México podría dar su primera vuelta radical a la izquierda castrochavista si el favorito Andrés Manuel López Obrador gana.
En su tercer intento consecutivo por llegar al poder, el político viene capitalizando el desencanto de millones de mexicanos hartos de gobiernos de los partidos de siempre -el PRI del presidente Enrique Peña Nieto y el conservador PAN- que no han logrado pacificar el país ni limpiar la administración pública, sin mirar parece a los ejemplos de Cuba y Venezuela para constatar lo que pueden hacer las políticas de izquierda que preconiza para conducir al desastre y la esclavitud a sociedades antes prósperas y libres.
Sus rivales figuran a dos dígitos de distancia: Ricardo Anaya, de una coalición encabezada por el Partido Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD); y José Antonio Meade, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se disputan un lejano segundo lugar, según sondeos.
Conocido por su acrónimo AMLO, López Obrador ha prometido cambios al modelo de libre mercado que impera hace décadas en la segunda economía más grande de América Latina, lo que generó preocupación en el mundo financiero y corporativo.
Pero varios de sus asesores han calmado a los mercados y principales líderes de empresas, asegurando que López Obrador no es un radical y que comulga con el libre mercado.
Pese a estos llamados a la calma, en su acto de cierre de campaña el miércoles López Obrador volvió a decir que la “transformación sin derramamiento de sangre” que espera llevar a cabo si gana la presidencia “va a ser una revolución, pacífica, ordenada pero profunda y, diría, radical”. Exactamente es el ideal del llamado socialismo del siglo XXI, en realidad el mismo comunismo de siempre, implementado en países como Venezuela y Bolivia.
“Espero que nadie se asuste porque la palabra radical viene de raíz y esta transformación va a consistir precisamente en arrancar de raíz al régimen corrupto, de injusticias y de privilegios”, agregó desde el estadio más grande del país, ubicado en la capital mexicana, que llenó casi totalmente.
Sus propuestas han sido calificadas de “populistas” por sus adversarios, quienes aseguran que “El peje”, como le nombran, podría llevar a México por la senda de Venezuela, un país sumido en una severa crisis económica y política y sometido a los dictámenes de La Habana. Él sin embargo se empeña en asegurar que no es como el expresidente venezolano Hugo Chávez ni como Donald Trump, con quien ha dicho espera tener una relación de respeto.
Además del cargo de presidente, en las elecciones del domingo serán renovados unos 3,400 cargos públicos, entre diputados, senadores, gobernadores y alcaldes. Más de 89 millones de mexicanos están habilitados para votar.
Así a menos de 72 horas para los comicios presidenciales en México, el titular del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, anticipó a Efe una jornada exitosa pese al contexto de violencia en el que se han registrado unos 130 asesinatos políticos en el país.
(Redactado por Armando de Armas con información de agencias)