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Periodistas europeas viven una detención temporal a la cubana


Las reporteras de la agencia finlandesa YLE, Jessica Stolzmann y Jaana Kanninen, y el camarógrafo cubano Oscar Romero.
Las reporteras de la agencia finlandesa YLE, Jessica Stolzmann y Jaana Kanninen, y el camarógrafo cubano Oscar Romero.

Las reporteras Jaana Kanninen y Jessica Stolzmann, de la Radio Televisión Nacional de Finlandia (YLE) fueron detenidas mientras cubrían una manifestación.

Las periodistas Jaana Kanninen, finlandesa, y la sueca Jessica Stolzmann, que trabajaron de conjunto para la Radio Televisión Nacional de Finlandia (YLE) fueron detenidas en Cuba mientras realizaban un reportaje y tropezaron con una protesta pública el pasado 3 de febrero.

Ambas aseguran que estaban acreditadas por el Centro de Prensa Internacional, adjunto al Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.

En un artículo publicado el pasado miércoles en el portal www.yle.fi, Kanninen relata que habían llegado a la capital cubana con los permisos reglamentarios y que estaban acompañadas, además, por el camarógrafo cubano Oscar Romero. De pronto, en la intersección de las calles San Rafael y Galiano, en Centro Habana, encontraron la protesta de las activistas identificadas como Sonia de la Caridad González Mejías y Melkis Faure Hechavarría, ambas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).

Abajo la dictadura, abajo el hambre!", "¡Viva la Unión Patriótica de Cuba. UNPACU dice: No más hambre!", son algunas de las consignas que gritaban las mujeres disidentes, seguidas de una multitud y bajo la reprimenda de algunos civiles partidarios del castrismo que respondían con vivas a la revolución, y que por el porte altivo parecían "policías (vestidos) de paisano. Es algo que hemos aprendido", recuerda Jaana.

En medio de la filmación, los tres fueron detenidos por efectivos policiales. "Yo estaba con mi colega sueca y un reportero gráfico de La Habana, en el medio de la filmación, cuando empezamos a escuchar gritos. Al punto oímos la multitud que se acercaba con consignas contra el gobierno, algo que en Cuba no es común escuchar y que no se permite", señaló Jaana Kanninen en su crónica para el diario digital finés.

El hecho duró apenas quince minutos –indica la periodista– y ya la policía estaba encima de ellos, por lo que la multitud comenzó a dispersarse de inmediato y perdió de vista a su colega sueca Stolzmann, de la que más tarde sabría que fue introducida apresuradamente en un auto patrullero.

En la puja por no ir detenida, Kanninen describe que se deshizo en explicaciones: "Les preguntamos pues los papeles estaban en orden. Teníamos el permiso del gobierno cubano para trabajar como periodistas y describir los lugares públicos. La policía simplemente no lo creía".

Policías, de hoscos a amables en un santiamén

El reportaje no precisa a qué unidad policial fueron conducidos los tres periodistas, pero Jaana Kanninen asegura que en los primeros minutos fueron recibidos con rudeza, propia del trato que los oficiales de policía y Seguridad del Estado dispensan a quienes filman protestas públicas en Cuba, sin distinción de estatus ciudadano: nacionales o extranjeros.

Para aliviar la tensión a la que estaban expuestos en el recinto policial la reportera finesa intentó comunicarse con representantes civiles: "Nos llevaron a una pequeña estación de policía, donde el tratamiento fue duro, a pesar de que respetaron nuestra integridad física. Pronto, nos llevaron a otra comisaría, pero continuaron con el mismo tratamiento frío. El policía se negó a darnos el nombre o facilitarnos hablar con el representante de prensa de la cancillería cubana con quien habíamos tratado antes", señala.

Kanninen asegura que el tratamiento cambió por completo. Los agentes de policía se volvieron corteses, incluso aduladores. Un representante del propio Servicio de Inmigración "se presentó y nos devolvió nuestros documentos y se disculpó. La policía dijo que estábamos libres, que nos podíamos ir. ¿Qué había ocurrido? Eso tampoco lo sabremos. Estuvimos en manos de la policía cerca de cuarenta minutos", relata.

El reportaje compara la represión en Cuba con países de Latinoamérica donde han estado. No vieron gases lacrimógenos, cañones de agua, balas de goma, o fuerzas especiales de la policía, pero afirman que fue otro tipo de represión: "La única conclusión es que querían asustarnos, influir en el contenido de nuestro trabajo. Tal vez para silenciarnos y acallar lo que acabábamos de ver", concluyó Jaana Kannine.

Las detenciones temporales han sido calificadas por observadores de Derechos Humanos, dentro y fuera de Cuba, como uno de los métodos más usados por la policía política cubana para reprimir, desestabilizar y controlar de modo férreo a periodistas independientes y activistas de la sociedad civil. Las autoridades ni siquiera asientan a los detenidos en los libros de control penal.

Cívicas, públicas, frontales

Las activistas Sonia de la Caridad González Mejías y Melkis Faure Hechavarría han sido detenidas en más de una decena de ocasiones por protestar de manera pacífica en las calles de La Habana. En algunas de ellas han ido a dar al Vivac de Calabazar, una especie de depósito o antesala para el encarcelamiento final de los detenidos en la capital cubana.

El miembro de UNPACU Arcelio Molina Leyva dijo a Martí Noticias que las mujeres "fueron víctimas de una nueva detención de otra acción cívica por la Calle Galeano en Centro Habana. En otras oportunidades ellas han efectuado también este tipo de acción pacífica y han sido reprimidas. Aquí, de todos es sabido que el régimen no permite el ejercicio de derechos fundamentales", indica Molina.

Luego de la detención el 3 de febrero, Faure Hechavarría emprendió una huelga de hambre, en protesta por lo que consideraba un abuso policial y una violación a sus derechos como ciudadana.

La periodista independiente Yusmila Reina Ferrera escribió en su cuenta de Twitter: "Melkis Faure presa actualmente en Estación policial el Vivac es una de las más destacadas activistas de #UNPACU en la Capital. Libertad para activista de #UNPACU Melkis Faure Hechavarría en huelga de hambre y sed".

Arcelio Molina dijo que en el momento de esta entrevista las dos activistas habían salido en la mañana, intentando asistir al juicio en la Audiencia Provincial de la capital cubana contra Roberto Pérez Rodríguez, activista de UNPACU y esposo de Sonia C. González Mejías.

Martí Noticias intentó comunicarse con las dos opositoras, pero no respondieron a las llamadas realizadas.

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