La marcha independiente contra la homofobia y la transfobia del 11 de mayo de 2019 no solo fue vindicativa de los derechos de una comunidad específica, sino de las libertades que ansía y merece toda la sociedad cubana, declararon a Radio Televisión Martí varios de los participantes en esa reconocida manifestación.
“Tiene la importancia de que reclamó dos derechos fundamentales: los de la comunidad LGBTIQ y los derechos a la manifestación pacífica de toda la ciudadanía cubana”, expuso desde La Habana el activista Oscar Casanellas, bioquímico de profesión.
“Yo fui como un simple ciudadano a la marcha. Fue la primera en la que participé aquí en Cuba. Yo había estado en otras acciones de este tipo fuera de Isla. Pero realmente ésta, en Cuba, tuvo no solamente la connotación de no haber sido autorizada por el régimen sino también, yo creo, que fue la primera gran marcha de la sociedad civil independiente”.
Imágenes del momento muestran a los manifestantes caminando con banderas multicolores por el Paseo del Prado, una de las más populosas avenidas de La Habana, hasta que agentes del Ministerio del Interior y de la policía los interceptan casi al final del recorrido y se producen enfrentamientos y arrestos.
Aunque ya antes se habían realizado manifestaciones sin autorización -debe recordarse que las Damas de Blanco y otros grupos opositores las habían hecho con anterioridad, y que siempre terminaron con la intervención de la policía-, sí ha de reconocerse que la marcha independiente contra la homofobia y la transfobia ha sido una de las más nutridas y plurales.
Otro elemento que jugó un papel muy importante fue el acceso a internet en los celulares, permitido por el gobierno desde diciembre de 2018, que sirvió esa vez no solo como plataforma para difundir la convocatoria, sino también para denunciar la represión.
“Un grupo de personas a través de las redes sociales logró articular una protesta pacífica en contra de la negativa de la institución oficialista CENESEX a que nos manifestáramos", rememoró desde Uruguay Yasmani Pérez Llorente, quien tuvo que exiliarse después de aquel 11 de mayo.
“Esta negativa generó una conmoción y solidaridad en la sociedad civil cubana y por esto la marcha fue respaldada por personas con diferentes formas de pensamiento y diferentes orientaciones sexuales”, apuntó.
En aquel momento, la diputada Mariela Castro, hija de Raúl Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), calificó la manifestación como un "show organizado desde Miami”.
Hace unos días volvió a la carga de manera solapada y se refirió de manera grosera a los participantes y apostilló que "la lucha contra la homofobia es una lucha antiimperialista, revolucionaria".
“Ofender y agredir verbalmente a otra persona o a un grupo de personas es propio de quien simplemente no tiene base ni argumentos lógicos, y recurre entonces a ese ataque, en este caso verbal", puntualizó Casanellas.
Por su parte, Pérez Llorente enfatizó: “En mi opinión, la protesta reveló un fuerte sentimiento de cubanía. Fue el canal perfecto para que, de una u otra forma, cada persona que allí participó canalizara sus sentimientos e inconformidades con la realidad en la que estamos inmersos todos los cubanos desde hace más de 60 años”.
“Y en gran medida, cumplió con su propósito de reivindicar las marchas anteriores, de exigir al gobierno, la inclusión social y una legislación que ampare a la comunidad LGBTIQ en Cuba. Pero, sobre todo, demostró el sentir y la solidaridad de muchas personas”, amplió Pérez Llorente y agregó:
“La marcha puso un ´stop´ al miedo patológico que tenemos los cubanos a enfrentarnos al gobierno, a exigir derechos y lo más importante, aunó el sentir de muchos cubanos bajo la consigna ´Cuba diversa´, que fue la (frase) más repetida por todos con fuerza ya que su significado resume la necesidad que tenemos de un gran cambio en nuestra sociedad”, concluyó el defensor de los derechos de la comunidad LGBTIQ.