Lesther Alemán, un estudiante de 20 años larguirucho y con gafas, nunca había participado en una protesta hasta abril, cuando se convirtió en el rostro público de un revuelta que ha sacudido el Gobierno de Daniel Ortega.
Un estudiante de buenas calificaciones, Alemán alcanzó fama nacional cuando en una transmisión en vivo describió a Ortega como "asesino" por la represión violenta de las protestas que dejaron más de 200 muertos. La represión volvió a despertar recuerdos de la guerra civil nicaragüense que duró una década y concluyó en 1990.
Cerca de 70 % de los nicaragüenses cree que Ortega debería renunciar, según una encuesta de CID/Gallup realizada en mayo,
Alemán y otros 40 líderes estudiantiles, algunos aún adolescentes, se escondieron después de recibir amenazas de muerte. Ahora forma parte de una nueva y amplia coalición de estudiantes, empresarios, agricultores y ambientalistas que intentan negociar un retorno a la paz y la salida de Ortega.
El grupo, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, tiene como objetivo crear una generación de líderes externos fuera del gobernante movimiento Sandinista y de los desacreditados partidos de oposición.
Ortega, de 72 años, ha dominado la política nicaragüense por décadas. Después de que los sandinistas, de ala izquierdista,derrocaran al dictador Anastasio Somoza en 1979, Ortega dirigió el país hasta 1990 pero volvió al poder en las elecciones del 2006 por el primero de tres períodos consecutivos.
Mientras los críticos dicen que Ortega ha impuesto un régimen corrupto y autoritario en la empobrecida nación de seis millones de habitantes, la Alianza enfrenta un camino difícil para derrotarlo.
El grupo está dirigido por personas con poca experiencia política, muchos de los cuales han estado en desacuerdo en el pasado o no se conocían hasta hace poco. Antiguos aliados de Ortega dicen que él está tratando de explotar las divisiones en la coalición para aferrarse al poder.
Alemán dijo que los líderes de la Alianza saben que, mientras la ira pública está creciendo contra Ortega, ellos deben estar unidos para derrotarlo y gobernar. "Al inicio todos teníamos dudas, desconfiábamos... (pero) hoy ya no estamos así de tensos," dijo Alemán, hijo de un camionero. "Era necesario tener esa cohesión con los otros movimientos del país", añadió.
ALIANZA POR CRISIS
Alemán se unió a una manifestación el 18 de abril para protestar contra los planes de recortar los beneficios de pensiones, que pronto se convirtió en una revuelta nacional después de que partidarios de Ortega golpearon a estudiantes y jubilados con bates de béisbol y tubos de metal.
Durante los días siguientes, los bates de béisbol dieron paso a las armas; la policía y milicias enmascaradas dispararon contra los manifestantes armados con misiles caseros y hondas. La violencia enfureció a miles de nicaragüenses que se lanzarona las calles para exigir la renuncia de Ortega.
Como muchos, Alemán dijo que estaba inspirado por la revolución sandinista de izquierda, que derrocó a Somoza y resistió a los guerrilleros de la Contra respaldados por Estados Unidos durante la siguiente década. "Le digo a Ortega: juraste libertad y no tenemos libertad.¿Dónde esta esa libertad?", preguntó el estudiante.
Empresarios y grupos de derechos humanos se unieron a los estudiantes y fueron invitados por la Iglesia Católica para participar en las conversaciones con Ortega. Su Gobierno ha catalogado a los manifestantes de "terroristas" y "vándalos" a sueldo de las fuerzas derechistas.
La represión ha dañado la popularidad de Ortega y exacerbado las tensiones dentro de los sandinistas. Cerca de 70 % de los nicaragüenses cree que Ortega debería renunciar, según una encuesta de CID/Gallup realizada en mayo, mientras quesu índice de aprobación ha caído a sólo un 19 por ciento desdeun 62 por ciento en enero.
