás que la idea principal consiste en lo siguiente: cómo intelectualizar mi experiencia de prisionero en el contexto de la cultura nacional: quiénes me antecedieron, cómo se expresaron, qué dijeron y denunciaron. Escogí autores y textos que me parecen significativos por los períodos históricos que cubren, los regímenes políticos y los estilos literarios utilizados. No excluí el presidio común porque lo viví como testigo en las cárceles de Guanajay y Combinado del Este. No conviví con ellos pero sí conocí a muchos reclusos de esa zona del universo carcelario. En ese sentido, seguí los modelos adelantados por Carlos Montenegro y Pablo de la Torriente Brau. Asimismo, investigué, leí y analicé dichos títulos mientras aprendía muchos conceptos relacionados con ciertas teorías literarias y principios filosóficos. Los adapté al estudio de cada obra y escritor, comencé a dialogar con mis antepasados en esclavitud y en presidio. De ese modo intenté hacer una catársis por la vía del ensayo académico, me propuse trazar líneas de continuidad en nuestras tragedias políticas desde la etapa colonial, la republicana y la posterior a 1959.
Además de encierro, exilio y muerte, la dictadura de FC ha producido un sub-género que están llamando ‘literatura carcelaria’, ¿crees que llegue a trascender como género y por qué?
La literatura carcelaria (poesía, cuento, novela, teatro, cine documental si pensamos en Conducta Impropia y Nadie escuchaba, por ejemplo) existe aunque no llega a la mayoría de su público natural (los cubanos residentes en el archipiélago) por razones de sobra conocidas. Quienes nos dedicamos a ese asunto sabemos que escribimos para el futuro, es decir, cualquier destino que tengan nuestras obras estará vinculado con la intensidad y la calidad de los cambios políticos que se avecinen. Mientras tanto, en la esferas editorial, académica, de los circuitos de ponencias y conferencias somos parte de una “inmensa minoría” como diría Juan Ramón Jiménez. Por ese motivo las obras se irán acumulando y guardando en los estantes hasta que les llegue el porvenir. Lo veo como una especie de desentierro, de iluminación de sombras, de destape de ollas con millones de grillos y trapos sucios y limpios que salen de los armarios y de los cuartos de desahogo, toda voz libre y liberada. La desclasificación, la apertura de los archivos policiales, jurídicos y penitenciarios serán necesarios e inevitables. Mas, para que esos procesos ocurran, antes hay que quitarle la tapa al pomo, tiene que imponerse una real apertura, de lo contrario la olla y el caldero seguirán medio cubiertos, medio tibios, la verdad será dicha a media, esto es, como mentira total.
¿Qué te anima a seguir escribiendo?
Me animan la vocación que descubrí cuando era muy joven, la necesidad personal, mental, fisiológica que me obligan a sentarme ante un diario íntimo o la pantalla de una computadora, con el fin de poner al hilo las ideas que se me ocurren, las opiniones que deseo compartir con otras personas, el apego emocional que tengo por la escritura en general, que sigo y seguiré aprendiendo de numerosos modelos. Escribo porque no me queda más remedio que obedecer a mi naturaleza y hacer lo que ella me dicta. Además no me impulsa a cometer crímenes, a menos que con fuerte ironía alguien diga sobre mi obra: “cometió un ensayo, un cuento y una novela. Criminal por partida triple”. Desde el 9 de mayo de 1988, cuando salí (que no abandoné) de la nación tengo toda la libertad de escribir, sin el temor a ninguna censura ni a ningún lector policial que pueda denunciarme ante la policía por mis escritos “contrarrevolucionarios”. No dependo de ningún mecenas comercial ni institucional, soy independiente desde el punto de vista económico y por lo tanto me he ganado la libertad intelectual de escribir lo que desee y con el criterio que elija. Soy responsable único de mis fracasos o reconocimientos en la profesión.
¿Cuál es tu conexión con Cuba, los cubanos, con la literatura cubana actual?
Sigo teniendo muy buen contacto con la literatura cubana y con literatos cubanos radicados en las cuatro esquinas del planeta. Leo a tirios y a troyanos, no discrimino a nadie porque sus posiciones políticas difieran de la mía. Si optara por semejante patrón de aceptar solo las “coincidencias”, muy probablemente tendría una sola posibilidad de lectura: lo que yo escribiera y eso, por supuesto, es narcisimo y egocentrismo, resulta anti-democrático e injusto, claro. Leo a otros autores cubanos porque es mi vocación, mi deber, y porque la caridad para que sea verdadera tiene que empezar por casa. Voy más lejos: en cuanto a las artes y la literatura, estamos en muchísimo mejor nivel y calidad de vida, estamos enormemente más avanzados que lla nación donde radica y manda el ‘gobierno revolucionario’.
¿Algún avance de lo que ‘cocinas’ literariamente en la actualidad?
En cuanto a los avances tengo las siguientes tareas pendientes: una obra de teatro, una colección de cartas cruzadas y unas memorias faranduleras del tiempo cuando trabajé como guionista y director de programas de radio y TV. A menos que me falle la salud, voy a estar bien ocupado con esos proyectos, además de la educación de mis hijos y nietos, del cultivo permanente de la relación con mi esposa, con mis familaires, con mis amistades. No menos importante, la base material de esos planes radica en el empleo que tengo, profesor de español en una universidad tejana: “Ganado tengo el pan/hágase el verso”.
Esta entrevista fue publicada originalmente en el blog Cruzar las alambradas, el 25 de Noviembre de 2013.