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Publican nueva biografía de la condesa de Merlin


El profesor de la Universidad de Pittsburg de Estados Unidos Carmelo Mesa-Lago.
El profesor de la Universidad de Pittsburg de Estados Unidos Carmelo Mesa-Lago.

Considerada una de las primeras voces femeninas de la literatura cubana, La condesa de Merlin fue en su época una celebrada soprano, acompañada en ocasiones por figuras de la talla de Gioacchino Rossini y Frederic Chopin.

Una nueva biografía de la aristócrata criolla Mercedes Santa Cruz y Montalvo destaca el impacto cultural transatlántico de esta ilustre figura de la Cuba
colonial.

También conocida como la condesa de Merlin, por su eventual matrimonio con un general bonapartista, Santa Cruz escribió mayormente en francés una importante obra folclorista en la que narró las virtudes de su tierra natal.

Considerada una de las primeras voces femeninas de la literatura cubana, Santa Cruz fue en su época una celebrada soprano, acompañada en ocasiones por figuras de la talla de Gioacchino Rossini y Frederic Chopin.

Afamada tanto por su belleza como por sus dones musicales y literarios, "la bella criolla" presidió salones concurridos por destacadas figuras intelectuales en Europa, donde residió la mayor parte de su vida.

La biografía "La Belle Créole", fruto de siete años de investigación por parte de Alina García Lapuerta, explora la vida privilegiada de Santa Cruz dentro de su contexto histórico, social y cultural y el impacto de su obra a ambos lados del océano.

García transporta al lector al San Cristóbal de La Habana de 1789, "ciudad de mar y de luz", donde un día de febrero fuera bautizada María de las Mercedes con su letanía de nombres que culminaba en un par de apellidos ilustres de la aristocracia criolla.

La autora aprovecha el dato del bautizo para recorrer la ciudad fortificada y repasar la historia que había requerido tan monumentales defensas.

Antes de haber cumplido su primer año, cuenta García, la pequeña Mercedes ve zarpar a sus padres rumbo a Europa, dejándola al cargo de su familia materna.

Sus recuerdos más afectuosos de su infancia girarían en torno a Dolores, una nodriza esclava de familia que, según se cuenta, rehusó su libertad por continuar sirviendo a la niña.

Su niñez idílica en la isla, según la recuerda en su obra, se ve interrumpida al ingresar en el convento de las Clarisas de donde escaparía ocasionando su eventual partida a España.

El encuentro con su madre tras doce años de separación le resulta tan extraño e incómodo como las modas y afectaciones de la corte madrileña.

Allí su madre presidía un importante salón durante los últimos años del reinado de Carlos IV, donde la joven refinaría su educación artística.

Tras la llegada de Bonaparte, el salón se convierte en el centro intelectual de los afrancesados, situación tensa que García describe en detalle.

En 1812, ya casada con el conde de Merlin y con una hija recién nacida, Mercedes se exilia en París en una etapa más de su peregrinaje cultural.

García hace gala de su formación académica en estudios diplomáticos para desenmarañar los conflictos de la era, ilustrándolos desde la perspectiva de Mercedes y las redes familiares.

Basándose en cartas y memorias, la autora le infunde sentimiento a lo que en otras manos hubiese podido ser un relato sobrio de fechas y exilios.

"Mercedes había dejado atrás España, Cuba y todo lo que había conocido", escribe. "Adelante yacía su nueva 'hermosa patria adoptiva'. Con valentía la acogería, llegando a sentir el calor de su hospitalidad hasta el punto en que creería encontrarse nuevamente
bajo el sol de La Habana".

Si bien las biografías anteriores destacaban la importancia de la obra literaria de la condesa de Merlin, García explora con detenimiento su talento musical y el impacto cultural que forjó en sus salones y tertulias.

Mercedes se impuso en la sociedad parisina con sus ambiciones intelectuales y talento musical.

Como dama de sociedad, sus dones solo podían celebrarse en la intimidad del salón o en actividades con fines benéficos.

García describe con gusto esa cultura de salón donde se mezclaban
arte y política de modo tan ajeno a nuestro tiempo.

El regreso de Mercedes a Cuba, tras casi cuatro décadas de ausencia, impulsa un proyecto literario a dos voces, en francés y español, destacando el alcance de su obra.

En sus textos se destaca una voz independiente y un afán de autoría, raras características en una mujer de su época y condición social.

Uno de los muchos logros de García en esta nueva biografía es haber podido equilibrar su admiración por el personaje y las limitaciones de su obra.

En la discusión del tema de la esclavitud, por ejemplo, García aclara que a pesar de la ternura con la cual Mercedes recuerda a su Mamá Dolores, en su obra nunca llega a denunciar el sistema como lo harían algunos de sus contemporáneos.

En "La Belle Creole", García nos ofrece un recuento exhaustivo y crítico de la vida, obra y entorno de una mujer singular cuyo impacto resonó a ambos lados del Atlántico.

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