El diario LA CUARTA COLUMNA preguntó a cuatro destacados opositores cubanos sobre el homenaje que se rindió recientemente a Fidel Castro en Madrid con la participación del tercer teniente de alcalde y delegado de Derechos Humanos del Ayuntamiento, Mauricio Valiente.
“Que el responsable de Derechos Humanos de una ciudad de España haya asistido a un acto como éste, es una gran inmoralidad porque no es un secreto para nadie que Fidel Castro cercenó los derechos humanos de todo un país: nunca respetó a las personas, ni como personas, ni como nada: fue un dictador a la altura de Hitler”, señala la Dama de Blanco Sonia Garro, que estuvo encarcelada, sin juicio, durante dos años y medio.
Prosigue Garro: “¿Cómo puede un representante de Derechos Humanos alabar a una persona que tuvo a todo un pueblo esclavizado y que metía en la cárcel a quien expresara esas dos palabras: derechos humanos?”. Así reacciona al ser preguntada por LA CUARTA COLUMNA sobre la presencia de Mauricio Valiente, tercer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid y responsable del Área de Derechos Humanos, en el homenaje que se rindió hace ocho días en la capital de España al fallecido dictador cubano.
“Denota la decadencia ética y moral de muchos sectores de izquierda”, asegura desde La Habana Ailer González Mena, de la iniciativa opositora Estado de Sats. “Alabar a Fidel es aplaudir con beneplácito los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el castrismo y, por tanto, hacerse cómplice de ellos”. El motivo es muy sencillo: “Fidel es un símbolo del mal y del totalitarismo caribeño utilizado como propaganda por una izquierda hipócrita”.
Al pastor bautista Mario Félix Lleonart, hoy residente en Estados Unidos pero que ha padecido hasta fechas muy recientes el acoso constante del castrismo -detenciones o revisión mezquina y puntillosa del equipaje a la vuelta de un viaje, por dar solo dos ejemplos-, le cuesta “mucho trabajo responder pues tiendo a quedarme sin palabras, no sé si por indignación o sorpresa de algo que me resulta inaudito, inconcebible”.
“Es cierto”, puntualiza, que hay gente de izquierda, no todas, que continúa ciega, o pretende fingirlo; pero que alguien que se encargue de Derechos Humanos en cualquier organización o instancia en este mundo sea capaz de comulgar con regímenes de sobras sabido violadores de esos derechos que se supone que él defienda anula ipso facto lo que representa”.
El ensayista Ferrán Núñez, exiliado en París y que sufrió en carne propia las cárceles castristas durante la década de los ochenta, prefiere derivar la responsabilidad sobre Pedro Sánchez y el PSOE: “Madrid está entre las manos de los neocomunistas que llegaron al poder gracias a las componendas de Pedro Sánchez con Podemos. Como dice el refrán, árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza’. Es lo que hay, una alianza entre la peste y el mal olor”. De ahí que piense que el homenaje “es lo de menos”, pues “lo peor está por venir en el caso de que el PSOE caiga entre las manos de Sánchez y Francia en las de Mélenchon”.
Núñez tampoco cree que utilizar las competencias de Valiente como arma arrojadiza contra él sea de gran utilidad, ya que, argumenta, “los derechos humanos siempre han sido una excusa: los buenos y los malos en función de sus intereses los han justificado o condenado, según la geopolítica”.
Para apoyar su tesis, invoca un recuerdo histórico: “Fueron una excusa desde que los Estados Unidos decidieron sacar a España de Cuba. Esa intervención se hizo para salvar a los cubanos de las manos de una perversa madrastra que era la España de aquel entonces: se trataba, en resumen, de la primera intervención en nombre de los derechos humanos y la primera vez en que el derecho internacional se travestía a favor de una dudosa moral, que se sigue repitiendo al antojo del más fuerte”.
En el acto se oyeron ditirambos como “hoy Fidel ya no sólo es de Cuba, es un símbolo de los pueblos que en el mundo aspiran a ser más libres y justos”. Para Mario Félix Lleonart, declaraciones como éstas “rayan en lo inverosímil, en lo ridículo; especialmente teniendo en cuenta que provienen de personas supuestamente informadas, con acceso a la información. Partiendo de eso, sin importar tendencia política, conocer los crímenes del castrismo, tanto en Cuba como en el mundo, basta para pensar todo lo contrario de esa frase”.
Ahora bien, “el mérito en que absurdos como éste tengan lugar lo tiene el cabildeo del propio régimen de La Habana que destina cuantiosos recursos para esto mientras su propio pueblo se muere de hambre y sin derechos. Está claro que Eugenio Martínez, embajador de Cuba en Madrid, tenía que estar no solo presente, sino en el podio, hablando, ellos son los patrocinadores de todo este tipo bochornoso de evento a nivel internacional”.
De las críticas al necesario esfuerzo de imaginación: ¿cómo cree que se puede convencer a ciertos sectores de la izquierda europea para que dejen de apoyar al castrismo? “¿Convencer?”, se pregunta, algo escéptica González Mena.
“Creo que a estas alturas cada cual se alista en el bando en el que se siente afín y parte: los apoyos a las dictaduras siempre vienen sustentados por conveniencia y compra de lealtades políticas, cosa en que el régimen cubano se ha gastado un buen capital… pero hacer marketing y promocionar los errores del castrismo podría al menos arrojar luz sobre todo en las personas ilusas o ignorantes o decepcionadas con los políticos”.
Por otro lado, la activista habanera cree que “la presión y las sanciones concretas desde organismos internacionales sobre la dictadura cubana podría resultar también eficaz”, sin olvidar la oportunidad brindada por las redes sociales, “buena herramienta para diseminar información sobre la realidad que vive la isla”; y también para contrarrestar a los numerosos medios “que responden a intereses partidistas e ideológicos”.
Lleonart no ve claras las posibilidades para poder convencer a estas alturas: “Realmente si no se han convencido con toda la evidencia que se encuentra disponible creo que va a resultar muy difícil convencerlos pues como dice un dicho: No hay peor ciego que el que no quiere ver. Que el régimen cubano tenga que hacer todo el cabildeo que realiza para conseguir algún resultado como este es entendible, pues la mentira, la injusticia y la sinrazón necesitan de cuantiosos esfuerzos para defenderse; pero la verdad no, porque la verdad se abre a flor de piel”.
Núñez prefiere apostar por la formación intelectual, para evitar una “guerra de exterminio”: “acabar con el estatismo y volver a los fundamentales de toda sociedad próspera: el respeto estricto a la propiedad y la privatización del negocio del dinero que se encuentra entre las manos del Estado desde hace tres siglos”.
Por lo tanto, opina que es necesario “enseñar a Ludwig von Mises en las escuelas, en lugar de tanta porquería como la Ideología del género o cosas así”. “Si esto se hace”, recalca, “en 10 o 20 años tendremos élites formadas en el verdadero liberalismo y no en el estatismo que conduce a la guerra”.