Las autoridades panameñas anunciaron el jueves que construirán un albergue para los migrantes que ingresan por la inhóspita frontera sur que comparte con Colombia, luego de que el fin de semana se registrase la entrada de una nueva oleada de varios centenares, en su mayoría cubanos.
La medida busca darle atención humanitaria a los extranjeros que se arriesgan por ese cruce selvático, aunque desde allí verían cortados sus sueños de seguir camino hacia el norte del continente.
El albergue, con capacidad para 400 migrantes, se levantará a un costo de casi nueve millones de dólares en Metetí, una zona de la provincia fronteriza de Darién a donde se puede llegar por tierra y funciona una estación policial, según acordó el gobierno durante una reunión ministerial.
El presidente Juan Carlos Varela prometió hace varios años atrás construir un albergue en ese sector debido al masivo flujo de migrantes cubanos y africanos que se daba en ese momento, pero el plan quedó en espera a medida que fue bajando el ingreso de los extranjeros por ese punto selvático desde Sudamérica, en particular, de cubanos.
Las autoridades informaron que alrededor de 716 migrantes, en su mayoría cubanos, ingresaron el fin de semana desde Colombia a los poblados costeros de La Miel y Puerto Obaldía, en lo que representa el mayor flujo registrado desde hace más de un año por la porosa frontera.
El director de migración de Panamá, Javier Carrillo, dijo la víspera que en ese grupo también hay migrantes de Haití y de varios países africanos que aseguran que su objetivo es llegar a Estados Unidos, no quedarse en Panamá. Agregó que hay menores de edad y mujeres embarazadas.
Pequeños grupos de migrantes cruzan en general por esa zona y las autoridades panameñas los devuelven por donde entraron o los envían a sus países. Esta vez, según Carrillo, los viajeros de diferentes nacionalidades se agruparon al parecer en territorio colombiano para entrar en un mayor número y ejercer más presión.
Explicó que se les está dando albergue provisional, atención médica y verificando si tienen algún antecedente penal en sus países, tras lo cual serían devueltos a las naciones sudamericanas desde donde partieron o repatriados, como en el caso de los cubanos.
Panamá trasladó en mayo de 2016 a varios miles de cubanos que se aglomeraron en su frontera con Costa Rica como parte de un canal aéreo humanitario acordado con México que llevó a los isleños hasta un punto próximo a la frontera con Estados Unidos.
El flujo de cubanos decreció notablemente por la frontera sur después de que el gobierno del expresidente Barack Obama eliminase en enero de 2017 la política de “pies secos, pies mojados”, que permitía a los isleños que llegaran a Estados Unidos sin visa aspirar a la residentes permanente. El fin de esa medida desalentó momentáneamente la migración de los cubanos por la frontera colombo-panameña.