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Ordeñando a Benedicto


“España tenía la vaca y otros tomaban la leche” Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina

El gobierno cubano se frota las manos en espera de un refrescante aguacero de divisas, sabiendo que los medios más importantes del planeta no podrán darse el lujo de dejar de cubrir la visita del Papa a la isla.

Los viajes de los Papas alrededor del mundo convocan siempre a miles de reporteros y turistas, y aunque el que realizará a Cuba entre el 26 y el 27 de marzo de este año el Papa Benedicto XVI será más corto que el de su predecesor Juan Pablo II en 1998, el gobierno cubano se está frotando las manos en espera de un refrescante aguacero de divisas, considerando que los medios más importantes del planeta no podrán darse el lujo de dejar de cubrirla. (It’s Cuba, you know).

Las autoridades de la isla ya han publicado en Internet un manual operativo para la prensa extranjera interesada en cubrir la visita del Papa Ratzinger a Santiago de Cuba, El Cobre y La Habana.

Los comunicadores interesados son advertidos de que deberán tramitar en las embajadas y consulados de Cuba una visa D-6 por cuya tramitación se les cobrará un arancel no revelado.

Si la visa es aprobada, deberán gestionar a su llegada a Cuba la credencial – obligatoria para ejercer como periodista temporalmente en el país- del Centro de Prensa Internacional del MINREX, a un costo de 100 pesos cubanos convertibles, actualmente equiparados al dólar estadounidense.

Se les recomienda incluir un listado del equipamiento profesional que llevarán consigo (no sea que a alguien se le vaya a quedar olvidado por ahí algún teléfonito satelital).

En los Centros de Prensa que se habilitarán en los hoteles Meliá Santiago y Nacional, el servicio de conexión inalámbrica a Internet será gratuito, pero el uso de las líneas telefónicas internacionales requerirá comprar tarjetas prepagadas al personal que estará comercializando los servicios de la empresa estatal de telecomunicaciones ETECSA (siglas que según los cubanos significan “Estamos Tratando de Establecer Comunicación Sin Apuro”) .

Quien opte por la telefonía móvil deberá recurrir a otra empresa estatal cubana, Cubacel. Aquí incluso le prestarán un celular por un pequeño depósito reembolsable, y sin costos de activación, porque lo que le interesa a Cubacel es cobrar por los minutos al aire según las tarifas vigentes, o sea las suyas.

El manual precisa que en las llamadas internacionales originadas por el cliente a Estados Unidos, Canadá y América del Sur, el minuto costará la fruslería de 1.60 CUC; pero a las que se hagan a Estados Unidos se les recargarán otros 23 centavos de chavito, aplicando un decreto ley punitivo, el 213 del 2000. El precio del minuto al resto del mundo sería de 1.80 CUC.

En comparación, según una web estadounidense que mide las diferencias entre tarjetas para llamar de Estados Unidos a París, Francia, los precios por minuto oscilan desde 0,6 centavos de dólar hasta 20 centavos de dólar, esta última a través de la compañía AT & T. La tarifa de Cubacel equivale a ¡nueve veces la de AT & T!

Si uno quiere alquilar para su cobertura papal una línea exclusiva con acceso a internet de 512 kilobits por segundo - un ancho de banda inferior al residencial estándar en Estados Unidos, que es ahora de 768 kbps - le costará 800 CUC por una semana (Después de los costos de activación, AT & T cobra por el servicio de un mes 19 dólares con 95 centavos).

Pero aún si usted se aparece con todos los hierros, si se quiere comunicar usando sus propios equipos satelitales, el banco tampoco pierde: a diferencia de otros países, en Cuba tendrán que sacar licencias para operarlos. Las de radio cuestan entre 70 y 250 CUC, mientras que las de televisión oscilan entre 1.000 y 2.000 CUC.

En fin, súmele a eso el alojamiento y la alimentación en hoteles en su mayoría de más de 100 dólares la noche (las casas privadas ni se mencionan) y que deben ser reservados en el mismo formulario de la acreditación antes del 2 de marzo; más otros costos tarifas y cargos que sin duda aparecerán en la letra pequeña de la factura final, y saque sus conclusiones. Pasen, señores, pasen, que de aquí no sale nadie con la billetera llena.

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