El Padre José Conrado es un cura de pueblo, una definición que se da a sí mismo, pero que bien se ha ganado en las calles y parroquias de cuba, a donde la jerarquía católica le ha enviado a predicar la Fe de Cristo. En un una entrevista para el diario La Nación, de Buenos Aires, pidió al Papa Francisco que sea “firme con los gobernantes”.
El Padre Conrado, como más le conoce la gente común y corriente es una persona crítica con dos flagelos que ahora mismo atacan a Cuba: la represión contra la sociedad civil y la corrupción administrativa.
En el intercambio con el rotativo sureño Conrado afirmó, de entrada, que: “Cuba es un país en bancarrota, una bancarrota económica y moral. Es un país erosionado desde el punto de vista familiar. No hay un solo cubano que no tenga parientes en el extranjero, incluido Fidel Castro, que tiene varios nietos y una hija fuera de Cuba como exiliados políticos”.
Las reflexiones de este sacerdote que ha sufrido persecución y hasta se ha visto obligado a un exilio temporal en otro tiempo, hacen hincapié en las pérdidas morales y materiales de los cubanos, en una especie de sufrimiento como condición trágica de su existir “todo el pueblo por una u otra razón ha sufrido el encarcelamiento de un familiar, la muerte de un familiar, lo mismo frente a un paredón de fusilamiento que en el estrecho de la Florida. Un país con todo un historial de presidio político”, señaló el párroco más aclamado por la gente, no solo en la región oriental de la isla, sino allí donde han solicitado su presencia.
La inercia de la mayoría de los cubanos fue objeto de intercambio entre el diario argentino y el Padre Conrado, quien al referirse al estatismo de los cubanos se refirió en estos términos “En Cuba, dice un refrán popular, no hay quien tumbe el gobierno, pero tampoco quien lo arregle. Todo el mundo en Cuba sabe que hay que cambiar. Es el acuerdo silencioso y unánime de todos los cubanos”.
En referencia a la falta de solidaridad y transparencia de algunos políticos de izquierda con los países en necesidad, el Padre José Conrado habló con claridad, al sugerir: “Yo no le pido al Santo Padre que hable con un lenguaje de barricada como el mío, que soy un cura de pueblo, pero sí que sea muy firme con los gobernantes. Que cuando vayan a besarle la mano Dilma, Cristina o quien sea, les diga la verdad”, finalizó.
El Padre Conrado, como más le conoce la gente común y corriente es una persona crítica con dos flagelos que ahora mismo atacan a Cuba: la represión contra la sociedad civil y la corrupción administrativa.
En el intercambio con el rotativo sureño Conrado afirmó, de entrada, que: “Cuba es un país en bancarrota, una bancarrota económica y moral. Es un país erosionado desde el punto de vista familiar. No hay un solo cubano que no tenga parientes en el extranjero, incluido Fidel Castro, que tiene varios nietos y una hija fuera de Cuba como exiliados políticos”.
Las reflexiones de este sacerdote que ha sufrido persecución y hasta se ha visto obligado a un exilio temporal en otro tiempo, hacen hincapié en las pérdidas morales y materiales de los cubanos, en una especie de sufrimiento como condición trágica de su existir “todo el pueblo por una u otra razón ha sufrido el encarcelamiento de un familiar, la muerte de un familiar, lo mismo frente a un paredón de fusilamiento que en el estrecho de la Florida. Un país con todo un historial de presidio político”, señaló el párroco más aclamado por la gente, no solo en la región oriental de la isla, sino allí donde han solicitado su presencia.
La inercia de la mayoría de los cubanos fue objeto de intercambio entre el diario argentino y el Padre Conrado, quien al referirse al estatismo de los cubanos se refirió en estos términos “En Cuba, dice un refrán popular, no hay quien tumbe el gobierno, pero tampoco quien lo arregle. Todo el mundo en Cuba sabe que hay que cambiar. Es el acuerdo silencioso y unánime de todos los cubanos”.
En referencia a la falta de solidaridad y transparencia de algunos políticos de izquierda con los países en necesidad, el Padre José Conrado habló con claridad, al sugerir: “Yo no le pido al Santo Padre que hable con un lenguaje de barricada como el mío, que soy un cura de pueblo, pero sí que sea muy firme con los gobernantes. Que cuando vayan a besarle la mano Dilma, Cristina o quien sea, les diga la verdad”, finalizó.