La prensa internacional continúa analizando por qué el papa Francisco, quien debe en parte su popularidad mundial a no tener pelos en la lengua cuando se trata de fustigar a los poderosos y abogar por los oprimidos, apenas hizo durante su visita a Cuba algunas veladas alusiones al poder dictatorial de los hermanos Castro y a la opresión y las penurias sufridas por el pueblo de la isla.
El diario The Miami Herald dice en un editorial que el pontífice cumplía una misión espiritual dirigida a llevar un mensaje moral que pudiera inspirar a los cubanos, "atrapados en las garras de una dictadura inmoral".
Recuerda que en Cuba, la política afecta todos los aspectos de la vida cotidiana y la religión no es una excepción, de modo que "una Iglesia que intenta ampliar el espacio para el mismo tipo de actividades caritativas, educativas y sociales que lleva a cabo en otros países se considera una amenaza potencial para el Estado, y éste sólo le concede a regañadientes más espacio para operar".
El Herald infiere que las homilías papales, en consecuencia, se alejaron de todo contenido político explícito. Dentro de esos límites, el Papa "dirigió a las autoridades algunas críticas cuidadosamente redactadas".
Por ejemplo, "en una isla gobernada por la doctrina marxista, instó a los cubanos a servirse mutuamente, y no a una ideología, 'a hacernos cargo los unos de los otros por amor. Y esto sin mirar de costado para ver lo que el vecino hace o ha dejado de hacer', lo que parecía una clara referencia a la odiosa red de espionaje vecinal del Estado", indica El Herald.
El diario de Miami señala que la paciente diplomacia de la Iglesia le ha dado mayor libertad de acción y ha facilitado a los creyentes practicar su fe. Pero esto también conlleva –dice– el riesgo de ser demasiado cautelosa en lugar de tomar una postura decidida a favor de los Derechos Humanos en Cuba.
"Ese sería un error de proporciones históricas. El pueblo cubano recordará por mucho tiempo quiénes han estado a su lado en este tiempo de tribulación frente a un Estado que no muestra señales de arrepentimiento o regeneración. Necesitan un paladín sin miedo", y la Iglesia "debe tomar a pecho la exhortación de Juan Pablo II a los cubanos en 1998: 'no tengan miedo'", concluye diciendo el editorial de The Miami Herald.
Afianzar a la Iglesia
El historiador cubano Rafael Rojas considera en el diario La Razón de México que el tibio desempeño de Francisco en Cuba formaría parte de una estrategia a futuro.
Haciendo un recuento de las declaraciones más atrevidas del líder de la cristiandad católica en su viaje a Cuba, Rojas enumera cómo "desde Roma, a pocas horas de volar a La Habana (el Papa) dijo a un grupo de jóvenes cubanos y norteamericanos que quien se aferra al poder es un 'tirano'. Luego, en la isla, dijo más: que la era de 'las dinastías y los grupos' había concluido; que había que 'servir' a las personas, no a las ideologías; que el Gobierno debía continuar por el camino de la apertura, que era preciso abandonar la 'resistencia al cambio' y que todos los miembros de la nación cubana debían reconciliarse y aprender a convivir en el mismo territorio.
"Pero Francisco también fue sumamente cuidadoso", apunta Rojas. "Visitó a Fidel Castro y, aunque agradeció el indulto de 3.500 reclusos, evitó rigurosamente mencionar la permanencia de presos políticos en las cárceles de la isla y la represión de decenas de opositores durante su visita a Cuba".
Para el académico cubano radicado en México "la diplomacia vaticana puso por encima de cualquier malestar o consideración el objetivo de afianzar la presencia de la Iglesia en la sociedad civil cubana" (nuevos templos católicos, mayor acceso a los medios de comunicación, espacios en la educación y la cultura).
"Más que una confrontación con el régimen", concluye Rojas, "interesa a Francisco un trabajo paciente a favor del reposicionamiento del catolicismo en la isla que consolide la autonomía de la sociedad civil, como condición para una futura democracia cubana".
No es el Papa, estúpido
Por su parte el diario madrileño El País recuerda las grandes expectativas que había despertado "la visita de un pontífice con fama de hablar alto y claro a los representantes del poder", y que había colocado la autoridad moral de la Iglesia detrás del crucial acercamiento y posterior restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
"Pero lo más duro que el presidente cubano, Raúl Castro, ha escuchado en público de boca del Papa es reclamar una 'revolución de la ternura', expresión probablemente importante en lo teológico, pero absolutamente inane en política".
"Tampoco ha habido gestos hacia la disidencia interna cubana que reclama la democratización del régimen", apunta el editorial. "No es de extrañar: el mismo Francisco ha admitido que nunca pensó reunirse con ella. Aquí, el silencio público también constituye todo un mensaje".
El cotidiano madrileño llama, sin embargo, a no perder la perspectiva: "el tiempo dirá si esta visita de Francisco ha supuesto o no una oportunidad perdida", pero "la situación en Cuba no gira en torno a lo que un Papa diga o deje de decir (…) quien debe moverse es el régimen cubano, que no puede escudarse en la reapertura de embajadas con Washington, o en una milimetrada visita de un jefe de la Iglesia católica, para mantenerse inmóvil".