Miles de personas participaron en una huelga general de 24 horas, organizada por la Alianza, el 14 de junio, vaciando losnormalmente bulliciosos mercados del país.
Algunos en Nicaragua están considerando las lecciones de las elecciones de 1990, cuando Ortega fue derrotado por una alianza liderada por Violeta Barrios de Chamorro,
Aunque el mandato de Ortega no termina hasta el 2021, la cifra creciente de muertos y la condena internacional lo han presionado a discutir elecciones anticipadas para el año que viene, además de una revisión del consejo electoral controlado por los sandinistas. Sin embargo, las fuerzas que apoyan a Ortega continúan atacando a manifestantes que defienden barricadas que casi han paralizado la economía del empobrecido país. Las intermitentes conversaciones de paz se rompieron la semana pasada en medio de nuevos episodios de violencia.
"Daniel (Ortega) está en guerra y él negocia como si estuviera en guerra", dijo Óscar René Vargas, cofundador del movimiento sandinista que rompió con Ortega en el 2007. "Quiere rescatar territorio y mostrar fuerza para tener una mejor posición para negociar mejor", añadió.
INCÓMODA UNIÓN
La inclusión de un grupo empresarial con fuertes lazos con Ortega en la Alianza causó tensiones. Durante una década, el grupo ayudó a Ortega a ejecutar un modelo económico que atrajo la inversión extranjera y los elogios del Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Fue muy raro estar con ellos, nunca me había sentado en la misma mesa," dijo Harley Morales, una estudiante de Sociología, de 26 años, que ayudó a diseñar la estrategia de la Alianza. "Pero el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada) comprendió que tiene que romper con el régimen y posicionarse de manera más beligerante con el pueblo", añadió.
Morales dijo que el desafío principal es salvar las diferencias que permanecen dentro del grupo. Aún no ha llegado a un acuerdo sobre si Ortega debería dejar el cargo de inmediato o quedarse hasta las elecciones anticipadas, y si buscar estrategias más agresivas para obligar al Gobierno a detener la represión, dijeron miembros.
Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES), vinculado al sector privado, dijo que aunque la Alianza es una "organización horizontal" que agrupa a personas de diferentes orígenes, todos comparten un único objetivo. "Existe un sentido común de objetivo muy claro: el objetivoes democratizar el país," dijo el economista de 47 años y agregó que un primer paso para lograrlo era revisar el sistema electoral para permitir a la oposición desafiar a Ortega de manera justa.
Uno de los últimos líderes izquierdistas de Centroamérica, Ortega ha aumentado el control sobre los tribunales, la asamblea nacional y el consejo electoral.
El opositor Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y el Partido Liberal Independiente (PLI) obtuvieron menos del 20 % de los votos en las elecciones del 2016, que Ortega ganó de manera aplastante en medio de acusaciones de fraude electoral por parte de la oposición.
Los acuerdos secretos entre algunos de esos partidos y Ortega erosionaron la confianza de los nicaragüenses en ellos, dicen analistas y encuestadores.
Sin embargo, la acumulación progresiva de poder por parte de Ortega y su poderosa esposa, Rosario Murillo, los ha dejado cada vez más aislados dentro del movimiento sandinista, dicen los analistas.
La pareja apartó a figuras prominentes del partido, muchos de ellos exlíderes guerrilleros, para consolidar su control, lo que debilitó su apoyo. Algunos en Nicaragua están considerando las lecciones de las elecciones de 1990, cuando Ortega fue derrotado por una alianza liderada por Violeta Barrios de Chamorro, la viuda de un periodista opositor asesinado. Su discurso era terminar la guerra civil que cobró más de 30,000 vidas. "Qué todos vayan unidos como en el 90 es la única manera de derrocar el régimen," dijo Miguel Gómez, profesor de economía política de la Universidad Americana de Managua. La Alianza "no tiene un plan para después que Ortega se vaya", destacó.
Reuters